Heridas Ocultas

Capítulo 28

Las manecillas del reloj que estaba detrás de mí sonaron de nuevo. Solté un suspiró y miré la hora del teléfono. Faltaban cinco minutos para el mediodía. Ayer por la noche no pude conciliar el sueño pensando en la posible amistad que el agente Craig mantuvo con mi madre. Mi mente seguía formulando suposiciones hasta que amaneció.

Ahora estaba sentado en uno de los sofás, esperando impaciente fuera de su oficina. La recepcionista, que era una mujer mayor, solicitó que tomara asiento mientras que él terminaba un asunto importante con uno de sus clientes.

Dejé de golpearme las rodillas con los dedos cuando la puerta finalmente se abrió. Un hombre con un atuendo de negocios estrechó la mano del agente y luego se retiró del despacho.

—Puede pasar, Dominic —Craig dio un asentimiento al interior de su oficina y me puse de pie. Una vez que entré, cerró la puerta—. Toma asiento, por favor.

—No, gracias. —Me crucé de brazos y me recargué en la pared.

Suspiró y se sentó al otro lado del escritorio.

—Nos espera una larga conversación, así que la silla estará disponible cuando lo necesites.

No sabía a qué se refería con ese comentario, y en vez de indagar, me encogí de hombros.

—De acuerdo.

Se tomó el tiempo de ponerse cómodo. Se arremangó las mangas de su camisa hasta los codos y quedé desprevenido cuando se deslizó hacia a un pequeño frigobar cromado. Sacó una botella de Jack Daniels y un par de vasos de vidrio. En silencio, sirvió un poco en cada uno y guardó la botella en su lugar. Regresó a su posición original y me ofreció uno.

—No sabía que bebía en horas de trabajo. —Me acerqué y cogí el vaso.

—No lo hago. —Le dio un pequeño sorbo al contenido—. Pero me relaja cuando me siento… estresado.

Asentí, probando la bebida. —Bien. Lo escucho. —Volví a recargarme en la pared y esperé unos segundos para escucharlo hablar.

—Conocí a Jocelyn en la secundaria. —Su mirada estaba fija en la puerta, como si estuviera recordándolo—. Era una chica divertida y llena de vida. Teníamos personalidades similares y nos hicimos amigos de un día para otro. Nuestra amistad siguió viva hasta que entramos a la universidad. Conoció a otras personas, incluido tu padre, y comencé a portarme a la defensiva.

—Porque la veía como una hermana, entiendo —dije sarcásticamente.

Tomó otro trago, haciendo una mueca.

—Al principio era de esa manera. Pero después me di cuenta que la veía más que a una hermana o amiga.

—Era lógico —susurré.

—Lo admito. Estaba loco por tu madre. Pero oculté mis sentimientos por ella. No quería arriesgar nuestra amistad.

—¿Ella nunca se enteró de lo que sentía? —pregunté.

—Lo supo demasiado tarde. —Se quedó callado y logré apreciar el arrepentimiento en su mirada.

—Entonces, ¿conoció a mi padre?

Parpadeó y la profesionalidad pasó por su rostro por un breve instante.

—No mucho. —Sujetó el vaso de licor con fuerza—. Pero sí lo suficiente para afirmar que es un ser despreciable.

Concordaba completamente, pero la manera en que reaccionó era sospechosa.

—Supongo que debió ser desagradable ver a mi madre salir con él.

Desagradable es insignificante a comparación de lo que sentí. —Pasó saliva y desvió la vista a la ventana donde la luz nublada del cielo entraba a través de las persianas—. Fue doloroso.

—¿Cómo fue su relación? —Quería saber exactamente desde cuándo mi madre sufrió a su lado—. Ella y mi padre tuvieron que estar juntos bastante tiempo antes de que yo naciera.

El agente se rascó la barbilla y dejó el vaso vacío en el escritorio.

—Se veían… enamorados. Estuvieron conviviendo durante dos años sin problemas. Eran la pareja perfecta desde la perspectiva de los demás —dijo con amargura—. Las esperanzas de que ella sintiera algo más por mí fueron cada vez más escasas. Así que me conformé siendo su amigo, sabiendo que no iba poder olvidarme de ella. —Suspiró—. Pero su noviazgo fue complicándose con los años. Él se volvió más posesivo y controlador. De hecho, en varias ocasiones le prohibió a Jocelyn hablar conmigo durante clases.

—¿Nunca sospechó que la maltrataba? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Algunas veces lo consideré. Pero tenía la seguridad que ella me lo diría. Me apegué a la idea que nuestra confianza era mayor que cualquier cosa. Sin embargo, cuando menos pensé, su comportamiento cambió. —Sacudió la cabeza con disgusto—. Ya no sonreía como antes. Se notaba incómoda cuando él la abrazaba. Incluso llegué a percibir el miedo en su rostro cada vez que se acercaba. Conversé seriamente con ella. Le dije si había algún problema entre ellos, pero siempre decía que todo estaba bien. Que no tenía de qué preocuparme.

—Maldito —susurré, recordando la inseguridad de mi madre cada vez que le preguntaba por qué soportaba a mi padre. Tal vez lo amaba demasiado, pero lo más razonable, es que le tuviera pavor.

—Una noche ella apareció llorando en mi departamento. Había discutido con tu padre y cuando vi la marca rojiza en su muñeca me enfurecí. Era evidente que Irwin lo había hecho. —Apretó la mandíbula, y tomé cautelosamente otro trago—. Pero Jocelyn lo negó, diciendo que se había golpeado sin darse cuenta. Eso alimentó mi frustración. Le exigí que dijera la verdad. Siguió culpándose y no aguanté más. Le dije que no valía la pena estar con él. Le confesé que estaba enamorado de ella y que no iba a permitir que nadie le hiciera daño.

—¿Qué dijo al respecto?

—Se sorprendió, pero cuando dijo que una parte de ella quería estar conmigo, la besé. —Sus ojos castaños se oscurecieron y esbozó una media sonrisa—. Después de tantos años, finalmente me atreví a besarla.

—Vaya —murmuré.

—Pasamos la noche juntos.

Lo miré, dejando el vaso de licor en la repisa que estaba a mi lado.

—¿Quieres decir que ella y tú…? —Asintió y necesité unos momentos para interpretar lo que significaba—. Mierda.



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En el texto hay: romance, accion, amor

Editado: 03.11.2020

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