Hermandad de Sangre

Capítulo seis I

Parte 1

Llamado.

 

El castillo frente al que se encontraba era tan impresionante como los de antaño, estaba ubicado a las orillas de la ciudad. En algún punto en su tiempo fue el museo de un magnate, un aristócrata lo rescató y le hizo reformas para que fuera habitable.

 

Velkam no entendía cómo es que iban a lograr entrar a ese lugar, parecía una verdadera fortaleza. No podía ver a nadie los alrededores pero, estaba seguro como el infierno de que alguien los estaba vigilando y habia estado todo el día siguiéndolos. En ese momento pensó que había cometido un error, pero no tenían a quién más acudir y enfrentar al Destructor de todo era aún más aterrador, que estar en ese lugar.

 

Una voz en un lenguaje antiguo les hizo la advertencia, ambos se detuvieron.

 

—Somos emisarios de Aknort, solicitamos una conferencia con Dragos.

 

Fue Seivian la que habló y sin volverse a la dirección de dónde provenía la voz.

 

—Aknort no ha dicho nada de dos emisarios–. La voz era macabra, con un acento indefinido entre el Ruso y el húngaro antiguo. –Vuélvanse.

 

Velkam y Seivian se volvieron lentamente para enfrentarlo, frente a ellos había tres espectros, eran tres guerreros fantasmas tal vez antiguos por la forma en la que vestían o habían vestido.

 

 

—Mi nombre es Velkam hijo de Lara, ella es Seivian hija de Daroth.

—Un Furia y una Hada de sangre, es una extraña mezcla para emisarios… que bajo ha caído el mundo.

 

Los tres espectros se rieron, Seivian y Velkam intercambiaban miradas, esperando a que la broma terminara.

 

—Yo soy Zogon hijo de mi padre, estos son Legeos hijo de Fath y él es Boleth hijo de Boleth.

 

Zogon era de los tres el espectro más aterrador, quizá cuando vivía pudo haber sido  bello, si  eso hubiera sido real o al menos hubiera tenido un cuerpo físico real. Ellos no se reproducían de forma normal, lo hacían de los huesos de un cadáver, humanos o no, de ellos se extraía la esencia oscura y se forjaba un espectro, huesos y barro.

 

—¿Qué los trae al castillo de mi señor?

 

La voz de Boleth era aún más aterradora, hizo que  los bellos de su cuerpo se pusiera de puntas. Velkam estaba cada vez más seguro de estar cometiendo un error, pero una vez más se dijo “¿A quién más podían acudir?”

 

—Estamos en la búsqueda de una mestiza, la de la profecía  de las Furias. Sentí su presencia en la zona financiera, pero para llegar allí necesitamos ayuda del señor Dragos, no podemos  enfrentar a Lucían  solos.

 

Los tres espectros  intercambiaron una  mirada.

 

—¿Qué  clase de mestiza?

—Una Furia y Lobo.

—Los llevare con mi señor.

 

Velkam noto que había estado conteniendo el aire desde hacía un rato, también le sorprendió la rapidez con la que los espectros aceptaron llevarlos  con su rey. Habían sido demasiado hostiles, intimidantes y habían cambiado de opinión con una sola respuesta. ¿Esto sería por la mestiza?

 

Siguieron a los tres espectros por la puerta principal de la gran muralla que resguardaba el castillo, entraron a un camino de interminables laberintos en los que no había más que paredes y antorchas a su alrededor. El final de uno de los pasillos más largos se encontraba una puerta caoba color Oscuro, que tenía aplicaciones doradas. Uno de los tres espectros la abrió, las gigantescas bisagras chirriaron.

 

El sonido que estás produjeron era similar al raspar las uñas contra una pizarra, la pareja fue escoltada por los espectros al interior. Allí podía encontrar esbirros, sombras, malditos, engendros y más espectros. Todos estaban observándolos sin mover un solo músculo, Velkam sintió un estremecimiento que lo recorrió entero. Acaban de traspasar las puertas del infierno, y dudaba que saldrían con vida.

 

Dragos en esa época ya era un Lobo de cabello gris, tan largo que le llegaba a media espalda. El color de este no representaba la edad, era el distintivo de su familia. El Lobo era de hombros amplios, piernas largas y anchas. Todo un Espécimen de colección, nariz angulada, labios perfectos y rosados. Largas y gruesas pestañas, ojos negros como el vacío mismo, y la mirada más siniestra que jamás habían visto.

 

 Y los tres aspectos se detuvieron y dejaron caer una rodilla y una mano al piso, la frente pegada al suelo. Dragos dijo algo que bien podría haber sido en el Antiguo idioma del imperio otomano, ellos se pusieron de pie.

 




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