Estrategia de Caza
Los cazadores de Aknort estaban atorados en la casa de las hadas de sangre, casa de Visel Valkno que habían tomado como sede. Estaban observando una gigantesca esfera mundial, buscando en el mapa el rastro del lobo, que no habían sido capaces de seguir. Ya habían probado todo a su disposición, desde hackear páginas gubernamentales hasta el rastreo vía aérea, nada de ello funcionaba así que de modo que solo les quedaba una forma de encontrarlos. Pero, si esta no funcionaba, habrían perdido el rastro, posiblemente para siempre.
Velkam había decidido que le informaría a Dragos solo hasta que supiera qué piso era el que estaba bajo sus pies, no podía arriesgarse, ya que no solo perdería la posibilidad de encontrarla, sino que Dragos la tomaría primero. Él tenía que saber si era o no, la Lobo que mencionaban en la profecía Furia, pero al igual que su cabeza, su corazón estaba en conflicto, ¿Qué sucedería una vez que la encontraran?, ¿Podría entregarle un ser inocente a Dragos?, ¿La amaría solo porque la profecía hablaba de la unión de ellos para salvar a su raza?
Una discusión lo trajo de vuelta a su realidad.
—¡No es posible!
—Sé que no, Seivian, pero esto lo demuestra.
—Eso está más allá del territorio de Dragos, de cualquiera de sus muchos tentáculos.
—¿Cuál es el problema con ello, Linus? —interrogó acercándose a las mujeres con calma.
—Ciertos países del oriente están prohibidos para nosotros… Eran tierras del Oscuro, excepto la gente que habita allí… el rastro desaparece de este continente y reaparece del otro lado del planeta. ¿Sabes qué es lo que encontraremos en esas tierras?
Hubo un jadeo grupal y muchas maldiciones ante la respuesta de la chica.
—¿Dónde está?
El temor en la voz de Velkam fue como un trueno en el salón común, fuerte, masculina y terrible.
—Reapareció en Damasco, Siria.
—Tierra de elementales y la raza extinta de los Lobos… después del ataque hacia su gente en lo que ahora es Turquía, dejaron esas tierras y el Oscuro y, ellos, crearon un lugar seguro para los elementales allí.
—Escucha bien… ¿Estás diciéndome que ir por ese Lobo a Siria es peor que buscarla aquí en el territorio del Rey maldito o ir a sacarla de las garras de Dragos?
—Temo que sí – respondió Malar—. En esas tierras no hay nadie de nuestra gente allí, ni siquiera cerca.
—Un rescate en Damasco sería suicidio seguro – estuvo de acuerdo Faeld Mina —Si piensas seguir con ello habrá que planearlo con detalle y debemos encontrar la manera de no ser descubiertos.
Después de eso guardaron silencio por un minuto o dos, quizá fueron horas. Velkam se sentó en la mesa viendo los libros y pergaminos, cosas antiguas y datapad. Entonces surgió la idea. Tomó la libreta y la colocó frente a él, meditó en muchas cosas antes de hablar.
—¿Qué saben de Lucian?
—Además de que es el ser más peligroso y poderoso que existe sobre la faz de la tierra y de otros mundos de existir esa posibilidad, se le compara con Los Grandes Padres.
Los Grandes Padres, los creadores de las razas de sangre, aquellos con poder y fuerza infinita. Eran capaces de crear vida o quitarla solo con un pestañeo.
—Dime algo que no sepa de él, Fiann.
—Según leí alguna vez, se hace acompañar de tres devastadores o destructores, se cree que son de la raza elemental —comentó Visel algo que la mayoría sabía a medias.
—Es verdad, además de dos sombras, según recuerdo, uno de ellos era su segundo al mando y el otro era el príncipe de las Sombras de sangre —continuó explicando Seivian, quizá la que más sabía de él, pues era tan antigua o más que Anabeth—. Lo cierto es que tenía enfrentamientos múltiples con el Oscuro, con su temible ejército de esbirros.
—¿No eran aliados?
—Creo que no.
Todo lo que iban descubriendo alrededor de Lucian les parecía demasiado confuso, en realidad no tenían mucha información de este, y tampoco sabían a quién podían recurrir. ¿Cómo era posible que el Oscuro se enfrentara con su aliado?, ¿Qué estaba pasando?, ¿En qué momento cambió todo y por qué se habían unido en contra de la Hermandad y en contra de Dragos?
—No creo que tengamos todos los datos, ya no hay escribas de los hechos de años pasados.
Velkam centró su vista en Visel después de que ella dijera eso.
—Fuera de las peleas entre ellos, ¿Qué más sabemos?
Hablaron por horas de historias, mitos, cuentos y leyendas que sabían sobre él y aun así no era suficiente para saber acerca de su carácter, de su verdadera letalidad, en realidad era lo mismo que no saber nada. El hecho de que no sabían qué encontrarían en Damasco le hacía saber a Velkam que estaba seguro de que estaban a ciegas, y posiblemente iban a su propia muerte.
—¿Qué tal si los presentamos como refugiados?
—¿Qué?
—Piénsalo, Velkam… Somos un grupo chico, la mayoría de nosotros somos sobrevivientes, tú eres el último de tu raza… uno de nosotros por lo menos podría lograr infiltrarse y matar dos pájaros de un solo tiro – le sugirió Visel muy segura de sus palabras.
—Matar desde dentro.
Sin duda la idea de Visel Valkam era buena, pero para poder llevarla a cabo tendrían que revivir su pasado y, si la loba era tan poderosa, tendrían que encontrar cómo protegerse de ella para no ser descubiertos, quizá la guerra al fin tendría un final.
—Bien, hagámoslo.