Heridas Profundas

Capítulo 1

Sofía se encontraba sentada en la cama, con la mirada fija en la carta que sostenía entre sus manos temblorosas. Las palabras escritas con la elegante caligrafía de Andrés parecían bailar ante sus ojos, como si quisieran burlarse de ella.

"Querida Sofía,

No puedo seguir con esta farsa. He visto el video que me enviaron, y sé la verdad. Sé que me has estado engañando con otro hombre todo este tiempo. ¿Cómo pudiste hacerme esto? Después de todo lo que hemos vivido juntos, ¿cómo pudiste traicionarme de esta manera?

No puedo perdonarte, ni siquiera puedo mirarte a la cara. Has destrozado la confianza que teníamos, y eso es algo que no puedo recuperar. Por lo tanto, te pido que recojas tus cosas y te vayas de mi vida. No quiero volver a verte ni a saber de ti. Espero que seas feliz con tu amante, porque conmigo se acabó todo."

Sofía sintió que las lágrimas le quemaban los ojos, pero se negó a dejarlas caer. Había leído y releído esa carta una y otra vez, buscando alguna señal de que todo fuera una horrible pesadilla. Pero la cruda realidad la golpeaba con cada palabra.

Andrés la había echado de su vida, convencido de que lo había traicionado. Y lo peor de todo era que ella no tenía idea de cómo había sucedido todo esto. ¿Qué video era ese del que hablaba? ¿Cómo podía creer que ella lo había engañado?

Sofía se levantó de la cama, sintiendo que las piernas le temblaban. Tenía que encontrar a Andrés, tenía que explicarle la verdad. No podía permitir que su mundo perfecto se desmoronara de esa manera.

Fue entonces cuando escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Su corazón se detuvo por un instante al ver a Andrés parado en el umbral, con la mirada oscurecida por la ira y el dolor.

—Así que todavía estás aquí —dijo él, con un tono de voz gélido que le heló la sangre a Sofía—. Creí haberte dicho que recogieras tus cosas y te largaras.

—Andrés, por favor, déjame explicarte —suplicó Sofía, acercándose a él con cautela.

Pero Andrés levantó una mano, deteniéndola en seco.

—No quiero oír nada de lo que tengas que decir —espetó—. Ya sé todo lo que necesito saber. Eres una mentirosa y una traidora, y no voy a permitir que sigas burlándote de mí.

Sofía sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Andrés, el hombre al que amaba con toda su alma, la miraba con un odio que le partía el corazón.

—Andrés, por favor, escúchame —suplicó una vez más, desesperada por encontrar una manera de llegar a él.

Pero Andrés ya no la escuchaba. Con un movimiento brusco, se acercó a ella y la tomó del brazo, arrastrándola hacia la puerta.

—¡Te dije que te largaras! —gritó, empujándola con fuerza—. ¡No quiero volver a verte nunca más!

Sofía sintió que el corazón se le partía en mil pedazos mientras Andrés cerraba la puerta con un estruendo. Se quedó allí, de pie en el pasillo, sin saber qué hacer. Las lágrimas que había contenido finalmente se desbordaron, y Sofía se abrazó a sí misma, sollozando en medio de la oscuridad.

Todo se había terminado. Su mundo perfecto se había convertido en cenizas, y ella no tenía idea de cómo iba a sobrevivir a esta devastadora pérdida.




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