Hermandad de Sangre

Capítulo quince III

Esto es una mierda! Tengo que controlar mi ira, si es que quiero sacar a mi lobita de ese jodido lugar… a todo esto, ¿quién demonios eres tú? Y lo más importante, ¿por qué demonios es que estás escuchándome? Estoy seguro de que es por la conexión que tienes con Anabeth. Me agrada saber que ella tiene amistades humanas… no, no lo pienses, no estoy mintiendo. Podría preguntarte tantas cosas, pero….

 

Lamento haber reaccionado de esta manera, no estoy acostumbrando a responderle a las voces en mi cabeza… a menos que las conozcas. Pero, tus pensamientos me han llamado la atención… justo ahora que mi Anabel está perdida. Bueno, en realidad fue secuestrada hace unos días, apenas la semana pasada… así sólo es fue hace cuatro días y te juro que me muero cada segundo sin ella. 

 

Es curioso, todo el mundo creía todo el mundo que yo era el enemigo del mundo, fui traicionado antes de nacer por mis hermanos… pero ellos ahora están muertos. Llevó sus poderes en mi sangre, pero no creo que eso tenga que ver con lo que está sucediendo… Oh, es verdad no sabes muchas cosas de mí en especial. Mi Akiria, madre o padre como le prefieras decir, les hizo el regalo más fabuloso, ahora como mis hermanos de armas, mi gente o mis aliados  se unirán a la red telepática conmigo, como la de los Lobos. Ellos no lo saben, será doloroso, pero fue una sugerencia mía.

 

Esto solo afectará a los que hayan bebido del Sektum Orbet, ¿solo ellos podrán comunicarse telepáticamente? Sí, solo será otro tipo de conexión, que siento que no debe saber nadie más. Afortunadamente, no, tú no necesitas beber… tú eres de esos humanos raros que desarrollan habilidades más allá de la imaginación misma. De modo que eres por ello que pudiste conectarte con Anabeth y ahora conmigo.

 

Tengo que confesarte algo, estoy furioso, más allá del límite… No, no es por ti, es por ella. Por haberle fallado una vez más, no estuve allí para protegerla y está Z, mi hermana menor… con quien nunca he tenido el placer de convivir por mucho tiempo… y si te soy sincero, ni siquiera le aprecio lo suficiente. Pero tengo que salvarla, ella es la madre de algunas de las razas completas, sin ella muchos se perdería. Sin embargo, ella tiene razón en algo de lo que dijo, no puedo salvarlas si voy yo solo. 

 

Tengo hasta antes del atardecer, cuando todos partirán para cumplir sus funciones. Mi mundo es realmente complicado, si no tienes cuidado te emparentarás incluso con tus enemigos… el vivir mil años es bueno hasta cierto. Estoy divagando, pero eso es lo que debo hacer para distraerme, solo para no tener que arrancarle la cabeza a alguien. ¿Cómo hacen los humanos para contenerse? Y no digas que pateado traseros, eso es lo que se supone que no debo hacer, ya que hay un guardián en el Limbo… que es de donde tienen a Anabeth. Sí, bueno cada sociedad y cultura tiene su propio lugar, igual los infiernos y los cielos, aunque llegan a ser diferentes. Eso me ha traído la idea más fabulosa a la cabeza, ¡gracias! Tengo que dejarte y te mantendré informado.

 

 

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El rey salió de su trance momentáneo sacudiendo su cabeza, la idea que se estaba formando en su cabeza, simplemente encajaba como pieza de relojería fina en sus planes. Regreso al palacio , se dirigió a una ubicación en especial, se materializó frente a Egion Yurkemi en la cocina.

 

 

 

—¡Por las barbas de Kettar!

—¡Eh! No, yo soy algo más peligroso que él.

—Y eres un idiota.

—Yo no grité como un niño por el tío Kettar.

 

Egion lo observó con desprecio, ese tío había sido un antiguo guerrero quien les había enseñado mucho de batalla y utilizaba una barba casi hasta el estómago. Además, de que le gustaba a gastar bromas parecidas la que Lucían le había hecho, a las personas cercanas a él.

 

—Tengo una misión especialmente peligrosa para ti.

—Yo tengo una, voy a ir a la casa del hijo de puta de Dragos a cortarle las pelotas.

—Déjate de niñerías, esta es para hombres, para verdaderos guerreros ¿Te interesó sí o no?

 

Egion se pasó las manos por el cabello con exasperación, sabía que aun cuando dijera que no, él era su rey.

 

—¿Qué tengo que hacer?

—Sabía que podía confiar en ti.

 

El Lobo le gruñó como un auténtico perro.

 

—Iremos por Z y Anabeth, y no, yo iré por Anabeth.

—¡Oh no! No iré por Z, no por ella.

—Egion, sé que ella no ha sido más que problemas para todos nosotros, pero sabes bien lo que pasa cuando uno de ellos muere … ¿Recuerdas a Destur?

—¡Eso me importa un pepino! No voy a mover un solo dedo por ella.

—¿Solo porque se enamoró de un ti un tiempo?

 

Egion lo vio horrorizado.

 

—¿Enamoró? Se obsesionó mejor dicho, era una auténtica lunática —le respondió liberando el aire de sus pulmones a través de sus dientes, pero sabía que ella no saldría de allí si no era él o Lucían —Bien lo haré.

—Gracias.

—No, no lo hago por ella, lo hago por Anabeth y por nadie más.

—Lo sé, partiremos con el resto al atardecer.

 

 

 

*              *               *

 

 

 

Se materializó en medio de la inmensa habitación del castillo de Dragos, después de que su hermano lo enviara a su propio espacio, le costó salir de su “cielo”. Se sentía asqueroso, cuando entro a la habitación fue repudiado por gouth, un Kangal turco. Este estaba recostado en la gigantesca cama, a su lado Dragos cubierto por una sábana de seda negra, la habitación estaba a media luz y confortablemente calidad.

 

Se acercó con calma la cama y se sentó a un lado observándole, le acarició la cabeza con la mano apartando el cabello de su bello rostro. Dragos se estremeció ante el frío contacto de Narek, sintió que sus labios tocaban su frente y después sobre su propia boca, lo que le obligó a abrir los ojos y encontrarse con Narek, quien le ofreció una traviesa sonrisa.




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