Herencia de Sombras

Capítulo 18: El Mapa del Silencio

El cuarto de lectura se transformó en algo más que un espacio de libros. En cada pared colgaron pizarras improvisadas. Hojas impresas, fotos antiguas, diagramas con flechas y conexiones. Los nombres de familias influyentes se entrelazaban con fechas de nacimiento, datos de ministerios, artículos de prensa casi olvidados. Era como construir un mapa secreto de un mundo escondido a plena vista.
Naira clasificaba meticulosamente cada dato. Había algo en esa tarea repetitiva que le daba claridad. Kael, por su parte, utilizaba su memoria prodigiosa para recordar nombres de fiestas, reuniones familiares, comentarios sutiles que ahora cobraban otro significado.
—Esta familia —señaló Kael una tarde, tocando el nombre Verash—. Tiene tres hijos varones en dos generaciones. Y la madre actual era amiga cercana de mi abuela.
—¿Y en qué trabaja? —preguntó Naira.
—Encargada del Departamento de Registro Genético... —respondió Kael en voz baja. Se miraron.
No era coincidencia.
Pronto encontraron más ejemplos. Una familia con un hijo varón había donado tierras al gobierno justo antes del nacimiento. Otra había recibido licencias especiales. Una más, cuyo hijo apareció “milagrosamente” luego de una década de intentos fallidos, tenía vínculos con el sistema de justicia.
—El acceso no era suerte —dijo Naira—. Era pago. O poder. O sumisión.
—O silencio —añadió Kael.
Las piezas empezaban a encajar de forma escalofriante. Las familias con hijos varones estaban concentradas en el núcleo del poder. Y no solo eso: parecían protegerse entre sí, cuidarse como una red invisible.
—¿Cuántas familias llevamos? —preguntó Naira una noche, mientras anotaba un nuevo apellido.
—Cuarenta y seis —dijo Kael—. Y contando.
Ella dejó el lápiz y lo miró.
—¿Crees que alguna de estas familias haya cuestionado el sistema? ¿O solo lo aceptaron... porque salieron beneficiadas?
—A veces pienso que... nadie quería saber la verdad —susurró él—. Porque saberla implica perderlo todo.
Naira se acercó y le tomó la mano.
—Nosotros ya lo sabemos. Y aún no lo hemos perdido todo.
Él sonrió, aunque con tristeza. La verdad podía costarles la vida. Pero también podía liberarlos.
Una noche, mientras revisaban viejas cajas del despacho privado del padre de Kael —a escondidas—, Naira encontró un compartimento oculto en el fondo de un mueble. Dentro, cuidadosamente envuelto en una tela azul bordada, yacía un diario de cubierta gastada. El nombre Aireen Daerian estaba escrito con tinta delicada en la primera página.
Kael se quedó paralizado.
—Es... de mi madre —murmuró, sin aliento.
Con manos temblorosas, lo abrió. Las primeras páginas estaban llenas de pensamientos amorosos hacia su hijo: recuerdos de infancia, cartas nunca enviadas, poemas breves.
Pero luego... la tinta cambiaba de tono, y también el contenido.
> "Si estás leyendo esto, mi querido Kael, es porque la verdad finalmente te ha alcanzado. Quiero que sepas que te amé más que a mi propia vida, y fue por eso que nunca pude aceptar la mentira que nos rodea..."
A medida que leían juntos, el silencio de la habitación se llenaba de escalofríos.
> "Los hombres ya no pueden concebir, Kael. La mayoría son estériles desde hace generaciones. Es un secreto de Estado. Las familias con hijos varones somos seleccionadas, manipuladas, controladas. Tu nacimiento... fue planeado. No por mí. Pero sí por tu padre."
Naira sintió cómo el cuerpo de Kael se tensaba.
> "Intenté oponerme, me dijeron que era peligrosa, que estaba alterando el orden. Sabía que no viviría mucho más. Si algo me sucede, no lo creas un accidente."
El diario terminaba con un dibujo infantil de Kael, hecho por ella.
Kael cerró el cuaderno lentamente. Su rostro estaba blanco, las pupilas dilatadas. Naira lo abrazó sin decir palabra.
Horas más tarde, él rompió en llanto por primera vez frente a ella.
—¿Y si la mataron, Naira? ¿Y si la silenciaron solo por amarme y querer decirme la verdad?
Ella lo sostuvo con firmeza.
—Tu madre fue valiente. Y ahora tú también lo estás siendo. Eres lo mejor que este mundo me ha dado, Kael. No importa cómo llegaste aquí. Importa quién eres. Y eres... mi hogar.
La mirada de Kael se encontró con la suya. Lloraba, pero sus ojos brillaban de amor. Se besaron como si el mundo no existiera, como si la verdad solo los acercara más.
Esa noche, sus cuerpos se buscaron con ternura y deseo contenido durante semanas. Naira, por primera vez vulnerable, permitió que él la guiara. Y Kael, con la devoción de quien ama con todo su ser, la hizo sentir única, sagrada.
En esa habitación, entre secretos y sombras, se hicieron uno.



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En el texto hay: amor fantasía acción

Editado: 18.04.2025

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