“Viajar sirve para ajustar la imaginación a la realidad, y para ver las cosas como son en vez de pensar cómo serán”
Samuel Johnson
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Fuera más fácil respirar el aire de mi tierra si no fuese por está estúpida e incómoda mascarilla que impide que pueda ambientar ese momento especial de mi vida al sentir que por fin he pisado tierras salvadoreñas hasta no puedo contener esa emoción que invade mi cuerpo cuando la música que ha puesto el aeropuerto no se trata más que la querida cumbia que revive mis ánimos.
Le doy una mirada a todo mi alrededor para ver como salvadoreños y extranjeros salen como entran en el aeropuerto; una nostalgia corre en mi cuerpo al saber cómo apenas de vez en cuando puedo volver a mi lindo país para pasar mis vacaciones anuales acá, lo peor de ello, es que desde que se dio la pandemia y el señor Duarte se puso difícil conmigo al no querer darme mis vacaciones, ya llevo un buen tiempo en no venir acá y lo importante de ello, estar con mi familia.
Apenas Thiago termina de ayudar al taxista a subir nuestras maletas para luego invitarme a entrar al vehículo, en donde pronto le da la indicación de llevarnos al Hotel Crown Plaza; en el trayecto del camino, empecé a enseñarle una pequeña parte de mi país a él, en donde le explique acerca de la Plaza de Los Cocos, La Carretera Panamericana, el árbol de fuego que apenas algunos de ellos empezaban a florecer, la nueva estructura del Paso del Jaguar, el monumento al Hermano Lejano y la dirección en donde queda el Estadio Cuscatlán, el más representativo de todos.
Lo malo de esto es que me había entusiasmado tanto, que lo poco que le fui enseñando y diciendo a Thiago no era suficiente para poder acaparar todo aquello que representaba El Salvador, sin embargo, sabía que habría tiempo para poder seguirle mostrando más mi país, solo deberé buscar el tiempo adecuado para poder hacer que él se lleve la mejor experiencia, aunque también, no tengo que olvidar a mi familia, que es lo siguiente que me interesa poder irlos a ver para poder asegurarme de que cada uno de ellos se encuentra muy bien de salud, al menos, para decir que a través de estos días, no paso algo de lo que no me hayan querido contar.
Cuando el taxista nos dejó en la entrada del hotel, pronto nosotros salimos del vehículo para poder sacar nuestras maletas, en ese instante, me tome la molestia de poder pagarle al conductor mientras que Thiago no se daba cuenta, añadiendo que, le deje una propina por la amabilidad que se había tomado en darme la razón sobre los hermosos y grandiosos lugares que fui mencionando durante el trayecto.
—Buena jugada de dejarme las maletas mientras le pagabas al taxista. —Solté una risa al ver la cara de sorpresa que Thiago se había llevado.
—No fuiste muy veloz. —Encogí los hombros.
Entramos al hotel para darme cuenta que esté lugar no ha cambiado mucho desde la última vez que había estado acá por una pequeña parte del día; realmente todavía recuerdo la primera vez que lo había pisado, fue para mis diecisiete años que con mis compañeros de clase habíamos venido a esté lugar para informarnos acerca de las carreras profesionales y los programas que tenían las universidades del país; a pesar de que mi aspiración siempre había sido estudiar aunque sea en la Universidad José Simeón Cañas, por un momento, tuve expectativas más altas de querer sobresalir y proporcionarme un mejor futuro en que pudiera ayudarle a mi familia, y quién hubiera dicho que un establecimiento de estudios internacionales iban a ser ellos quienes me dieran la oportunidad de estudiar fuera del país a partir de una beca por buena conducta y buenas calificaciones que me llevaron a estar en cuadros de honor.
Sin dudarlo, me trae buenos recuerdos, a pesar que esa época fue la más difícil para mí, no sólo en mi vida académica sino que personal y amorosa.
—Aquí tiene las llaves de su habitación, señor Souza.
Me gire para poder darme cuenta que es hora de irnos, así que mientras que un botones nos llevaba nuestras maletas, nos dirigimos al ascensor para poder ir a la planta en donde se encontraba la habitación en donde por el momento nos estaríamos hospedando. Sin embargo, al seguir los pasos de Thiago y darme cuenta como abría una lujosa habitación que tiene una hermosa vista hacía el Volcán Quezaltepeque, me di cuenta que en serio no me había obedecido en no gastar por una sotisficada habitación del hotel.
—Gracias. —Thiago le brindo una propina al botones antes de que el chico se marchara y nos dejará a solas.
Solté un suspiro del que me hizo caminar por el lugar mientras veía como cada vez me encontraba con algo tan delicado y costoso del que prefería mejor no acercarme para no romperlo; aprete mis labios para darme cuenta de la cama King Size que hay, le doy unas cortas miradas hasta que termino por tocar la tela de la sábana, la cual es muy suave y acogedora que me dieron ganas de tirarme en ella para poder disfrutar del momento, no obstante, preferí quedarme en mi lugar más porque empecé a prohibirme a no recrear cualquier tipo de imagen en la cabeza que pueda distorsionar mi realidad.
—No te preocupes si piensas que compartiremos cama, la otra está allá —señala a una dirección contraria.
Bien, al menos no habrá ningún conflicto o incomodidad para esta ocasión cuando cada quien tendrá su propio espacio, lo cual es bueno porque nos dará la garantía de que ninguno de los dos caerá en la tentación en los últimos días que dejaremos de estar solteros para comprometernos; quizás todo fuese más sencillo si me imagino que esto no son más que unas simples vacaciones, ya que me quitaría los nervios que empiezo a sentir al saber que en cuatro días es la boda.