Hermandad: Ciudad Oscura (vol.5)

Delirios.

Konrad sabía que los Oscuros se movían libremente tanto por las alcantarillas, que utilizaban para transportarse como por los viejos túneles del metro los cuales aparte de servir para el transporte, también servían como bases improvisadas y almacenes para todos los recursos de los que se habían hecho.

Luego estaban esas bases, repartidas por toda la ciudad, algunas como edificios abandonados en la zona en construcción, o sea, alrededor de la ciudad y otras veces eran locales o edificios que la gente simpatizante con su causa les había prestado.

Incluso si la SDO investigaba cada casa, sería prácticamente imposible que lograran localizarlas todas.

Pero la gente era ingenua ¿Por qué seguir a alguien mediocre? Si se quiere lograr el cambio, deben estar dispuestos a hacer las peores cosas, porque esas peores cosas a veces son la única forma de realmente cambiar algo.

Eso es lo que había hecho toda su vida.

Su familia lo crio como un militar desde pequeño, por lo que lo único que quería era ayudar a su país, sin importar la sangre que tuviera que derramar, sin importar que se convierta en un monstruo.

Siempre hizo lo mejor por su gente.

Lastimosamente, la gente dejo de necesitarlos ¿Qué ocurre cuando un país llega a la tan anhelada paz? ¿Cuándo ya no hay peleas internas? ¿Cuándo se alcanza esa quietud que todos esperan? Los soldados ya no son requeridos.

Pero Konrad sabia su papel ¿De verdad se retiraría solo porque una ciudad alcanzo la paz? ¿Y las demás ciudades? ¿Y el mundo?

— ¿Qué es lo que planeas hacer, papá?— Preguntó su pequeña niña de ojos azules y cabellos dorados que lo miraba desde la puerta de su habitación mientras recogía algunas cosas.

—Tengo que irme, pequeña, tengo una misión pero cuando la termine, volveré contigo, lo prometo— Le dijo Konrad acariciando sus cabellos con cariño y besando su frente— Creare un mundo mejor, no solo esta ciudad, sino un mundo entero para ti ¡Lo prometo!

—Muchas gracias, papá, seguro puedes hacerlo— Le dijo su niña regalándole una gran sonrisa, sin entender del todo de que hablaba.

—Si tú me apoyas, podrá hacerlo— Le dijo Konrad.

Su hija nunca tendría que luchar en guerras como él lo hizo.

La única verdad es que quedarse sin un propósito real y tangible, lo único que consiguió fue volverlo loco de a poco, un loco dependiente de su trabajo, un loco que necesitaba detener el conflicto aunque el mismo lo haya iniciado. Un loco con un sueño verdadero.

Pero no era el único, sus antiguos colegas también se sentían vacíos, como si de verdad su trabajo hubiese quedado a medias entonces también debía salvarlos. Debía regresarles las ganas de pelear por algo… Tangible.

Por eso continuarían, si lo habían logrado en Japón, entonces podrían lograrlo en otras ciudades. Seguro otras ciudades también les agradecieran traer paz en este mundo tan caótico y oscuro.

Reunió nuevos miembros, gente que al igual que él no podían quedarse de manos cruzadas esperando que las cosas cambien por si solas. Gente que termino perdida en la guerra sin propósito. Gente tan mal mentalmente como él.

Su primer objetivo, la ciudad militarizada más grande del mundo. Si ellos caían, entonces las demás ciudades tendrían un ultimátum.

Hasta que se topó con los perros.

—Lo siento, pero no puedo permitir que sigan con sus guerrillas— Dijo el hombre que se había levantado sobre él, portando aquella demoniaca espada— No los matare ¿De acuerdo? Reconozco los uniformes y no quiero problemas internacionales así que… Espero no verlos de nuevo por aquí. Esta es la última y única advertencia.

Entones no tuvieron más opción que buscar una nueva ciudad en la cual quedarse y lamerse las heridas.

—No nos rendiremos, no podemos rendirnos por esto— Dijo el hombre haciendo una mueca, golpeando el suelo con fuerza, creando una grieta.

—Pero señor, esos monstruos pudieron con nosotros incluso con nuestras mejoras. Y éramos muchos más que solo cinco— Le dijo Masayoshi, portando una espada bastante maltratada.

—Lo sé por eso comenzaremos desde abajo, con una ciudad más débil y cuando llegue el momento, volveremos contra él, esta vez con un ejército mucho más grande— Konrad no podía parar ahora que visualizaba la verdadera paz— Tengo que hacerlo por mi niña ¿Lo entiendes? Lo prometí.

Masayoshi no pudo ir en su contra en ese momento.

Pero la verdad es que no terminaba de visualizarse ganándoles a los perros de caza de China, aun así, no podía parar pues seguro habría más ciudades buscando la libertad, luchando en silencio. No podía parar por su hija.

Así fue hasta que llego a Ciudad Central y donde conoció a los Oscuros.

—Crearemos un mundo con todas las personas que estén dispuestas a escucharnos, mostraremos que los héroes son corruptos y que necesitamos héroes verdaderos por ahí. Dejaremos en claro que ellos mismos crearon la oscuridad y esa oscuridad los consumirá— Dijo Ramsés durante sus pláticas motivacionales.

Konrad se acercó al chico, mirándolo con atención. No era más grande que él cuando entro al ejército lo que le dio lastima.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.