Heridas Ocultas

Capítulo 30

 

Mientras todos prestaban atención al profesor, yo estaba mirando la espalda de Daniel Wester desde mi asiento del fondo. Estaba pensando en cómo hablar con él sin que saliera huyendo y obtener un poco más de información sobre mi padre de una manera neutra. La ocasión anterior no resultó como esperaba. Y ahora tenía que recurrir al consejo de Jay, ser paciente y cuidadoso.

Según el agente Craig, si Daniel presentaba cargos contra mi padre -ya sea por posesión de drogas o maltrato familiar-, mi meta para refundirlo en prisión estaría cerca. El único problema era que no estaba seguro si el chico accediera a traicionarlo.

Estaba planeando las posibilidades de hacer mi siguiente movimiento, cuando escuché la voz del profesor, que sería mi primera opción para empezar a actuar.

-Pueden intercambiar opiniones del tema con algún compañero.

Los demás se movieron entre murmullos y rápidamente me trasladé a la mesa de Daniel. Su compañero, que se iba a sentar a su lado, me miró nerviosamente antes de cederme el asiento y buscar otra persona.

Por lo menos me ahorré ese inconveniente.

Daniel no pareció tan sorprendido mientras dejaba mi cuaderno con las páginas en blanco en la butaca. Sin embargo, percibí cierto temor en la expresión de su rostro.

-Supongo que no estás aquí para... hablar sobre la clase.

-Escucha, sé que nuestra pasada conversación no fue como esperaba. -Miré al profesor por un instante, solamente para confirmar que estaba ocupado con sus apuntes-. Y como pudiste darte cuenta, mi reacción es impulsiva cuando no tengo resultados precisos. Así que, estoy tratando de ser lo más pacífico posible en este momento.

Asintió, mirando sobre mi hombro. Sabía que Jay nos estaba observando desde su lugar.

-No sabía que eras hijo de Irwin -dijo en voz baja.

-Pero ahora lo sabes. -Tomé una respiración profunda y cuando continué, el tono de mi voz salió en un brusco susurro-. Necesito tu ayuda.

Sus cejas se fruncieron detrás de sus gafas. No estaba acostumbrado a pedir favores, mucho menos a alguien que parecía ser débil en todos los aspectos. Pero hice una excepción. Que él contribuyera en esto era importante y necesario.

-No comprendo. -Sacudió la cabeza-. ¿Para qué quieres mi ayuda?

Recargué los codos en la mesa y lo miré, casi desesperado.

-Tu madre está relacionada con mi padre. Por lo tanto tú también lo estás, así como tu hermanastro de dos años. No pretendo contarte las cosas con detalles. Simplemente necesito que atestigües en su contra.

Sus cejas se fruncieron detrás de sus gafas y tras una pausa, suspiró.

-No puedo. Está involucrado en las drogas y no quiero entrometerme. No es asunto mío.

-Entiendo -dije con un gruñido-. ¿Te llevas bien con él?

Sus delgados hombros se estremecieron y pude notar tensión en su mandíbula.

-No lo soporto.

Me quedé en silencio por unos segundos mientras miraba de reojo como una de sus manos se envolvía en un puño con fuerza.

-Entonces, ¿qué te impide hacer lo que te digo?

-Mamá es feliz. -La ira que brillaba de sus ojos se suavizó y sus hombros se relajaron con resignación-. Y lo ama.

-¿Él es agresivo con ella?

Al momento que hice la pregunta, comenzó a balbucear y negar la cabeza como si estuviera convenciéndose a sí mismo. Deducí fácilmente que estaba mintiendo. Era imposible creer que el comportamiento de mi padre había cambiado. Seguiría siendo violento sin importar los años que pasaran.

El timbre de salida sonó, recordándome que la última clase había terminado. Y Daniel, quien seguía sin dar una respuesta clara, se levantó del asiento con incomodidad.

-¿Lo es, verdad? -dije, viendo como se apresuraba a guardar sus cosas-. ¿También te golpea?

Percibí su cuerpo paralizarse por un instante.

-Lo siento, uh... -Sus dedos temblaban mientras cogía la mochila-. Uh, no puedo ayudarte.

Con la cabeza cabizbaja, salió del aula dando pasos torpes. Fruncí el ceño y medité la idea de que él podía ser una víctima más.

-¿Qué tal fue? -escuché la voz de Jay enseguida de mí.

-No estuvo mal. -Me encogí de hombros, todavía mirando por dónde se había alejado.

(...)

-Tenemos que ayudarlo, Dominic. -La desesperaciónreflejada en el rostro de Megan me inquietó.

Estábamos en la sala de su departamento. Nos dirigimos aquí después de haber comprado pizza. Habíamos estado conversando sobre nuestros planes del fin de semana, pero cuando de un momento a otro mencionó a Daniel, recordé lo de ésta mañana. No pude quedarme callado. Le conté a Megan sobre las suposiciones que tenía. Ahora ella creía que era nuestra responsabilidad auxiliarlo tanto a él como a su mamá y su hermano de dos años.

-No podemos hacer nada. -Me incliné, dejando la caja vacía de pizza en la mesita de centro y luego me puse a lado de Megan-. Además, no creo que lo admita.

-Tiene que hacerlo. Cualquiera haría lo imposible para proteger a su familia.

-No siempre es suficiente -repliqué, sintiendo la necesidad de regresar al pasado.

Ninguno de los dos habló durante los siguientes segundos. Sabía que Megan había captado lo que quise decir. Me quedé callado, pensando en que mucha de las veces no lograbas arreglar o solucionar alguna situación. Cuando era pequeño, tenía la esperanza de que el día de mañana sería diferente. Esperaba cambios en mi vida. Visualizaba a mi madre sonreír con su rostro despejado de golpes y heridas. Incluso visualicé a mi padre como un hombre cariñoso y atento.

Resoplé en silencio y sacudí la cabeza. Dolía como el infierno darse cuenta que eso nunca sucedería. Mi madre estaba muerta y el maldito de mi padre jamás sería como mi mente lo llegó a imaginar.

De repente sentí la calidez de la mano de Megan sobre la mía y me volví hacia a ella, encontrándome con su mirada preocupada.



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En el texto hay: romance, accion, amor

Editado: 03.11.2020

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