Hermanastros ( I libros )

Capitulo 06 - Paulina

Han pasado ya ocho días desde que desperté, y Kate no me deja respirar ni un minuto. Estoy completamente agotada. No he parado de ver las cosas para mi fiesta de cumpleaños y preparar todo para mi transformación. Hoy nos encontramos en una tienda de ropa, buscando el vestido perfecto, y aunque ya llevamos horas, no hemos logrado encontrar lo que quiero.

-¿No crees que aún falta? -le dije, mirando con cansancio alrededor. Llevábamos casi seis horas de tienda en tienda, buscando el dichoso vestido perfecto.

-Si no lo encontramos en esta, nos vamos y seguimos mañana -respondió Kate, jalándome del brazo. Entramos a una tienda enorme, mucho más grande que las anteriores.

-Si no encontramos aquí "el vestido perfecto" -dije, poniendo las comillas con los dedos-, dudo que lo hallemos en otro lado. Kate, se nos acaban las opciones. -Me quejé, pero ella no me prestó mucha atención.

-Tranquila, ven -me jaló hacia los vestidores-. Espérame aquí, iré a ver las opciones y te las traigo... ¿Ok? -Asentí y me senté en un cómodo sofá que había dentro de la tienda, mirando mi celular mientras me dejaba llevar por la atmósfera agobiante de tanto tiempo en un solo lugar.

(...)

Ya llevaba más de una hora probándome vestidos y ninguno convencía a Kate. Sin embargo, de los que me probé, había algunos que sí me gustaron y que pensaba quedarme, aunque sabía que no serían los elegidos para esa noche.

-Este es el último, Kate -dije, saliendo del vestidor, mostrando un vestido que me parecía más adecuado para el evento.

La cara de Kate fue suficiente para saber que este era el elegido.

-Es perfecto -dijo, sonriendo de oreja a oreja. Yo, en cambio, me miraba en el espejo, buscando algún error, pero no lo encontré.

-Bueno, quítatelo y vamos a pagar -me dijo mientras me empujaba suavemente hacia el vestidor.

-Vamos, que nadie te puede ver, tiene que ser sorpresa -me apresuró a decir. Yo, molesta pero divertida, le respondí con tono sarcástico.

-Ok, mamá -le respondí, entrando al vestidor. Mientras me cambiaba, añadí-: Oye, ya que estamos aquí, tengo que buscar ropa deportiva. No quiero dañar este vestido que me costó una eternidad hallar.

Kate sonrió y asintió. Me dio una pequeña lista de lugares dentro de la tienda y me llevó hasta la sección de ropa deportiva.

-Tienes razón -dijo ella-. Vamos a ver qué encontramos.

Me jaló hasta ese lugar y, tras una rápida revisión, me dio cuatro cambios para probarme. Me metí al vestidor y comencé a cambiarme.

El primero y el segundo no le gustaron, pero el tercero sí la convenció. Era un conjunto deportivo que destacaba mucho más de lo que esperaba.

-¡Diablos, pero qué perra te ves con eso! -exclamó Kate, observándome con los ojos brillando de emoción. Era un conjunto rojo con flores en los hombros y sin cintas para ajustarlo. Me llegaba hasta la mitad de la pierna, ajustándose a mi figura de forma perfecta.

-Lo sé -le respondí con una sonrisa, admirando mi reflejo. Me quedé viendo en el espejo un poco más, pero de repente me acordé de algo.

-Pero te confundes, perra la que tengo que matar -dije, recordando a Sora, la cual aún no había tenido la oportunidad de enfrentar. Kate me miró confundida, pero no preguntó más.

-Bueno, vamos a pagar -dijo Kate mientras me empujaba fuera del vestidor-. Tengo sueño, y tú también.

(...)

Finalmente, llegué a casa con un montón de bolsas. Al entrar, pude ver a mi padre, Erika y, por supuesto, mi dolor de culo, Fabricio. Las cosas entre nosotros no han cambiado mucho, solo que ahora cuando peleamos, ya no lo hacemos con tanto odio. Hay algo más, algo incómodo que no me atrevo a nombrar, pero... bueno, como hermanos. No sé cómo explicarlo sin ponerme incómoda.

-Ya vine -dije, llamando la atención de todos. Mi padre fue el primero en reaccionar.

-¡Qué montón de bolsas, princesa! -dijo con una sonrisa, mirando todo lo que había traído.

-Lo sé -respondí-. Cuando se trata de compras con Kate, es un gasto enorme.

-Nos llevarás a la quiebra, estúpida -comentó Fabricio, pero de una manera que ya no sonaba tan grosera.

-Cállate, imbécil -le respondí de mala gana. Erika y mi padre se rieron ante mi comentario, pero yo solo me limité a soltar una risa nerviosa.

-¡Ay, que hagan eso! Como si fuéramos hermanos de verdad -me quejé, pero en el fondo, me sentía un poco culpable. Aún no me acostumbraba a la idea. Agarré las bolsas que había dejado en el suelo y me dirigí hacia las escaleras, esperando que el tema se acabara ahí.

Las risas se apagaron con mi siguiente comentario.

-Las veces que he dicho que le haya salvado el culo no significa que lo quiero. Lo hice porque Erika se iba a poner triste, y luego tú, papá, y eso afectaría a la manada. Que su luna y su alpha estén en depresión por una plasta de mierda, no me hace feliz.

Mi padre se puso serio de inmediato, y me lanzó una mirada que no dejaba lugar a dudas.

-Paulina Moon -dijo, con voz autoritaria.

-¿Qué? -respondí, hartándome-. Es verdad... -Suspiré y subí rápidamente las escaleras hacia mi cuarto. Necesitaba estar sola por un momento. Entré al baño, me duché, me cambié a mi pijama y me tiré en la cama.

-¿Será que me pasé con lo que dije? -me reproché a mí misma. Sentí una punzada de culpa por las palabras que salieron de mi boca. Además, la mirada de Fabricio me decía que le había afectado. Me quedé mirando el techo, pensando.

-Solo estoy imaginando cosas, debe ser por el cansancio -pensé mientras me giraba en la cama, cerrando los ojos.

-Sí, eso es. -Finalmente, caí en los brazos de Morfeo, adentrándome en un sueño profundo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.