MEGAN
Mi mente estaba colapsando confusamente mientras abrazaba a Dominic con la misma fuerza que él lo hacía. ¿Qué le estaba pasando? Ayer habíamos cerrado nuestra conversación sin problemas. Su fragilidad me preocupaba. Sabía que su pasado estaba relacionado con su comportamiento y me frustraba no saber cómo ayudarlo.
Podía sentir la mirada de Amy detrás de mí. Estábamos conversando sobre la posible relación que estaba comenzando con Dominic, cuando tocaron la puerta. No le conté lo que él había dicho accidentalmente aquella noche en el parque. Fue una noticia que me impactó después, ya que me imaginé a un niño indefenso viviendo esa clase de vida.
Era triste e injusto. Algo dentro de mí, me decía que Dominic había sido lastimado emocionalmente y era por eso que su cáracter era frío y reservado. Lo entendía en cierto punto. También entendía por qué tenía esa necesidad de golpear a los demás en el ring. Era su forma de reflejar el dolor escondido de su interior.
Cuando logró separarse de mí, lo llevé a la sala. Amy se excusó, diciendo que iría al departamento de Sophie. Era claro que no quería estar presente. Se lo agradecería luego ya que por ahora necesitaba hablar con él.
Dominic se sentó a mi lado y podía escuchar su respiración entrecortada, como si hubiera estado desesperado por llegar a alguna parte. Su mirada estaba enfocada en el suelo y sus hombros subían y bajaban mientras trataba de respirar con normalidad.
Cautelosamente, me acerqué a él y cubrí mi mano sobre la suya. Se estremeció pero no me dio señales de retractarme. Levantó la vista hacia nuestras manos y hacia a mí. El corazón se me destrozó en pedazos. Sus ojos demostraban ira y tristeza. Pareció haber estado llorando porque sus pupilas estaban dilatadas y cansadas.
―¿Quieres hablar sobre ello? ―susurré, me dolía saber que aún estaba sufriendo.
Se quedó en silencio. Lo estaba considerando y por un instante estuve esperanzada a escuchar sus razones pero luego negó con la cabeza mientras volvía su mirada nuevamente al suelo.
Esta parte de Dominic no la conocía. Su vulnerabilidad era palpable y estaba intrigada por saber más. Quería que compartiera conmigo algo más profundo que solo lo superficial. Pero sabía que aún le costaba expresarse y no iba a presionarlo.
Le di su tiempo y el silencio fue expandiéndose. No era un silencio incómodo, sino uno que te ayudaba a organizar tu mente. Sostuve su mano durante todo el tiempo en que nos quedamos en silencio. De vez en cuando apretaba su palma contra la mía, como asegurándose que aún estaba a su lado. Me moría por descifrar cada uno de sus pensamientos atormentados pero preferí darle su espacio.
Al cabo de unos minutos, decidí hablar.
―¿Quieres desayunar? ―faltaba poco para las diez de la mañana y podía asegurar que eso aligeraría las cosas.
Respiró hondo y asintió.
―Conozco un lugar al que podemos ir.
―No te preocupes, yo puedo cocinar algo ―lo animé con una sonrisa mientras nos poníamos de pie.
―¿Segura? ―su voz era áspera y sabía que una parte de él seguía atormentándose.
―Sí, vamos ―lo invité a la cocina y me siguió.
Me lavé las manos y empecé a sacar las cosas necesarias del refrigerador. Cocinar no era una de mis especialidades, pero era buena en ello.
―¿Necesitas ayuda? ―di una mirada hacia a él por encima del hombro y vi que estaba recargado en el marco de la puerta, mirándome. No me dio tiempo de responder. Se alejó de la pared y se lavó las manos para ayudarme a preparar waffles.
Mientras desayunábamos no hablé sobre lo que lo había impulsado a venir aquí. Por el momento, me conformaba con saber que recurrió a mí cuando se sentía mal. Era halagador.
(...)
Al mediodía, fuimos al gimnasio. El lugar estaba despejado, aunque había unas cuantas personas en el bar y otras pocas en el ring. Nos encontramos a Derek y pareció leer la mente de Dominic porque rápidamente le preguntó qué le ocurría.
―Lo mismo de siempre ―contestó él, dejándome con la incógnita.
Derek asintió y luego me miró, dándose cuenta que yo no sabía exactamente a lo que se refería.
―Ernest estuvo preguntando por ti, dijo que fueras a su oficina.
―Bien. ¿Podrías quedarte con Megan mientras hablo con él? ―le pidió Dominic.
―Claro, no hay problema ―Derek hizo un ademán.
―Derek es un idiota, pero no te hará daño ―me dijo Dominic, palmeando el robusto hombro de Derek, quien frunció el ceño.
―Está bien ―me encogí de hombros, reprimiendo una risa.
La verdad no había hablado con él anteriormente. La mayoría del tiempo estaba con Cecy y era muy pocas las veces en que manteníamos una conversación. Luego de que Dominic se fuera, tomamos asiento en una de las mesas del pequeño bar para esperarlo.
Derek se sentó frente a mí y podría decir que su presencia era intimidante. Aún más que Dominic y Jay. Sacó una cajetilla de sus bolsillos y arrugé la nariz. Odiaba el olor a tabaco, pero supongo que tenía que soportarlo. Se dio cuenta de mi inconformidad porque me miró por un instante antes de encender el cigarrillo.
―¿Quieres uno? ―lo estaba haciendo a propósito, pero aún así negué con la cabeza.
―Así que, ¿sigues viendo a Cecy? ―pregunté, colocando las manos en mi regazo.
Giró su rostro a la izquierda y sacó el humo de la boca con lentitud, tomándose el tiempo de responder.
―Sí, la llevé a su departamento esta mañana.
Desde anoche, no había dado señales de vida, aunque Sophie fue la que me dijo que se había quedado con Derek. Ella lo supo porque cuando se fue con Jay a cenar, se encontraron con ellos y Cecy le avisó que no llegaría a dormir.
―No quiero ser una entrometida, pero ¿están en algo serio? ―debía confirmar que Cecy no terminaría con el corazón roto. Algo irónico porque yo podría terminar así.
Editado: 03.11.2020