“Tomar la decisión de tener un bebé es trascendental. Es decidir que tu corazón camine fuera de tu cuerpo por siempre”
Elizabeth Stone
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Es extraño volver a Portugal luego de pasar una semana en mi querido país, se siente como haber estado en un sueño del que nunca hubiera querido despertar, más porque esos días creería que fueron los mejores que he llegado a disfrutar, pero por supuesto, esa burbuja de la que me encontraba ha terminado por explotar, no me queda de otra que volver a esa realidad de la que ahora tendrá un enorme cambio, porque está vez, he vuelto con una alianza de matrimonio en el dedo, un contrato y un esposo.
Desde que hemos vuelto, no he dicho ni una palabra y no porque haya pasado algo entre nosotros, sino porque tengo miedo de lo que suceda hoy en adelante; porque una cosa fue haber disfrutado de una luna de miel de la que me llevo a tocar el cielo, a tener que volver a poner los pies en la tierra donde no sé qué actitud tomaremos en esta ocasión; aun así, espero que todo al menos sea como estos días que estuvimos en El Salvador.
Con anterioridad pensé que viviríamos por un tiempo en su apartamento pero en vez de eso, me di cuenta como nos aproximamos al sur de Portugal en donde pronto vi el letrero que mencionaba que ya nos encontrábamos en Lagos, algo que me dejo impresionada porque recuerdo como no teníamos planes en tomar unos días más de vacaciones y lo digo, porque también el día de hoy tenemos la cita con la obstetra por lo que no entiendo que estamos haciendo en esta ciudad.
Veo como Thiago pronto toma una calle alterna que nos lleva a unas residencias que se encuentran separadas por unos treinta metros de otras, las casas que hay en el lugar suelen ser considerablemente elegantes y grandes, algo que me dejo asombrada como a su vez, en empezar a creer en lo imposible. Sin embargo cuando Thiago se quedó en frente de un portón alto y color negro, esté pronto se abrió en donde entro su BMW gris, siendo así que, se estacionará debajo de un campo techado.
Se bajo del auto para luego ver como lo rodeaba para abrirme la puerta, la impresión de estar en aquel lugar fue totalmente sorpresivo que ni siquiera me levante del asiento en los primeros tres minutos; le di una mirada de la que pronto me hizo una señal para que saliera, así que, sin más que esperar, puse mis pies afuera del vehículo, para después sacar mi cuerpo en donde nuevamente le di varias miradas a aquella casa que parece estar diseñado al estilo Beverly Hills.
—Señor y señora Souza, bienvenidos a casa. —Apareció un pequeño equipo de personas de servicio.
—Muchas gracias Rubén. —Dice Thiago. —Les presento a mi esposa, Rut Souza. —Todo el personal se inclinó para saludarme. —Ru, te presento a nuestro personal, Rubén Pizarro el vigilante de la casa; Rita Osorio nuestra mucama y Sergio Mota, el de mantenimiento. —A través de su mascarilla imagine que deben de mostrar una sonrisa cálida al ver la presión que hace su rostro.
—Es un placer conocerlos a todos. —Les dije con amabilidad.
—El gusto es de nosotros, señora Souza. —Dijo con amabilidad la chica.
—Me pueden decir Rut o Ru, no es necesario lo de señora. —Ellos lo consideraron.
—Le daremos un vistazo a la casa, muchas gracias por estar acá. —Les agradeció Thiago antes de poner su mano en mi espalda baja para llevarme dentro de la casa.
Nos acercamos a la puerta de la casa en donde observe que saco las llaves del bolsillo de su pantalón para después, tomar mi mano y dejarlas en la palma, me impresione ante aquella acción que solo me hizo una señal con sus ojos para después interpretarlo con unas palabras.
— ¿Nos haces los honores? —Abro la boca pero de ella no sale nada.
Doy un respiro para empezar a poner la llave principal en la cerradura de la puerta, donde apenas al darle un giro, se escucha un pequeño tronido que hace que la empuje hacia dentro logrando que visualicemos la entrada de la casa, en donde quede impactada al darme cuenta de la elegancia del pasillo y las paredes con tonalidades hueso que tiene.
Empezamos a caminar dentro a punto de llegar primero a la sala principal en donde se encuentran dos tipos de sofá que dan a juego con los colores del salón, su piso es de madera y podemos ver unos cuantos mueven rústicos que se encuentran en las esquinas, hay pinturas y adornos que le dan ese estilo fino que no deja de sorprender; en frente se encuentran unos enormes ventanales que reflejan la vista del jardín, en donde además de haber flores coloridas hay una enorme piscina, con tumbonas, una sombrilla, a un lado una pequeña zona de barbacoa y a otro extremo, una terraza.
—Dios mío… —Exprese.
Seguí caminando para encontrar a un lado de la sala una puerta que al abrirla se encuentra una oficina de la que sirve hasta como para reuniones ya que tiene una mesa larga para sentar a un equipo de trabajo en ella; camine hacia otra dirección y termine en la cocina, la cual es grande, con muebles de madera y granito, como a su vez, una mesa para seis personas.
—Entre más espacio, ambos podemos cocinar juntos. —Giro mi rostro para ver a Thiago apoyado del contorno de la puerta.
Además de ello, encontré que la casa, tiene otra sala para tomar el té, una sala de juegos y un gimnasio propio; por otra parte al subir al segundo piso, hay cinco recámaras en distintas partes, pero sin lugar a dudar, la que compartiré con Thiago es la mejor porque tiene la vista hacia el mar; el baño es todo de un sueño, por no decir que tiene la propia elegancia como si fuera del palacio de la reina Isabel II.