Hermanastros ( I libros )

Capitulo 10 - Paulina

Bajé de la tarima y escuché aplausos. Me fijé en la hora: son las once y cuarenta y cinco. Corrí hacia mi padre, que estaba con Kate y Fabricio hablando con unos señores.

-Papá, ya es hora -le dije, jalando a Kate, quien tenía mi bolso con el cambio de ropa.

-Nos vemos luego -se despidió de las personas con las que estaba y fue tras de mí.

-Espera -dijo Fabricio, siguiéndonos. Llegamos a un lago: el Lago de la Luna, de nuestra manada. Me quité el vestido y me puse una camisa, ya que llevaba short debajo. Luego le pedí a mi padre y a los acompañantes que me dejaran sola.

Minutos después, comencé a sentir dolor en todo mi cuerpo. Sentí cómo mis huesos se quebraban para volver a adaptarse a su nueva forma. Después de cinco largos minutos, me levanté del suelo y me acerqué al lago para ver mi reflejo. Ya estaba frente al agua. Era una loba hermosa, del color de la noche, negro con un toque de blanco, y con ojos azules profundos.

-Hola -escuché una voz suave, como un susurro en mi mente.

-¿Hola? -respondí, sorprendida, mirando mi reflejo en el agua del lago.

-Mi nombre es Star, soy tu loba.

-Eres hermosa -dije, aún frente al lago, sin poder creer lo que estaba viviendo. Era como si una parte de mí se hubiera despertado de golpe. -Soy Paulina.

-Somos hermosas -respondió Star con una emoción palpable en su voz. -¿Vamos a correr, qué dices?

-Claro -respondí sin pensarlo, dejando que mi cuerpo se moviera al ritmo de mis pensamientos. Corrí por el sendero cerca del lago, sintiendo la libertad de mi nueva forma. Entonces, un dulce aroma llegó a mi nariz, como miel y menta, y me detuve de golpe.

-Mate, mate... ¡Búscalo! -se quejó Star, como si supiera lo que estaba pasando.

-¿Qué tan rápido? -pregunté, asombrada por la intensidad de la llamada.

-¡Búscalo! -insistió Star, como si esa fuera la única respuesta posible.

Corrí en dirección al aroma, pero antes de llegar, se desvaneció. Miré a mi alrededor, confundida, y terminé por llegar donde estaban Erika, mi padre y Kate, quienes me miraban asombrados.

-Eres hermosa -dijo mi padre, acercándose y acariciando suavemente mi cara, como si no pudiera dejar de admirar mi transformación.

Kate, siempre llena de energía, se tiró encima de mí y me abrazó con fuerza.

-¡Ay, qué chula! -exclamó, con una sonrisa radiante en su rostro.

Me aparté un poco de ella, buscando mi bolso entre la ropa que había dejado en el suelo. Me vestí rápidamente, pero me quedé un momento parada allí, mirando al vacío.

-¡¿Dónde fue?! -exclamé, frustrada. Estaba segura de que el aroma de mi mate estaba cerca, pero no podía encontrarlo.

-Tranquila, lo encontraremos. Está más cerca de lo que parece, así que no hay por qué preocuparse -me consoló Star en mi mente.

-Sí, supongo que tienes razón... Vamos con mi papá y Kate.

-¡Sí! -afirmó Star, con alegría. Ella también estaba emocionada por lo que estaba por venir.

(...)

Ya estaba en mi cuarto, acostada sobre la cama, con la mente ocupada en ese aroma exquisito a miel y menta. Cerré los ojos, tratando de recordar cada detalle, y pronto me quedé dormida, sumida en un sueño profundo.

(...)

Al día siguiente, me desperté temprano, atraída por el mismo aroma que había sentido la noche anterior. Salí corriendo de mi cuarto, sin perder tiempo, y bajé las escaleras rápidamente. Cuando llegué al comedor, vi a Fabricio sentado con uno de sus amigos, quien parecía un chico nuevo. Me lancé sobre él, pero cuando lo hice, me di cuenta de que no era él el que desprendía ese dulce aroma. El aroma venía de atrás, de donde estaba Fabricio. Mi corazón latió más rápido, y me separé de su amigo, dirigiéndome directamente hacia él.

Lo miré, y lo vi allí, parado, con una mezcla de dolor, molestia y confusión en su rostro.

-¡Esto debe ser una maldita broma! -grité, molesta, sin poder controlar las palabras que salían de mi boca.

Él no respondió de inmediato, solo me miraba, como si estuviera intentando entender lo que acababa de decir. Su mirada estaba cargada de sentimientos encontrados, y por un momento, me sentí mal por haber gritado de esa manera.

Fabricio solo me miraba, dolido. El silencio entre nosotros se volvió pesado, y mis emociones se desbordaron al no poder comprender lo que estaba sucediendo. ¡Era mi mate! ¿Por qué sentía que las cosas se volvían tan complicadas?

-Paulina... -murmuró, y aunque su voz era suave, el dolor que llevaba era evidente.

Pude ver en sus ojos que él también estaba sintiendo algo fuerte, algo que ni él ni yo podíamos ignorar. Sin embargo, mi corazón seguía acelerado, sin poder procesar todo lo que estaba sucediendo a la vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.