Hermandad de Sangre

Once.

Legado Oscuro

Lucían salió de la habitación, caminando con tranquilidad por el pent-house. Bajó las escaleras y se dirigió a la oficina, que tenía una entrada por fuera del departamento. No permitía que nadie que no fuese de su confianza pisara, siquiera la entrada a su casa.

Se paró frente a la puerta color caoba, que estaba oculta detrás de un cuadro. Suspiró un poco antes de entrar, sacando a Anabeth de sus pensamientos y eliminando su aroma de su cuerpo. Abrió la puerta con calma. Los tres seres de sangre que se encontraban en el interior, hicieron una reverencia de respeto.

—Majestad, es un honor estar en su presencia…

—Corta esas estupideces, Vampiro. ¿Qué te trae a mi presencia?

—Mi nombre es Borss hijo de Vel. Mi señor Dragos me ha enviado.

Lucían solo lo observó, pensando en por qué Borss parecía no conocerle, pero pese a que le conocía, algo no le permitía saber mucho acerca del Vampiro. Era demasiado confuso para averiguarlo en ese momento. La cosa era que ya en alguna vez se habían enfrentado, y el Vampiro bien sabía quién era él.

—Estamos buscando a la Princesa Anabeth.

—¿Anabeth? Ella desapareció hace eones, ¿Por qué hasta ahora la están buscando? ¿Creen que aun está con vida?

Borss se movió nerviosamente, observando cómo Lucían atravesaba lentamente la oficina, después de cerrar la puerta. Con calma el Rey se sentó en el cómodo sillón de su escritorio.

—Ella siempre fue la posesión más preciada de mi señor Dragos. Fue sustraída del castillo hace poco tiempo.

—¿Ella está con vida?

—Como si no lo supiera…

La burla de una de las sombras de sangre que acompañaba al Vampiro, hizo que Lucían desnudara los colmillos, mostrando una mordida similar a la de un Lobo.

—Cuida las palabras que salen de tu boca, podrían ser las últimas.

La Sombra lo miró con furia, una mirada desafiante.

—Supongo que Dragos quiere de regreso a la princesa, ¿Por qué?

—Ese solo es asunto de mi señor Dragos.

—¿Acaso no sabes frente a quién estás, Vampiro?

Los tres solo lo observaron furiosos. Esperaban que, como todos los seres de sangre, se doblegara ante la sola mención de su señor.

—Lo lamento, Majestad.

—Responde.

—Ella le ha pertenecido desde que el Rey Oscuro la comprometió en matrimonio con él. Es la futura reina y sobre todo, la heredera de una raza perdida. Por ello es importante que la encuentre y sea escoltada de regreso con su futuro rey.

Los seres de sangre se mueven a velocidades preternaturales, pero Lucían era mucho más rápido. Borss no tuvo tiempo de ver al Rey Maldito moverse, no se dio cuenta, nadie lo hizo. De pronto tenía el puño clavado en el pecho de una de las Sombras, incinerándolo de adentro hacia afuera.

—Una mentira más, y todos terminarán como tu amigo.

El Vampiro sintió, por primera vez en su larguísima vida, temor. Un temor de algo que sabía no estaba en su control, y del cual sabía no podría escapar. Nunca había visto una demostración de poder igual a esa, nunca había presenciado nada parecido.

—Dragos quiere de vuelta a la princesa. Solo ella podrá restaurar su raza. Ella es el poder de su raza, ella tiene el poder de edificar o destruir todo lo que mi señor Dragos anhela.

—Hablas de ella como si solo fuese un objeto.

—Pertenece a mi señor Dragos, y él la quiere de regreso…

—Bien, y ¿dónde entro yo en eso?

—Se requiere alguien con poder y recursos para que hubiese sido posible extraer a la princesa del castillo. Alguien con mucho poder, del tipo de poder que usted tiene.

Lucían sonrió abiertamente, mostrando los colmillos blancos.

—¿Acaso piensa Dragos que yo tengo a la princesa?

—No se ofenda, mi señor, pero él cree que así es. Y yo creo que así es.

—¿Por qué tendría a un mestizo como ella cuando poseo a uno de sangre pura?

—Porque ella es poder, es mestiza, sí. Pero desciende de la primera línea de sangre.

—Al igual que él.

Lucían señaló deliberadamente al gigantesco Lobo negro que estaba sentado sobre sus cuartos traseros, con la puerta de entrada a la oficina a su espalda. Sus ojos de un aterrador negro, como si estuviesen vacíos. Y tenía la mirada clavada en Borss, quien al verlo se sobresaltó. El cuerpo del Lobo comenzó a expandirse y transformarse, por desgracia para el Lobo esto era solo una ilusión. Dentro de su raza el transformarse en Lobo era casi imposible, solo un ser había llegado al estado Laibat y no era él. En su lugar quedó un hombre.

—Soy de la primera línea de sangre, hijo del Oscuro.

Borss sintió temor ante la posibilidad de que las palabras del Lobo fueran ciertas. Si este hombre o animal encontraba primero a la princesa, su especie realmente podría quedar restaurada en muy poco tiempo.

—¿No sería esta la razón para tener a la princesa bajo su protección?

Lucían desnudó los colmillos ferozmente.

—Dile a Dragos que no está bajo mi protección, y dile que si hay algo que pueda hacer para ayudarle a encontrarla, no dude en buscarme. Como buena muestra de fe, los dejaré regresar al castillo de tu señor en una sola pieza.

El Vampiro no notó la fuerte compulsión que Lucían utilizó en sus palabras. Estaba seguro de que el rey había cooperado, tal como su señor había ordenado. Incluso le había mostrado el interior de la casa y donde Gutter se había propasado con una doncella, por ello había sido asesinado.

—Lamento la intromisión, Majestad, le daré su mensaje a mi señor, gracias por su ayuda.

Borss hijo de Vel salió de la oficina de Lucían, en compañía de la Sombra de Sangre. Con la seguridad de que Anabeth no se encontraba bajo la protección del Maldito.

Lucían regresó a la habitación principal, donde había dejado a Anabeth. Estaba tranquilo, confiado, como siempre. Encontró a Anabeth sentada en la pequeña salita de la habitación, absorta en un libro. “Orgullo y Prejuicio” decía el título de este.




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