Hermandad de Sangre

Capítulo once I

Enemigo.

 

*    *       *

 

Usando el plan que habían ideado, comenzaron con eso la semana pasada, los cazadores de Aknort fueron atacados por enviados de Dragos en varias ocasiones en su camino hacia Siria, para llevarlos al castillo y a las mazmorras utilizarían a las hadas de sangre para rastrearlos. Velkam comenzaba a pensar que esos ataques ya no eran parte del plan, habían estado muy cerca de atraparlos y si les había hecho daño. Lograron escapar por poco, las historias concordaban, recuerdos eran igual en todos, de modo que cubrirían los recuerdos falsos. Ahora solo debían encontrar la forma de localizar el rey maldito.

 

Seivian y Velkam estaban en el balcón del departamento pese al frío de la noche, estaban tranquilos y charlando de todo y nada a la vez.

 

—Creo que sí pude tener hermana, pero mi madre murió cuando yo un bebé, de modo que me crio con la vidente.

—¿Fue difícil?

—¿Difícil? Yo era de la realeza Furia, todos me veían como si tuviera dos cabezas… Creo que si hubiera sido una mujer con dos cabezas hubiera sido más normal.

—¿Alguna vez supiste por qué eras el único hombre de tu raza?

—No, más bien no me quedó muy claro.

 

El embarazo de su madre había sido un embarazo natural como el de cualquiera de su raza, decían que esto ocurriría solo una vez a lo largo de la existencia Furia, en el que solo un hombre nacería dentro de la raza. Él no tuvo padre, solo madre y solo por poco tiempo. No tuvo familia o amigos de los pocos que quedaron de su raza, ninguna Furia quiso jamás unirse a él. No conoció el amor de una mujer o de una humana, lo más cercano a una familia que tenía era una pandilla de enfermos qué buscaban un ser de sangre sin saber por qué.

 

Pero solo estaba siguiendo las órdenes de alguien más poderoso, ¿Acaso ese era su destino? Haciendo algo que su corazón le decía estaba jodidamente mal, por órdenes de un ser en el que no confiaba, alguien que siempre le dio mala espina. De no ser porque necesitaba todos los recursos que tenía Dragos, ni siquiera habría aceptado acercarse a su territorio. Pero ahora estaba aquí, a unas horas de entrar en el territorio de las razas… lo cual era malditamente una locura.

 

—¿A qué te refieres?

—Mi madre… me dijo que siempre estaré atado a la profecía.

—Eso es terrible… te están atando a un destino que no sabes si puedas o quieras cumplir.

—¿Por qué no querría cumplirlo?

—Velkam, ellas te trataron como paria, ¿Aun así sacrificaras tu vida por ellas?, ¿Sacrificaras tu corazón por ellas?

—No sé a que te refieres…

—A esa hermosa vampirita que siempre está a tu lado y no te quita los ojos de encima… ¿Ahora vas a decir que no sientes nada por ella?

 

Velkam medito sus palabras, sabía que ella tenía razón, estaba más que enamorado de Visel, de su inteligencia, de su fuerza… pero estaba atado a su gente, esa profecía lo ataba a otro ser, lo ataba aún destino que no había pedido.

 

—Es tan complicado Seivian.

—Solo no dejes ir esta oportunidad, no cometas mis errores… sobre la profecía, quemaremos ese puente cuando lo hayamos cruzado, ¿de acuerdo?

 

Y era por eso que había conservado su amistado por siglos

 

—Te lo prometo Seivian, lamas dejaré que la profecía este antes que mi corazón.

—Te prometo que encontraremos como cumplirla sin tener que sacrificar a nadie —se burló Seivian abrazándolo.

 

La voz de Malar Fian nos trajo de regreso a la realidad.

 

—¿Están todos listos?

—Sí, aunque estamos un poco nervioso.

—Lo sé, nunca es fácil ir directo a la boca del infierno.

—Eso no ayuda Velkam.

 

Velkam y Seivian regresaron al interior del departamento, para terminar de hacer los preparativos. Después de un par de minutos se reunieron de nuevo en la sala del departamento, ninguno sonreía y se veían extremadamente nerviosos.

 

—Tenemos que ser realistas, no sabemos que encontraremos o enfrentaremos… Y eso es motivo para temer, pero tenemos que ser precavidos.

“No parece el mismo” —pensó Seivian, algo en él se veía distinto, como si hubiera envejecido un poco, como si todo lo que había ahora hubiese desaparecido.

—    Partamos entonces y veamos qué sucede.

“Esperemos no equivocarnos y salir de esto con vida” —pensó Velkam viendo los hermosos ojos de Seivian.

 

Todos estaban conmocionados, quizá esta sería la última noche que pasaría juntos y no es que hubiera compartido mucho, pero sin duda lo que estaban por enfrentar les hacía temer. Los observó uno a uno asintiendo con la cabeza, como un saludo a una despedida para cada uno de ellos, todos con ropas antiguas, desgastadas, debían parecer refugiados y no grupo de cazadores.




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