Herederos por Contrato

Capítulo XXII

“Amar es encontrar en la felicidad ajena tu propia felicidad”

Gottfried Leibniz

***

Quizás parte de la luna de miel es que no tendríamos que haber traído el trabajo con nosotros para no concentrarnos en ello, pero no culpo a Thiago por haber tenido que interrumpir una parte de nuestro día por solucionar unos problemas que se presentaron en Inversiones TS, ya que por lo que entendí es que tuvo que buscar a un nuevo proveedor de madera de paulownia para seguir elaborando unos muebles vintage que deben entregarse en un mes.

La suerte de Thiago es que buscar proveedores que le entreguen una buena calidad de madera en un tiempo ligero no le es difícil, la razón de ello es porque la familia de su madre se ha encargado por décadas a manejar esté tipo de negocio que de forma rápida encuentran a contactos que le ayuden a exportar la madera que necesiten; es una de las ventajas que él tiene porque aún recuerdo como a su padre se le complicaba esta parte de logística cuando no se llevaba muy bien con la mayor parte de proveedores, más si estos, le terminaban por llevar la contraria ocasionando que el señor Duarte terminará su relación laboral con ellos.

Desde luego, Thiago tiene una forma más respetuosa y dinámica de trabajar con los demás, es más, puedo decir que su forma de ser atrae a las personas como si fueran unas abejas que buscan su panal; es algo increíble pero que ya no me sorprende demasiado mediante lo he ido conociendo, porque para ser sincera, hasta el tono de voz que ocupa lo hace ver serio pero compasivo en sus labores, algo que lo apremio porque no todos pueden causar ese efecto, como lo hacía ver su padre que muchas veces me dieron ganas de tirarle mis diseños en la cara cuando deseaba que le agregará un detalle más extravagante y poco convencedor para un mueble que podía ser sencillo y sostificado; ya que en verdad, el señor Duarte no tenía forma de cómo tratar a las personas ni mucho menos de como hablarles a ellas.

 — ¿Malas noticias? —Veo como se acerca con un rostro que deja ver muy claro su emoción.

—Algo así. —Dice dudando mientras se sienta en una de las sillas de la terraza.

Se queda callado para mirar en dirección a la playa, en todo este tiempo he conocido más al Thiago alegre y risueño que uno molesto y callado, ya que verlo enojado es por decirlo así, extraño cuando mayormente él intenta reflejar ese optimismo todos los días aunque su día termine mal o alguien se lo arruine.

—El abogado de mi padre acaba de notificarme que hará lectura del testamento —me asombro que comparta aquel detalle.

—Eso quiere decir que nos regresamos a Portugal —niega de pronto.

—No, le dije que estoy en mi luna de miel y que no regresaré hasta el próximo sábado, además no interrumpiré estos días por una lectura de testamento que durará menos de quince minutos —dice con firmeza.

Hay algo de todo esto que no me convence en su totalidad, lo digo porque esa no es la razón principal por la que él se encuentra molesto, es decir, hay algo trasfondo de su enfado con el abogado que lo ha dejado pensativo y callado.

— ¿Te dijo algo para que te molestara? —Veo como bufa.

—No, solo que… Tengo un mal presentimiento. —Dice desorbitado.

— ¿Qué tipo de mal presentimiento? —Encoge los hombros.

—No sé, ojalá no sea lo que pienso. —Se pasa la mano sobre su cabello.

¿Y qué demonios estará pensando? Realmente le hubiera querido hacer esa pregunta pero creo que lo terminaré por hostigar si lo sigo cuestionando cada vez más con el tema; aunque también a mí me da la tentativa de creer que Mobília Real no termino por quedar en sus manos, más bien, puede que en sí, aquella mujer que termino por quedarse embarazada de su padre fue la persona que pudo haberla obtenido. Quizás es una conclusión fuerte de creer pero si a él le preocupa que los planes que haya hecho terminarán por cambiar gracias al testamento que dejo su padre es porque algo comienza a salirse de sus manos.

—Lo lamento, me tarde más de lo normal, sé que me habías dicho por la mañana que querías llevarme a un lugar, pero no pensé tener que arreglar el asunto de la empresa e incluso tener que hablar con el abogado, así que, ¿no sé si planeas ir todavía? —Veo la hora para darme cuenta que aún tenemos mucho tiempo para aprovechar el día.

— ¡Claro que sí! —Le expreso alegre. —Vamos, he preparado una maleta con ropa, es probable que la necesitemos, aunque eso será más para ti que para mí. —Enarca su ceja.

— ¿Qué tienes planeado? —Dice con interés.

—Es una sorpresa, señor Souza. —Le guiñé el ojo.

—Ahhh… ¿Con qué usaras ese truco, no? —Suelta una risita juguetona. —No te robes mis diálogos que esos son míos. —Se levanta de la silla para seguirme.

—Lo siento, las palabras no tienen dueño. Así que te conformas. —Le dije bromeando.

—Que chistosa. —Chaqueé mis dedos.

—Esa es mi frase. —Lo acusé.

—Lo lamento, como acabas de decir, las palabras no tienen dueño.

(…)

Le termino por hacer una señal en el instante en que cruza la calle para aproximarse a la playa El Tunco, ambos buscamos un lugar en donde estacionar el vehículo, lo bueno de ser día de semana no hay muchos turistas que se encuentren por la zona quedándose en lugares adecuados para no perderse y dejar sus autos cerca, es lo bueno de ello porque nos da la rapidez de encontrar un lugar con sombra para dejar la camioneta.




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