Hermandad de Sangre

Capítulo cuatro II

Parte II

Lucían  salió de la habitación, caminando con tranquilidad, por el pent-house. Bajo las escaleras y se dirigió a la oficina, que tenía una entrada, por fuera del departamento. No permitía que nadie que no fuese de su confianza pisara, siquiera la entrada a su casa.

 

Se paro frente a la puerta color caoba, que estaba oculta detrás de un cuadro. Suspiro un poco antes de entrar, sacando a Anabeth de sus pensamientos, y eliminando su aroma de su cuerpo. Abrió la puerta con calma, los tres seres de sangre que se encontraban en el interior, hicieron una reverencia de respeto.

 

—Majestad es un honor estar en su presencia…

—Corta esas estupideces vampiro, ¿Qué te trae a mi presencia?

—Mi nombre es Borss hijo de Vel, mi señor Dragos me ha enviado.

 

Lucían  solo lo observo, pensando en por que Borss parecía no conocerle, pero pese a que le conocía algo no le permitía saber mucho acerca del vampiro, era demasiado confuso para averiguarlo en ese momento. La cosa era que ya en alguna vez se habían enfrentado, y el vampiro, bien sabía quién era él.

 

—Estamos buscando a la princesa Anabeth.

—¿Anabeth? Ella desapareció hace eones, ¿Por qué hasta ahora la están buscando? ¿Creen que aun esta con vida?

 

Borss se movió nerviosamente, observando como Lucían  atravesaba lentamente la oficina, después de cerrar la puerta. Con calma él rey se sentó en el cómodo sillón de su escritorio.

 

—Ella siempre fue la posesión más preciada de mi señor Dragos, fue sustraída del castillo hace poco tiempo.

—¿Ella esta con vida?

—Como si no lo supiera…

 

La burla de una de las sombras de sangre que acompañaba al vampiro, hizo que Lucían  desnudara los colmillos, mostrando una mordida similar a la de un Lobo.

 

—Cuida las palabras que salen de tu boca, podrían ser las ultimas.

 

La sombra lo miro con furia, una mirada desafiante.

 

—Supongo que Dragos quiere de regreso a la princesa, ¿Por qué?

—Ese solo es asunto de mi señor Dragos.

—¿A caso no sabes frente a quien estas vampiro?

 

Los tres, solo lo observaron furiosos. Esperaban, que como todos los  seres de sangre, se doblegara ante la sola mención de su señor.

 

—Lo lamento majestad.

—Responde.

—Ella le ha pertenecido, desde que el rey Oscuro la comprometió en matrimonio con él. Es la futura reina y sobre todo, la heredera de una raza perdida. Por ello es importante que le encuentre y sea escoltada de regreso con su futuro rey.

 

Los seres de sangre se mueven a velocidades preternaturales, pero Lucían  era mucho más rápido. Borss no tuvo tiempo de ver al rey Maldito moverse, no se dio cuenta, nadie lo hizo. De pronto tenía el puño clavado en el pecho de una de las sombras, incinerándolo de adentro hacia afuera.

 

—Una mentira más, y todos terminaran como tu amigo.

 

El vampiro sintió, por primera vez en su larguísima vida, temor. Un temor de algo que sabía no estaba en su control, y del cual sabía no podría escapar. Nunca había visto una demostración de poder igual a esa, nunca había presenciado nada parecido.

 

—Dragos quiere de vuelta a la princesa, solo ella podrá restaurar su raza. Ella es el poder de su raza, ella tiene el poder de edificar o destruir, todo lo que mi señor Dragos, anhela.

—Hablas de ella como si solo fuese un objeto.

—Pertenece a mi señor Dragos, y él la quiere de regreso…

—bien, y ¿Dónde entro yo en eso?

—Se requiere alguien con poder y recursos, para que hubiese sido posible extraer a la princesa del castillo. Alguien con mucho poder, del tipo de poder que usted tiene.

 

Lucían  sonrío abiertamente, mostrando los colmillos blancas.

 

—¿Acaso piensa Dragos que yo tengo a la princesa?

—No se ofenda mi señor, pero él cree que así es. Y yo creo que así es.

—¿Por qué tendría a un mestizo como ella cuando poseo a uno de sangre pura?

—Porque ella es poder, es mestiza, sí. Pero, desciende de la primera línea de sangre.

—Al igual que él.

 

Lucían  señalo deliberadamente a gigantesco Lobo negro que estaba sentado, sobre sus cuartos traseros, con la puerta de entrada a la oficina a su espalda. Sus ojos de un aterrador negro, como si estuviesen vacíos. Y tenía la mirada clavada en Borss, quien al verlo se sobresaltó.  El cuerpo del lobo comenzó a expandirse, y transformarse, por desgracia para el Lobo esto era solo una ilusión. Dentro de su raza el transformarse en lobo era casi imposible, solo un ser había llegado al estado Laibat y no era él. En su lugar quedo un hombre.




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