Hermandad: Ciudad Oscura (vol.2)

Contactos turbios y amables.

—Esto no puede ser bueno ¿Verdad?— Pregunto Aylin mirando al gatito temblando y con una clara expresión de dolor. Está enfermo, sí, pero ¿Por qué?— Ayer estabas bien ¿No? ¿Ahora qué debo hacer?

Si iba a un veterinario, lo matarían por ser un Bloguma.

Pero tampoco es que tuviera más opciones más que… No, no iba a dejarlo morir.

Quizá pueda pedir consejo a alguien.

Pensó en Johan pero el gato era un Bloguma y podría no aceptar ayudarlo, además, ella tampoco era del todo humana y… Le dolía pensarlo pero últimamente habían estado algo distantes.

Tomo al gato con sus suéter rasgado y se dirigió hacia donde la segunda persona con la que más segura se sentía.

—Se equivocó­— Dijo Santiago señalando el error en la pequeña plaquita de muestra.

Santiago Castellanos era un chico alto y delgado, de ojos negros con grandes pestañas gruesas cubiertos por unos lentes de pasta roja, tez olivácea, cabellos morenos cortos y labios delgados. Llevaba una camisa blanca, unos pantalones negros y sobre estos, su bata de trabajo.   

—No, de hecho este es el resultado que esperaba—­ Le dijo la maestra con orgullo.

La profesora, Dulce Liar, portaba un suéter blanco con cuello de tortuga, pantalones de mezclilla azul que marcaba su figura. Era de baja estatura, de cabellos castaños cortos, lentes cuadrados rojos, ojos verdes, pecas en su nariz y cuerpo delgado.

—No, de hecho no— Dijo Santiago negando con la cabeza— No puso la muestra ¿No se dio cuenta?

—Eso es imposible, yo…—Comenzó pero se detuvo al darse cuenta de que era cierto.

—No sé si es buena idea que se divierta en la escuela— Dijo su alumno con despreocupación.

— ¡¿Eh?! ¡¿Qué?!— Dulce se puso tan nerviosa que por poco tira la plaquita donde estaban haciendo las muestras tratando de cubrir su cuello— ¡Me puse el cuello de tortuga más grande que tenía!

Santiago entonces lo confirmo. Solo era una sospecha hasta ese punto ya que nunca usaba esos cuellos.

—Gracias por el dato, yo solo bromeaba.

— ¡Tramposo!— Gritó la mujer haciendo un puchero mientras le jalaba un poco la bata— ¡Se supone que debes respetarme! ¡Soy mayor que tú y soy tu maestra!

—Vale, vale, lo siento…—Santiago no sabía que había hecho mal— Aunque es sorprendente que estés con alguien tan amargado como el profesor Allegado con lo brillante que eres.

— ¡¿Y tú como sabes que estoy con él?!

—Creo que toda la universidad lo sabe— Santiago se encogió de hombros.

— ¡¿Quééééé?!

Ella era la única que no sabía que todos sabían.

Alguien toco la puerta, haciendo saltar a la pobre profesora.

Santiago se apartó y fue abrir, solo para encontrarse con Aylin que tenía un bulto en sus manos, estaba sudando y sin aliento así que supuso que había corrido desde casa hasta ahí.

— ¡Aylin, hola!— La saludo con alegría, entonces miro el bulto— ¿Todo bien?

Ella negó y le mostro el bulto que el reconoció enseguida— Quiero… Ayudarlo…

—Bueno, nos vemos profesora Dulce— Santiago regreso al salón y comenzó a quitarse la bata para guardarla en la gaveta que tenía asignada.

— ¿A dónde vas? ¡No vas a huir de tu castigo!— La profesora le señalo pues no había terminado de regañarlo.

—Cuando regrese y usted no esté pensando en su cuello, lo solucionaremos ¿Bien?— La sonrisa inocente de Santiago hizo que Dulce se sonrojara todavía más e hiciera un puchero más intenso.

— ¡Me las pagarás!­— Le dijo cuando salió.

— ¿Esa era la profesora Dulce?— Preguntó Aylin al reconocer su grito.

—Sí, lo era— Santiago le sonrió y entonces la miro con preocupación— ¿Qué tiene el señor gato? ¿O ya tiene nombre?

—No, pero esta mañana se estaba retorciendo de dolor— Dijo Aylin mostrándoselo de nuevo pero este lo cubrió y negó, aún estaba en la escuela, al fin y al cabo— Y parece babear mucho, además.

—Bien… Debemos ir al veterinario.

— ¡No!— Gritó Aylin con preocupación— Los veterinarios no atienen Blogumas, llamaran a la policía y lo mataran.

—Lo sé, calma, si quieres ayudarlo de verdad, entonces sígueme, conozco a alguien que ha investigado mucho sobre estos animales—Dijo guiñándole un ojo para que se calmara— Es de confianza.

Aylin creyó en él y le siguió.

La zona de laboratorios era tan grande que había cuatro edificios, divididos en varias zonas desde los laboratorios de física, química, biología, bioanálisis, los de titulación que era donde estaban y demás había un departamento que no era muy concurrido, tanto que aunque quisieras graduarte en esa área con tesis, deberías hacerla en esos mismos salones y no en la zona de titulación.

— ¿Aquí hay algo como esto?— Aylin se sorprendió al ver el titulo sobre los laboratorios.

—Por si te interesa— Dijo Santiago sonriéndole y entonces toco en el último salón del pasillo donde estaba el laboratorio de anatomía Bloguma.




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