Herederos por Contrato

Capítulo XXIII

“Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona”

Mignon McLaughlin

***

Por extraño que se escuche… No quiero que está luna de miel acabe. Podría haberme vuelto loca al pensar en ello, pero estar compartiendo estos días mi vida al lado de Thiago ha sido una increíble experiencia, porque además de tomarnos ese tiempo de conocernos como lo habíamos llegado a prometer, nos hemos dedicado también a explorar varios lugares turísticos de mi país para que se lleve un buen recuerdo de El Salvador, eso sin añadir, de las gratificadoras noches que hemos tenido en donde no me canso de pensar en cómo él puede ser capaz de demostrarme y hacerme sentir tantas cosas una sola vez que nuestros cuerpos terminan juntos.

Creo que la mezcla de emociones y experiencias es lo que ha conllevado que empiece a añorar lo que ya no sucederá una vez que regresemos a Portugal, no tengo idea de que tan diferentes lleguen a ser las cosas o mejor dicho, el trato que nos daremos una vez que retomemos este matrimonio falso que solo lo hemos hecho por conveniencia a sabiendas que ambos ya hemos empezado a sacar provecho de uno hacia el otro.

Mala suerte de que el tiempo a veces no suele dar tregua alguna, en donde es tan ligero como la brisa del aire que puede rozar mi piel e increíblemente, también suele ser tan invisible que ni nos damos cuenta del momento en que el día ha llegado a su fin; quisiera que todo perdurará por más tiempo, pero como dicen por ahí, todo tiene un inicio y un final, y por más que al principio creí que esta luna de miel terminaría siendo un desastre al no saber cómo ambos manejaríamos la situación, en fin, todo acabó por ser lo contrario.

Abro los ojos en el instante en que siento un cosquilleo que empieza a subir de mi vientre hasta la separación de mi pechos, veo como los pétalos de una rosa roja acarician sumamente mi piel ocasionando que esta se erice y me encoja al sentir como roza mi pezón; muerdo mi labio a punto de que al hacer a un lado mi rostro, veo los matices amarillos dorados de sus ojos, como también, de sus labios entreabiertos de los que pronto forman una sonrisa pícara al darse cuenta de las sensaciones que logra provocarme aquella simple rosa cada vez que pasa por una parte de mi cuerpo.

—Buen día. —Saluda con una voz seductora.

—Buenos días, ¿qué haces? —Le digo soñolienta al ver cómo sigue pasando la rosa por varias partes de mi torso.

—Nada en especial —reprime un gesto burlón.

— ¿En serio? —Me giro un poco para poder a recostar mi cabeza en la almohada.

Veo como me da una mirada de la que sus ojos terminan por devorarme, sin vergüenza alguna, termino por quedarme en una posición en la que pueda visualizar aquellas curvas de mi cuerpo que sé que pronto serán eliminadas durante el embarazo, eso sin decir que, solo con mi braga de encaje negro hace que todo el ambiente se vuelva cada vez más tenso sexualmente.

Deja la rosa a un lado para acercarse más a mí en donde termina por besar primero mis hombros, sus labios recorren un camino sobre mi piel que provoca que me apriete más a su cuerpo; suelto un gemido en el instante en que besa mi cadera y baja un poco la tela de mi cadera para dejar un beso húmedo que me tienta a moverme para que pueda aproximarse al sitio en donde quiero tenerlo, pero me quedo quieta, al ver que solo está intentando provocarme más porque la noche anterior, fui yo la que termine por tentarlo luego de que salimos de la ducha.

— ¿Está vengándote por lo de anoche? —Me puse boca arriba al ver cómo se levantaba para reír.

—Fuiste muy mala anoche, no debiste haberte quedado dormida sin ropa —acaricia mis piernas muy despacio para sentir su tacto.

—Me quedé con mi braga —le respondí con malicia.

—Sabes que pude habértela arrancado si hubiese sido necesario —arqueo la ceja.

—Entonces, ¿no fue necesario? —Proteste.

—Pudo haberlo sido, pero debo dejarte descansar, no todo el tiempo me la puedo pasar teniendo sexo contigo —reí.

—Y, ¿qué tal ahora? —Le pregunte.

Suelta una risa de la que pronto se relame los labios antes de ver como se levanta de la cama para bajar de un solo tiro sus pantalones y su calzoncillo, su potente cuerpo brilla a través de la luz que cae por la ventana de la habitación, su piel bronceada le da un color cálido a su cuerpo, añadiendo que, su cabello alborotado lo hace ver muy sexy. Agarra mis caderas para pronto dejar mis piernas fuera del colchón, le doy una mirada en la que puedo ver esa travesura y picardía que demuestra en este momento, se toma su tiempo para inhalar aire hasta que sus dientes empiezan a apretar su labio inferior; pasa un dedo por uno de mis muslos a punto de que arqueo mi espalda en el instante en toca mi punto sensible.

—Thiago… —susurro su nombre.

Su dedo se mueve muy lento logrando que pronto entre en mí, hace movimientos en círculos los cuales me hacen apretar las sábanas, juntar mis piernas y seguir jadeando ante la espectacular sensación. Se inclina para poder dejar un beso en mi boca, pero no me es suficiente porque pronto sus labios se deslizan a mi barbilla, luego a mi cuello y por último, en mis pechos, en donde a ambos los consciente con besos, lengüetazos y chupetes que me llevan cada vez más al cielo con los espasmos que me está provocando; su dedo se mueve cada vez más rápido en donde no me queda ni tiempo para levantarme y empujarlo hacia mí cuando suelto un grito que provoca que enrosque mis deditos de los pies, como a su vez, mi pecho sube y baja con aquella cometida que fue ligera pero que se llevó una buena bocanada de mi aliento.




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