Tere estaba más que feliz. Su cumpleaños se acercaba y su abuela, la señora Emma había sugerido llevarla de paseo a la ciudad.
Irían a visitar las grandes tiendas en la avenida. Podría comer dulces y escogería su regalo. Todo ello la tenía corriendo y jugando por la casa platicando sin cesar. La servidumbre disfrutaba de su energía, la cuál contagiaba sin problema.
Después del regreso de Consuelo, el sábado pasado, el vientre en la casa se había vuelto un tanto desagradable. Se había encerrado desde entonces, llamando a las sirvientas en algunas ocasiones para que fuera atendida, mientras que otras no se sabía de ella. El médico hizo presencia en la casa, revisando la minusiosamente, resetandole solamente más calmantes.
- Ávia quién es él ? - preguntó Tere señalando hacia una estatuilla en la habitación de su abuela. Había ido a visitarla después de su hora de descanso para leerle algunas historias.
El busto finalmente tallado se trataba de un sacerdote, Pascual Baylon; fraile franciscano,patrono de las obras. En su túnica colgaban muchos "milagritos" , ha estado en la familia por generaciones.
-Es San Pascual Baylon - respondió la abuela. Mientras tomaba su té de la tarde sentada cerca del balcón. Es tarde estaba un poco más fría. El otoño comenzaba a teñir las hojas. Por tal razón había optado por permanecer en la habitación, lo mismo su nieta, quien disfrutaba de estar con ella y escuchar historias de su juventud. - Por qué preguntás afecte meu*?-.
La pequeña lo recorrió con su mano - Lo ví paseando por tu habitación la otra tarde- responde si apartar la mirada del busto.
-Te dió miedo?- preguntó la señora Emma desde su lugar.
- No me dió miedo...- dijo Tere mientras iba a otro rincón en la habitación. La abuela la siguió con la mirada.
- En la familia ha pasado de generación en generación esa estatuilla. Él nos avisa cuando un familiar ésta próxima a fallecer -. Agregó la señora Emma sin apartar los ojos de su nieta.
- Cómo lo hace? - Tere abre el armario de su abuela, ríe antes de volver a cerrarlo.
-Dando tres golpes - prosigue - cerrando la misma puerta tres veces, por ejemplo - la mira esconderse detrás de una de las mesitas - A que juegas?-.
- A las escondidas -. dice la niña mientras se cubre la boca intentando no reírse.
-Y con quién estás jugando?- Mira la abuela en dirección del armario, las puertas de éste estaban abiertas de par en par.
- Con Rosa...- la niña chilla con sopresa, y sale corriendo de su escondite hacia su abuela depositando un beso en su mejilla,y después salir de la habitación.
La Señora Emma sonríe a su gesto, siguiéndola con la mirada hasta la puerta por dónde su nieta ha salido. Segundos después una silueta casi de la misma estatura sale también por su puerta, una pequeña de cabello negro.