Siempre me había importado una mierda lo que pensaran los demás sobre mí. Era algo que me tenía sin cuidado. Sin embargo, no podía ignorar todo lo que le había dicho a Megan. Me importaba los pensamientos que cruzaron por su mente cuando empecé hablar. Jamás imaginé que en un impulso, lograría decir cada palabra que escondía en lo más profundo de mi ser.
Fue desconcertante hasta dónde pude desahogarme siendo que había mantenido el pasado solamente para mí mismo. Me sentía culpable por las lágrimas que derramó, me odié en ese instante. Las palabras salieron envueltas por la ira y no pude callar mi jodida boca. Pero ahora que ella estaba enterada de una gran parte de mi vida, me preocupaba. No quería que su comportamiento a mi lado se viera afectado. No quería que actuara como si estuviera a lado de ese inútil adolescente que sufrió por muchos años. No lo soportaría.
Estaba dispuesto a seguir con lo nuestro aunque fuera un desafío porque demonios, me gustaba demasiado como para alejarme y olvidar lo que me hacía sentir. Ella era capaz de disminuir cada temor o duda cuando mi cerebro se bloqueaba. Con tal sólo mirar sus ojos era suficiente para volver a una realidad en donde únicamente visualizaba la cura del odio y la soledad. Maldita sea. Lo que provocaba su presencia era totalmente tan sorprendente que asustaba.
Me vi obligado apartarme de sus brazos después de un prolongado silencio. Uno que disfruté sintiéndola junto a mí. Sabía que estaba abrumada luego de haber descubierto lo inestable y triste que fue mi familia, si así podría llamarse lo que tuve.
Me quedé quieto mientras ella limpiaba la herida y la sangre seca de mis nudillos. Ardía como el infierno pero observarla me distrajo del dolor. Una vez que enredó vendas alrededor, sonrió y sería un estúpido para no darme cuenta que estaba consumiéndome el corazón poco a poco.
Al salir del almacen, supe que era un maldito egoísta. Recordé que Megan tenía planeado pasar la tarde con sus amigas y lo había hechado a perder por mis patéticos problemas emocionales. Fue por eso que le pedí que regresara con ellas. Se negó, diciendo que no debía seguir atormentándome.
Me fascinaba lidiar con su lado terco y exigente pero la convencí que necesitaba un tiempo solo. Necesitaba meditar y organizar mis pensamientos alterados.
La seguí desde mi auto a su departamento y luego de decirle que pasaría por ella en la noche como habíamos quedado, regresé al mío. Volví a ducharme, tratando de quitar la ansiedad que todavía tenía plasmada en mi piel. En la habitación, intenté localizar a Derek y Jay por medio de una llamada pero ninguno de los dos contestó.
Aventé el teléfono en la cama con un gruñido y comencé a caminar de un lado a otro. ¿Dónde diablos estaban ese par de idiotas? Megan había comentado que fueron con Josh e inmediatamente presentí una confrontación. Esperaba que no se metieran en líos porque era yo el que tenía que darle su merecido.
A las cinco de la tarde, recibí un mensaje de Derek en donde decía que estaba de vuelta en el bar con Jay. Tuve que llamarlo para necesitar más detalles de su desaparición. Resumió que le dieron una paliza de "advertencia" a Josh. Sonreí cuando mencionó que lo había dejado con una mejilla hinchada y la nariz rota. Hubiera deseado estar ahí para cooperar, pero ya llegaría mi momento. Antes de colgar, él y Jay se ofrecieron venir al departamento. Ambos querían asegurarse que estuviera bien pero me limité a decir que no era necesario y que los vería más tarde.
Estaba mandándome mensajes con Megan cuando una llamada entrante del agente Craig interrumpió la conversación. Me tensé, sabiendo que comunicarse conmigo sólo significaba una cosa: noticias de mi padre. Con el ceño fruncido, me levanté de la cama y atendí.
—¿Diga?
—Dominic, ¿puede venir a mi oficina? Tengo información importante.
No fue necesario extender la intriga. Me apresuré en dirigirme a la dirección que me indicó y en menos de diez minutos, estaba sentado en su elegante oficina. Me sentí como si estuviera frente al director de la universidad pero alejé esa idea cuando miré el rostro astuto y cansado del agente.
Me crucé de brazos y esperé a que terminara la llamada que estaba teniendo desde el dispositivo de su oreja. Cuando finalizó, dejé de mover el pie y suspiró, inclinándose hacia adelante y recargando los brazos en el escritorio.
—Solicité los documentos de su caso —sacó la carpeta de alguna parte y la abrió—. Busqué cualquier indicio que se relacionara con su padre. Por lo que leí, tenía una adicción con el alcohol.
Respiré profundo y asentí. —No había día que no bebiera.
—¿Y en esas condiciones era cuando agredía a su madre? —desvié la mirada y volví asentir—. ¿Qué hay de usted, Dominic? ¿también su padre lo golpeaba?
Apreté a los puños que estaban escondidos aún en mi pecho y lo miré, rehusándome a describir específicamente lo que había experimentado. Todavía tenía reciente la conversación con Megan y por ningún motivo quería volver a revivir esos momentos en mi cabeza.
—Necesito saber la información que encontró —evadí su pregunta luego de un silencio.
Tal vez supo que no conseguiría nada porque no siguió insistiendo y se dignó a continuar con el tema central.
—Después de investigarlo, descubrí que se mudó fuera de la ciudad éstos últimos dos años...hasta hace unas semanas.
—¿Qué quiere decir?
—Estuve al tanto de las aerolíneas, les proporcioné los datos de su padre para que me avisaran cualquier transacción que hiciera —abrió un cajón y me mostró un par de copias que parecían ser boletos de avión—. Regresó a Crawford, Dominic.
Me quedé mirando el escritorio, procesando la noticia. La bilis brotó en mi estómago y la sangre aturdió mis oídos, causándome un mareo. El corazón me bombeó dolorosamente y sentí palpitar el músculo de mi mandíbula. Sabía que volvería. Todo este tiempo estuve esperando su regreso y ahora tenía la oportunidad de cumplir lo que quería.
Editado: 03.11.2020