Rose se encontraba en su casa haciendo su tarea cuando alguien toco la puerta. La chica estaba disfrutando de un poco de música un poco más alta de lo normal por lo que le bajo antes de ir a la puerta.
—No voy a bajarle más a la música y…— La chica se interrumpió, sorprendida de ver a un par de agentes de policía.
—No nos molesta la música, señorita Jansen— Dijo uno de los agentes, mostrándole una orden de cateo— Tenemos que hablar con usted porque estamos realizando una investigación de su madre, Tess Jansen…
— ¿Mi mamá? ¿Qué paso? ¿Está bien?— Tess se mostró temerosa.
—Su madre está bien pero cometió un crimen y tememos que pudo haber sido más de uno— Admitió el hombre entrando en la casa— Investigaremos un poco y debería hablar con otro adulto que se encargue de usted mientras tanto.
Rose no lo entendió ¿Un crimen? ¿Qué pudo ser? Su mamá era una buena persona, tenía que ser una equivocación.
—Lo siento, mi niña pero es verdad— Rose estaba tras un cristal, vistiendo la ropa de una reclusa, la típica de color naranja con el collar que inhibía poderes— Yo mate a todos esos hombres porque eran un asco.
Además estaba rodeada de guaridas mientras la pequeña Rose estaba acompañada de la jefa de Tess, su empleadora, una mujer que pese a todo, se preocupaba mucho por ambas.
— ¡¿Qué?! ¡No bromees, mamá!— Le dijo Rose haciendo una mueca. Una sonrisa incrédula ante las palabras de su madre.
—No lo hago— La mujer frunció los labios— ¿Sabes que tu abuela murió por culpa de uno de esos bastaros? Un tipo loco que creía que solo con un poco de dinero te da derecho a tratarnos como objetos, como trozos de carne desechables… Solo la mato, como si nada y entonces me decidí…
— ¿Venganza?
—En principio— Tess negó con la cabeza.
— ¡¿Y ahora, mamá?! ¡¿Qué tontería me estas contando?!— Le grito Rose levantándose de su lugar.
—Mi mamá no me pudo dar lo que yo te di, claro está, así que yo no tuve de otra más que seguir sus pasos, pensando que al menos no quería morir como ella pero entonces llegaste tú y no me importo tu padre, quería que fueras feliz… Me esforzaría por darte lo mejor, una cantidad de oportunidades incontables para que hicieras lo que quisieras, pero… No podía limitarme, si todo salía mal, podrías terminar como yo o peor, como tu abuela así que decidí terminar con esos bastardos antes, con toda esa asquerosa escoria.
La mujer estaba sonriendo, segura de lo que estaba haciendo, orgullosa.
—N-no, imposible…— Rose negó con la cabeza.
—Mi pequeña rosa, debes entender que este mundo no se volverá bueno para ti a menos que tú lo reformes, a menos que estés dispuesta a darlo todo— Le dijo Tess extendiendo su mano— Prométeme que construirías un mundo para ti, un mejor mundo, por favor, que no aceptaras mierda de nadie.
—El tiempo se terminó— Dijo un agente.
Rose se quedó inmóvil mirándola mientras se la llevaban pero esta no se veía triste.
—Nunca olvides que te amo— Le dijo su mamá, despidiéndose con la mano.
Desde ese momento Rose trato de construir un mundo para ella, uno mejor pero su mamá tenía razón, la gente era un asco. La gente con poder no hacía nada y solo se aprovechaba de los demás y los más débiles y con ideales terminaban aplastados y barridos bajo la alfombra.
Ella tuvo que tomar una decisión con la aparición de Konrad en su vida.
Konrad fue uno de sus clientes y ella hizo lo posible por complacerlo, como había aprendido de su nueva abuela, la jefa del burdel en el que trabajaba de su mamá pero ese día quizá solo decidió tomar el control de su vida o quizá solo llego a un punto de quiebre donde ya no le importaba.
Rose ya había descubierto su poder, si podía matar a Konrad entonces…
Konrad recibió el impacto, evitando por poco puntos vitales cuando un pico metálico se enterró en su costado.
Tenía que matarlo.
— ¿También estas harta, no? De este mundo del asco— Le dijo el hombre mirándola con atención y extendiendo su mano manchada de sangre hacia ella— Entonces sígueme, buscaremos cambiar tu situación, juntos, no solo tu situación, si no la del mundo ¡No debes estar sola en esto! ¡No debes matar sola!
Rose no supo que hacer en ese momento pero su miedo por matar en ese momento fue más grande. Termino cayendo al suelo con lágrimas en los ojos.
—Matar nunca es una solución— Había dicho Ramsés durante alguna de sus reuniones— Nosotros no buscamos destruir la ciudad solo porque si, queremos que la gente nos escuche pero no podemos hacerlo con palabras, no en un mundo tan podrido donde ideales son destruidos con silencio ¡Juntos construiremos un mejor mundo! ¡Uno que no requiera muertes innecesarias! ¡Les mostraremos a todos los valores verdaderos de un héroe!
Antes, quizá Rose habría estado de acuerdo pero ahora, matar era lo único que conocía ¿Cómo limpiar ese mundo tan asqueroso si no es matando? La gente era demasiado estúpida.
Pero incluso ahora enfrentando a esas niñas, temblaba, no quería matarlas pero debería hacerlo si quería alcanzar su objetivo. A todos sus objetivos debió matarlos por el bien del mundo.