Hermandad de Sangre

Capítulo catorce III

 

 

 

                       *                                 *                                 *

 

Lucían estaba en la que era su oficina en el interior del palacio, que estaba junto a la habitación que  compartía con Anabeth. La entrada era una puerta oculta en la misma. No podía dejar de tener contacto con sus aliados y amigos,  sabia que lo que se avecinaba era algo serio, máxime si los trece que había acogido bajo su protección, accedían a desenmascarar a Dragos.

 

Estaba tan concentrado respondiendo muchas de las interrogantes que le habían hecho, pues estaba buscando a la familia de los siete que restaban. No es que deseara deshacerse de ellos, pero si deseaba darles un obsequio. Sentía que por su culpa, que esta había sido la creación de ese ejercito oscuro, había pasado todo lo que ocurrió.

 

Una figura se materializo frente a él, vestía una toga vaporosa de color azul cielo, era una figura asexuada. sin rostro, pero emanaba energía y poder inmensos, algo que conocía como a nada en el universo.

 

—¿Que te trae por aquí después de tanto tempo? —interrogo sin levantar el rostro —¿Decidiste levantarme el exilio?

—¡Exijo que me muestres respeto, jovencito! si no por quien soy, por lo que soy.

 

La respuesta vino en lengua antigua, una que hablaban ya solo cuatro seres sobre la fas del mundo.

 

—Respeto... es una palabra muy sobre valorada.

—¡Respétame!... —le grito, la sangre de Lucían se helo al volver a escuchar su verdadero nombre, después de siglos en los que solo el Oscuro lo sabia.

—¡Akiria!

—Hijo mío, lo lamento pero era la única forma de atraer tu  atención a mi.

 

Lucían sacudió la cabeza acomodándose en su silla, no había tenido a su Akiria frente a él en mas tiempo del que podía recordar, y no había dicho esa palabra que significaba madre—padre, en su lengua natal en otro montón de años.

 

—Bien, tienes mi atención, ¿Que quieres?

—No estés molesto.

—¿No? Me culpaste de algo que no hice, me diste la espalda.

—Hijo de mi alma y mi poder, no te di la espalda por lo que le hicieron a mis Lobos... te di la espalda por lo que hiciste después de que Anabeth hija de Telret desapareció.

 

¡Maldición! ¿Como negaba eso? había hecho demasiado daño después  de ese evento, el dolor le cegó y permitió que su verdadero ser saliera a la luz. Hizo que el mundo entero temblara, de mil formas distintas. Incluso los grandes padres temen mostrar sus rostros por algún lugar donde él se encuentre, pero no iba a disculparse por ello, ni ahora, ni  nunca.

 

—Si bueno.. y  entonces, ¿Que haces aquí?

—Voy a  devolverte todo aquello que te retire.

—Gracias mi Akiria, pero... ¿Por que?

—Te permito la arrogancia solo por ser mi hijo, pero no voy  a tolerarlo mas, ¿Me oyes?

—Responde y quizá lo haga.

 

La gran magia se paseo por la habitación, esto definitivamente era algo nuevo para Lucían. Siempre la había visto decidida, segura de si, confiada e inquebrantable. Entonces sintió que lo que se avecinaba era mas peligroso de lo que el mundo podría soportar. Pasaron un par de minutos antes de que la gran magia respondiera, y pasaron aun mas.

 

—Mis oráculos han liberado la ultima profecía, me han dicho que después de ver esta... no logran  ver nada, solo hay bruma y nada...

 

Él la observo con cautela, sabia que quizá no le revelaría la profecía. Pero algo mas le estaba ocultando, porque por algo le estaba quitando los grilletes de las manos.

 

—¿Que necesitas de mi?

—La transformación de Anabeth hija de Telreth.

—Eso ya esta pactado, aun falta tiempo para ese día.

——Como Lobo será fuerte, pero con tu sangre será invencible. Solo su corazón, es decir, tu... Serás su debilidad, como ella es la  tuya.

—¿Por que permitiste que nuestras almas se vincularan? ¿Vogel y Seivian? ¿No es algo cruel?

—Por que necesito que mis hijos vivan, todos y cada uno de ustedes... al igual que tu he sido traicionado.

 

Ahora tenia mas dudas que respuestas, dudas que sabia no serviría de nada expresar, por que no tendrían respuesta. Con calma supuso de pie, sintiendo como los colmillos se alargaban en su boca. Señal de lo que estaba por venir. La gran magia levanto su muñeca, ofreciéndole su vena, su sangre. El tomo la mano cálida de la gran magia, llevo su boca hasta la muñeca, con sus colmillos perforo la fina piel de la muñeca. La sangre comenzó a llenar su boca, dejo que esta bajara por su garganta. Enviando ola tras ola de poder, el poder que había creído jamás lograría recuperar.




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