Hermandad: Ciudad Oscura (vol.5)

Asesinos.

Ezequiel Montes, mejor conocido como el asesino serial Shadow soltó un largo bostezo, acostado en una hamaca que había colgado en la pared para descansar, que era prácticamente todo el tiempo. Las cosas estaban tan en paz que era hasta molesto.

Aun así desde ahí se podía ver a todos los chicos trabajando, acomodando suministros y escondiéndolos bajo mantas.

Era un hombre de tez clara, ojos verdes, labios delgados, nariz respingada y pecas en el rostro. No era delgado pero tampoco gordo y tenía los cabellos morenos bastante alborotados y bastante largos.

Ese día vestía un pantalón de mezclilla con agujeros en las rodillas y una playera negra con un cráneo blanco estampado.

La verdad es que aún le sorprendía la cantidad de gente que habían juntado los Oscuros en tan poco tiempo. La ciudad debe de ser un gran desastre si tantos jóvenes y no tan jóvenes estaban dispuestos a derribarla.

Pero a él nada de eso le importaba, solo quería poder seguir asesinado en especial a esas dos chicas, la rubia y la peliblanca que siempre acompañaban al líder como siameses. Y claro, a las culpables de haberlo arrestado hace tiempo, la chica de los cristales y la de la luz. 

Disfrutaría como nunca el matarlas cuando llegara el momento.

Soltó un risa maquiavélica por lo bajo.

También era consciente de que el líder no se quedaría de brazos cruzados pero lidiar con él era molesto, sobre todo por su poder.

—S-señor, ya terminamos de descargar los materiales— Dijo un chico de baja estatura y ojos castaños. Tenía labios delgados, nariz respingada y un cabello castaño revuelto. En general parecía femenina aunque desentonaba con una cicatriz en la cara, como una rasgada.  

Vestía un uniforme negro completo. Bastante anticuado, si se lo preguntaban. 

De todas formas, todos los ahí presentes eran hombres. El líder fue muy cuidadoso en ese aspecto lo que dejaba en claro que no confiaba en Shadow.

No mataría a nadie… Todavía. 

—Perfecto, entonces divídanse o lo que sea, yo haré guardia mientras llega el otro grupo— Dijo Shadow sin asomarse de su hamaca.

¡Ya quería trabajar! Cuidar bases era un asco.

Aunque de nuevo, Shadow no pudo evitar admirar la gran organización que tenían.

Varios grupos se habían ubicado en pequeñas casas abandonas a las afueras de la ciudad, por todo su perímetro e incluso en algunas zonas habitadas, dentro de edificios de departamentos con simpatizantes e incluso dentro de casas individuales con otros simpatizantes.

Ese día se encontraba dentro de la ciudad, en una bodega de telas que no estaba funcionado en ese momento.

Shadow se asomó, notando que se habían quedado dos chicos más, como siempre.

—Ustedes, mocosos— Hablo regresando la vista al techo— ¿Realmente están conscientes de lo que vamos a hacer?

—Cambiar esta maldita ciudad— Dijo uno.

— ¿Cómo están tan seguros?— Shadow se rio irónicamente— ¿Y si solo están cambiando unas cadenas por otras?

—El líder ha sufrido mucho, como nosotros— Aseguro otra voz, de hecho, debía ser el chico que le aviso que ya habían terminado, tenía una suave voz molesta, muy femenina— Está haciendo esto para que no haya más sufrimiento, ni más mentiras ¿No es verdad?

Un lavado de cerebro impecable.

Eso quería pensar el chico pero la verdad es que Ramsés y su grupo núcleo estaba convencido de poder cambiar la estructura de la ciudad, un mundo sin mentiras, con gente que pueda vivir en real paz. Incluyendo Blogumas.

Una utopía infantil que en realidad no le molestaba, ni le importaba, tanto que ni se había puesto a pensar en eso ¿Qué haría en ese nuevo mundo? ¿Sería una mejor persona? Quizá…

Shadow se rio ante la idea. Solo quería seguir matando y quizá comprarse una máquina para hacer algodón de azúcar.

— ¿Tu no crees en lo que estamos haciendo?— Preguntó el de la voz molesta.

—La verdad es que ni me importa— El tipo se encogió de hombros aunque no pudiera verlo— Solo disfrutemos del momento. Una guerra más o una guerra menos no cambiaran las cosas.  

—En eso no podríamos estar más de acuerdo— El chico feminino esbozo una leve sonrisa— Las guerras, las batallas son solo medios para lograr algo o eso se dice pero en realidad la gente de arriba, la que quiere el cambio, no pelea, se refugian en la muerte de sus compatriotas y fingen que ese algo es beneficioso para todos cuando no son más que patrañas egoístas.

Shadow giro los ojos— Supongo que es cierto.

—Al final, solo aquellos que han luchado en guerras, matado amigos y enemigos son los que tienen derecho a decidir que es la verdadera paz ¿No te parece?

Shadow solo pudo ver de reojo como aquel chico saltaba muy alto con una espada en la mano, listo para cortar su cabeza pero este se fundió con la sombra de la pared, siendo solo cortada su hamaca.

Shadow noto el cuerpo del otro chico ahí tirado.

—Vaya, vaya, una reacción digna del asesino serial Shadow, pudiste sentir mi sed de sangre— Dijo el chico mientras se colocaba un gorro de capitán de crucero y envainaba su espada, una katana con un mango de color negro.




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