Hubo un prolongado silencio mientras sentía que mi cuerpo flotaba en el aire. Mi mente estaba en blanco. No podía recordar nada. Parecía que estaba vacío por dentro. Estuve encerrado en una burbuja, en donde los sonidos a mi alrededor eran amortiguados.
No pensaba con claridad. Estaba cansado, mareado. Como si me hubieran drenado la fuerza que tenía para mantenerme cuerdo. La negrura que percibía era total, ni siquiera podía reconocer en qué estado me encontraba.
Momentos más tarde, desperté. Sentía los párpados pesados pero parpadeé, tratando de enfocar el lugar. Frente a mí estaba una ventana. Las persianas estaban corridas hacia abajo y entre los espacios, se asomaba unos cuantos rayos de sol. Mierda. ¿En dónde estoy?
Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Me sentía confundido. Miré el resto de mi cuerpo que yacía en una cama ancha y con tubos a los lados. Por lo menos sabía que estaba en el hospital. Pequeños destellos se apoderaron de mis pensamientos. Corrientes de recuerdos cruzaron en mi memoria como si fueran rayos eléctricos.
Joder.
La escoria de mi padre me había disparado, ¿qué pasaría con él? ¿En dónde diablos estaba a Megan? ¿Se encontraba bien? ¿Desde cuánto tiempo estaba aquí? ¿Por qué me sentía tan agotado?
Comencé a escuchar un bip que sonaba en pausas enseguida de mí. Quería respuestas ahora, pero volví a quedar inconsciente.
Las luces estaban encendidas cuando abrí los ojos. Mi cuerpo aún exigía descansar, pero mis sentidos estaban empezando a localizarse. Tenía una mascarilla de oxígeno que incomodaba. Me la quité con cuidado. Podía respirar por mi cuenta.
Bajé la vista hacia mi mano y una aguja estaba canalizando la vena debajo de mis nudillos mallugados. Intenté moverme, pero ahogué un quejido al sentir dolor en el brazo y hombro.
Percibí movimiento a unos metros de mí y rápidamente levanté la mirada. El agente Craig, quien estaba cruzado de brazos cerca de la puerta, me saludó con un asentimiento. Otra sombra se desplazó fuera de la silla y luego su rostro fue iluminado por la lámpara.
—Maldita sea, Dominic —Derek sacudió la cabeza y cerró los ojos por un instante, antes de volverme a mirar con angustia—. Ya era hora que despertaras.
—¿Dónde... —Pasé saliva y casi me arrepentí de haberlo hecho. Tenía la garganta seca como una lija—. ¿Dónde está Megan?
—Jay la llevó a la cafetería del hospital. Ha estado olvidando comer correctamente.
—Pero... ¿está bien?
—Está bien —afirmó el agente.
—¿Te sientes mejor? —dijo Derek, señalando mi hombro vendado.
—Duele un poco.
Asintió, frunciendo los labios.
—Te hicieron cirugía, viejo. La operación salió bien. Sólo fue cuestión que tú mismo respondieras a los analgésicos que te han estado dando. —Suspiró—. Iré por el médico para avisarle que ya despertaste.
Derek se marchó y miré al agente. Se veía aseado y profesional como era de costumbre. Pero su expresión era indescifrable.
—¿Qué pasó con mi padre? —pregunté.
—Ya no tienes de qué preocuparte, Dominic. Está en prisión. Tiene cargos de posesión de armas, tráfico de drogas, abuso familiar y fue acusado como responsable de la muerte de tu madre. —Tras una pausa, esbozó una media sonrisa—. No tuvo derecho a libertad condicional. Así que su condena es suficiente para permanecer ahí por un largo tiempo.
—Eso es jodidamente bueno. —No podía decir que estaba completamente feliz porque mi madre no estaría de vuelta. Sin embargo me sentí satisfecho.
—Se suponía que lo capturaría en unas semanas más. Pero decidí arriesgarme. Además, ¿recuerdas a Daniel Webster? —Asentí, frunciendo el ceño—. Dio su declaración en contra de Irwin. Mostró pruebas que confirmaron los delitos que cometió y admitió que su mamá había estado siendo agredida, incluso dijo que a él también lo golpeaba.
—Vaya —Respiré profundo, sintiendo una amarga tristeza—. Pobre chico.
—Lo superará. Tanto él como su madre se comprometieron a visitar un psicólogo. —Me miró con cautela—. Deberías considerarlo también, Dominic.
Quería contradecirlo y responderle que no se entrometiera. Luego medité la opción de reiniciar mi vida. Tenía a Megan y a mis amigos, pero supongo que debía hablar con experto en este tipo de casos.
—Lo haré. —Asentí, solo para decirme a mí mismo que lo cumpliría.
—Bien. —Sus hombros se relajaron al mismo tiempo que exhalaba—. Cuando te mejores, espero que me acompañes a tomar un trago. Por fin se ha hecho justicia y creo que sería justo que celebráramos en memoria de tu madre.
Pensé en lo cercanos que él y mi madre habían sido y sonreí porque podía decirle que me contara algunas anécdotas de ella.
—Claro que sí.
—Cuentas conmigo para lo que sea, Dominic. No sólo como un agente, sino como un amigo —Se acercó y estiró el brazo—, ¿y por qué no como un padre, también?
Sentía una rara sensación de anhelo en estómago.
—Gracias, Dave —Estreché su mano, agradecido.
En eso, el médico apareció acompañado de Derek.
—Me alegra verlo despierto, joven Armstrong. —El hombre sonrió con profesionalismo y cuando intenté levantarme, me lo impidió—. Todavía necesita guardar reposo.
Gruñí y miré a Derek.
—Necesito ver a Megan.
—De acuerdo —dijo exasperado—. Iré por ella.
Derek se marchó y antes de que el agente Craig lo imitara, se volvió hacia a mí.
—Mientras tanto, escucha las indicaciones del Dr. Johnson.
Asentí, rodando los ojos. Quería salir de aquí. Odiaba sentirme impotente y débil. El médico comenzó a explicarme el proceso de la operación, entre otras cosas. Supe que había estado en el hospital casi por dos días. También me informó que tenía que estar otro par de días. Todo dependía de cómo iba la recuperación.
Revisó las condiciones de la herida y los signos vitales, y minutos después se marchó, avisándome que debía descansar. Me sentía ansioso así que no creía poder dormir hasta asegurarme que Megan estuviera bien.
Editado: 03.11.2020