Herederos por Contrato

Capítulo XXI

“Nunca ignores el esfuerzo de una persona que quiere quedarse contigo, no todo el tiempo le importas a alguien”

Anónimo

***

Suelto un leve suspiro en el instante en que mis ojos empiezan a abrirse y ven los rayos del sol atravesar las hojas de las palmeras, paso mi mano sobre mi cara antes de cuestionarme la hora qué es, dónde pienso que pueda ser un poco más de las ocho o nueve de la mañana sabiendo que tampoco debe ser muy temprano; miro a mi lado para descubrir que no hay nadie a mi alrededor, es más, la habitación resalta en su esplendor al estar pintada de un color marfil.

Me quedo sentada en la cama para pasar mi mano sobre mi cabello antes de girar mi rostro por los ventanales de la habitación, ahora la vista que trae de afuera suele ser más hermosa que en la noche, ya que además de poder ver el mar, también puedo ver a lo lejos la terraza; me levanto de la cama para darme cuenta que sigo desnuda, realmente había olvidado lo que había pasado la noche anterior, aunque sé hay cosas que nunca desaparecerán de mi mente.

Pronto voy al baño para asearme como también lavarme los dientes, luego de darme una buena ducha que me ayuda a despertarme, fui a registrar mi maleta para sacar un conjunto de ropa de playa que no se trata más de un mini short y un top con cuello halter. Ocupo unas sandalias para luego salir de la habitación al encontrarme preparada; busco a Thiago por toda la casa pero no veo ningún paradero de él, hasta que saliendo al jardín, camino en dirección a la terraza donde a lo lejos veo a alguien sentado cerca de la orilla del mar.

Me encamino en dirección a las gradas que bajan hacía a la playa, a medio camino me quito las sandalias sabiendo que estás se llenarán de arena si sigo caminando con ellas, por lo que tomándolas y yendo hasta Thiago, me doy cuenta como la zona se encuentra totalmente tranquila, en donde apenas a lo lejos se ven unas personas o unos niños jugar con un perro, siendo de esta forma que, piense que esté lado de playa sea un poco más privado. Parece que está demasiado concentrado en su propio mundo que ni siquiera me ha escuchado llegar, por lo que dejando a un lado mis sandalias, termino por caminar unos centímetros más hasta que le susurro unas palabras en su oído.

— ¿Te pusiste bloqueador solar?

Gira pronto su rostro hacia un lado para ver como saca una sonrisa de la que termino por admirar más cuando me quedo a su lado, puedo ver como sus mejillas se encuentran un tanto rojas por el calor a punto de que casi los lentes de sol, le causan una marca encima de sus pómulos, me da una mirada de arriba hacia abajo hasta que inesperadamente me termina por robar un beso del que me deja unos segundos sin respirar.

— ¿Qué tal amaneciste? —Me pregunta luego de separar sus labios de los míos.

—Muy bien. —Le respondo al mismo tiempo que me recupero del beso. — ¿Y tú?

—Excelente. —Alega con felicidad.

Deja unos mechones de mi cabello detrás de mi oreja para mirar a nuestro alrededor, aunque el sol aún no esté en el centro puedo sentir como el clima empieza a ponerse caluroso, lo que es muy común de mi país y más al estar cerca de la playa; a lo lejos las olas empiezan a formarse pero entre más se van acercando, terminan por caer a la tierra ocasionando ese inconfundible sonido que a muchos nos encanta escuchar.

— ¿Cuánto tiempo has estado acá? —Le pregunto mientras estiro mis piernas.

—No más de una hora, creo. —Calculo más o menos la hora en que llego.

— ¿Ya desayunaste? —Puedo como abrió la boca pero la cerró.

—No —niego riendo —, y por supuesto, tú acabas de despertarte, ¿no? —Para que mentirle.

—Sí, pensé que estarías dentro de la casa, pero al no verte, preferí buscarte. —Veo como le agradaba escuchar eso.

—Bien, vamos a desayunar. Tienes que alimentarte por el bien del bebé. —Se levanta para luego alzarme su mano.

—No tienes por qué ayudarme, puedo hacerlo. —Le digo riendo al levantarme y empezar a caminar para agarrar mis sandalias.

—Como digas, flor salvaje. —Levanta las manos en señal de rendición.

Nos alejamos de la playa para ir en dirección a la casa en donde ambos consideramos hacer un desayuno nutritivo que pueda darnos energías, así que mientras empiezo a batir unos huevos para hacer un omelette con vegetales, jamón y queso; detengo la batidora, giro mi cabeza para ver hacía atrás en donde encuentro a Thiago cortando unos trozos de manzana y sandía, como también, esperando que la tostadora saque las dos rodajas de pan de caja.

—Ayer mencionaste que tenías un plan para ahora —veo como mete un trozo de manzana en su boca en el instante en que le doy continuidad a la conversación de ayer.

—Sí, pero no pienso decirte. —Abro la boca admirada mientras dejo mis manos en mis caderas al ponerle pausa a la batidora.

—Eres un tramposo, me emocionas primero y me desalientas después —veo como sonríe con maldad.

—Sorpresas son sorpresas, por eso no se dicen. —Evoca su tortura.

—Bien, si así lo quieres, mejor ya ni te pregunto. —Continué haciendo el desayuno.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.