— ¿Estás bien?— Pregunto Ramsés hacia su hermano, quien miraba por la gran ventana que había fuera de su habitación. Un gran ventanal desde donde se podía ver el cielo oscuro, la luna y las luces de la ciudad.
La verdad era mejor esto que estar en aquella nave gigante desde la cual solo podía ver las nubes pasar, pero D.A los movía de base constantemente, según él, para que no se aburrieran, cambiándolos de cuando en cuando.
Aunque no conocía esta ciudad.
—Estoy bien ¿Qué tal tú? ¿No puedes dormir?— Preguntó, girándose hacia él.
—Creo que no— Ramsés se rasco la nuca con vergüenza y miro por la ventana— Vaya, nunca había visto esa ciudad, mire ese gran edificio, brilla mucho ¿Estará hecho de oro?
—Imposible ¿Recuerdas lo que nos explicó Dulce? El oro es muy maleable, no creo que soporte el peso de un edificio aunque creo que para eso eran las aleaciones, aun así, también dijo que no había mucho en el mundo.
—Quizá todo está aquí.
—Podría ser— Joaquín asintió, pensándolo un poco.
—Me pregunto que serán todas esas luces ¿Habrá un festival?— Dijo Ramsés pegándose un poco más a la ventana, estaba protegida por unos barrotes de metal aparte del refuerzo del vidrio— Me gustaría ir y comprar algodón de azúcar.
—Te gusto mucho ¿No?— Joaquín se rio un poco.
—Era divertido moldearlo pero si, era muy rico— Ramsés le sonrió.
D.A trataba de mantenerlos felices, les llevaba regalos o incluso algunas otras cosas para disfrutar de la vida de la ciudad pero no era la vida de la ciudad, no había más gente hablando, no había luces brillantes y ellos no podían ir a donde querían…
—Sí, era muy rico, aunque también las papas a la francesa…
—Ah, sí pero pican mucho…
—No todas pican.
— ¿Bromeas? Siempre me tocaban picosas…
—Porque agarrabas con chile, las que tenían queso no picaban…
—Mierda ¿Por qué no me dijiste?
—Porque era divertido verte enchilado— Su hermano se rio en voz baja.
— ¡Oye!— Ramsés le golpeo el hombro.
Joaquín no pudo evitar pensar que ya estaba harto de que sus hermanos tuvieran que fingir ser felices, que no pudieran estar ahí, en ese festival y que no pudieran comer algodón de azúcar cuando quisieran.
La realidad es que eso no era un festival, solo eran las luces de la ciudad pero eran tan brillantes...
—Este mundo es más horrible de lo que parece— Aseguró Joaquín, sorprendiendo a su hermano.
—¿Hermano?
¿Un mundo que permite que D.A campe a sus anchas? ¿Un mundo que no hace nada con monstruos como ese? ¿Y los héroes? Seguro ellos estarán corruptos pero no todo puede ser horrible ¿O si? Como las luces de la ciudad, como la gente que ha sido amable con ellos ahí dentro.
_Por eso, cuando salgamos, crearemos un mundo mejor para nosotros, para todos ¿De acuerdo?
Ramsés no lo entendía del todo pero asintió. No podía abandonar a su hermano.
—Claro que sí, hermano.
—Un mundo sin mentiras y honesto, ya lo verán, yo lo haré y si me ayudan...
—Yo siempre te apoyare— Le dijo Ramsés colocando su puño sobre su pecho conto una forma de llenarlo de confianza, a lo que este imito su gesto con una sonrisa. Una promesa juntos.
—Gracias... Esto no solo era para nosotros, sino para todos los que han sido buenos, aquellos que son héroes de verdad, aquellos que han sufrido y para que no vuelvan a sufrir...
—Para que no se repita ¿Verdad?
—Tú lo has dicho...
Poco sabían de su pasado y si los habían abandonado o vendido o secuestrado, la verdad ya no importaba. Joaquín no quería que ese tipo de cosas se repitieran porque él no quería más ese sufrimiento para nadie, incluido sus hermanos.
—Vamos a salir de aquí— Les dijo Joaquín a sus hermanos durante un desayuno.
— ¿Ya es hora de cambiar de base?— Preguntó Ramsés confundido.
—No, saldremos de aquí, nos iremos, ya no más pruebas, ya no más D.A— Les dijo a sus hermanos mirando hacia las cámaras— Nos tienen bien vigilados, por eso haremos movimientos pequeños.
— ¡Finalmente algo de acción!— Nataly se mostró emocionada.
—Siéntate— Le regaño Joaquín.
—Bien, bien— La chica se sentó y se recargo en su mano con cierto aburrimiento fingido.
— ¿Qué dicen? Porque no lo hare si no venimos todos— Aseguro Joaquín.
—Yo te seguiré hasta el final, hermano, si crees que podemos, entonces hagámoslo— Dijo Ramsés asintiendo.
Rubí asintió.
— ¡Finalmente algo de acción!— Nataly volvió a levantarse con emoción de su lugar.
Joaquín era el que planearía todo y como él era el organizador, será el escudo de sus hermanos, al fin y al cabo él no podía morir, debía protegerlos y solo si él no podía, entonces su hermano también le ayudaría a protegerlos.
Ramsés era consciente de eso.
Los poderes de Nataly y Rubí serían la clave y pese a que usaban ese collar extraño para inhibir poderes, no era del todo resistente. Al menos así se veía para Joaquín.
— ¡Gracias!— Ramsés recibió su charola de comida y se fue a sentar con sus hermanos— Ya todo está listo.