Herencia de Sombras

Capítulo 27 – El Nuevo Amanecer

Tras dos meses de ardua campaña, la ciudad se había llenado de energía. Calles decoradas con estandartes, murales pintados con las palabras “La Igualdad No Espera”, y una juventud ferviente que por primera vez sentía que su voz tenía eco. Kael Daerian recorrió cada rincón del país: desde los sectores urbanos hasta las zonas rurales olvidadas por años. Hablaba con las mujeres mineras, con madres solteras, con jóvenes que jamás pensaron en participar en la política. Sus discursos no eran pomposos, sino claros, firmes y cargados de emoción.

—Durante décadas nos dijeron que esto era lo mejor que podíamos tener. Pero el pueblo merece más que migajas disfrazadas de privilegios —decía frente a una multitud en la Plaza del Este—. El futuro no será planeado por unos pocos. El futuro lo construimos todos.

Sus palabras resonaban como un canto nuevo. Los medios estatales intentaban opacar sus actos, pero era inútil. Las redes, los pasillos, los cafés... Kael estaba en todas partes. Naira, por su parte, no solo protegía su integridad física, sino también su visión. Como jefa de seguridad, organizaba cada recorrido, cada foro, cada debate, sin dormir más de tres horas seguidas.

Y valió la pena.

El día de las elecciones, las urnas se desbordaron. El conteo fue transmitido en cadena nacional, por obligación del Ministerio de Justicia Electoral. Cuando el veredicto final se anunció, la ciudad estalló en júbilo.

—¡Kael Daerian es el nuevo Primer Ministro! —anunció la moderadora con voz quebrada por la emoción.

En la plaza central, miles de personas gritaron, cantaron, lloraron. Kael subió al escenario, tomado de la mano de Naira, y alzó los brazos. El pueblo, por primera vez, no celebraba una imposición. Celebraba una elección real.

Discurso de apertura

—Esta victoria no es mía. Es de ustedes. De cada mujer que luchó en las minas sin saber si tendría el derecho a ser madre. De cada niño que creció preguntándose por qué sus amigos varones eran tan escasos. Esta victoria es de quienes se atrevieron a soñar con un mundo parejo. Hoy empezamos a construirlo.

La ovación fue atronadora.

Cambios internos

Los días siguientes marcaron el comienzo de una transformación profunda. Kael destituyó a antiguos miembros corruptos del Ministerio de Reproducción, renovó el consejo médico de fertilidad y, sobre todo, pidió una auditoría total de la Central de Distribución de Espermatozoides.

Un día lluvioso, Kael visitó la Central personalmente. Acompañado por un grupo de técnicos y médicas comprometidas con la verdad, entró a la sala principal del núcleo genético. Allí, los servidores que controlaban las asignaciones de ADN masculino habían estado manipulando secretamente las tasas de natalidad para favorecer la reproducción femenina y evitar el nacimiento de varones con ciertas características genéticas.

—Desactívenlo —ordenó con firmeza.

—¿Está seguro, señor? Esto es irreversible.

—Estoy seguro. Las mujeres merecen decidir. Y los hombres, nacer libres. —Su voz no tembló.

Con un pitido prolongado, las máquinas comenzaron a apagarse. La manipulación genética, que había perdurado por generaciones, había llegado a su fin.

Esa noche…

Cuando llegaron a casa, todo parecía en calma. Kael colgó su abrigo, se sirvió un poco de té y se sentó en el sofá. Naira fue a la cocina en silencio, pero al volver se tambaleó. Su respiración se volvió pesada, y su rostro palideció de golpe.

—Naira —dijo Kael, saltando a su lado.

Ella intentó sonreír, pero su cuerpo no la sostenía.

—Solo… me mareé un poco. —Su voz era apenas un susurro.

Kael la sostuvo entre sus brazos y la llevó con rapidez a la cama. La acomodó con cuidado, tocó su frente, y le apartó un mechón de cabello sudado.

—Has hecho demasiado, amor. Te exigí demasiado… perdóname.

Ella le tomó la mano con suavidad, mirándolo a los ojos.

—No te atrevas a disculparte por luchar por lo justo. Estoy orgullosa de ti… solo… creo que necesito descansar un poco.

Kael se quedó a su lado, velando su sueño. En silencio, con el corazón oprimido, se prometió a sí mismo no volver a poner su deber por encima del bienestar de ella. Porque Naira no era solo su protectora, era su compañera. Su hogar.

Y ahora más que nunca, necesitaba protegerla a ella.



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En el texto hay: amor fantasía acción

Editado: 18.04.2025

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