Hermandad de Sangre

Capitulo dieciocho II

 

*    *     *

 

 

El oscuro caminaba hombro a hombro con Lucían, se dirigían hacia la parte más alejada del Lamb. La más peligrosa también, en este lugar era donde los traidores enemigos y villanos pasaban sus últimos días. Muchos de ellos habían sido enviados a ese lugar por ellos mismos, de modo que sabían que no tardaría en estar de cara a la muerte, que existía la posibilidad de que eso no fuera nada fácil, y quizá salir sería imposible. Pero siendo de ellos dos fuerzas de la gran magia, tenían al menos una posibilidad de completar esa misión con éxito.

 

—¡Morirán Oscuro! —gruño uno de esos elementales que había muerto a manos de Xauro.

—¿Cómo se atreven a venir por aquí?

—Pedazo de mierda, ya estamos muertos —se volvieron para encontrarse con Borss Vel, detrás de ellos, este iba acompañado solo de unos cuantos.

 

La zona prohibida eran lugar decadente, acorde a sus ocupantes, quienes una vez que llegaban al Lamb, solo buscaban la compañía de los mismos de su clase. El lugar parecía una ciudad post-apocalíptica, el cielo con densas nubes grises que no permitían el paso de los rayos del sol. Podredumbre y perversidad en cada rincón del caótico sitio, ese era el infierno de los suicidas, de los que disfrutaron al repartir dolor y desesperanza a su paso.

 

—Él no está muerto —gruñó Borss señalando Lucían.

—Pagarás caro el que esté aquí —sentencio alguien más.

—Yo no te di muerte —dijo Lucían dirigiéndose a Borss.

—No, fue esa linda lobita tuya.

 

Fue el Oscuro quien se rio de sus palabras, en lugar del maldito, increíblemente Lucían estaba muy tranquilo.

 

—Voy a hacerte una pregunta, y sobre ella será el destino de lo que te depare.

—Soy un jodido espectro, inútil… no le tengo miedo a nada.

—Quizá no, pero aún sientes dolor y mucho, mas aquí qué en vida.

 

Borss gruñón indignado, sabía que Lucían tenía razón, lo había aprendido de la forma difícil. Ante esta amenaza algunos de los que le acompañaban comenzaron a alejarse. La primera noche en que Borss apareció en ese lugar, algunos de sus “viejos amigos” le dieron la bienvenida, le golpearon y torturaron, entonces entendió que el Lamb magnificaba el dolor en cualquier sentido.

 

—¿Fuiste por ella por órdenes de Dragos o por una venganza?

 

El brillo en los ojos lo traicionó, en él se podía percibir vergüenza y culpabilidad.

 

—La conocía desde que era una niña… ella salvó a mis hermanos, me sentí como un bastardo cuando Dragos me envió tras ella… jamás supe que la tenía cautiva.

—¿Entonces por qué continuaste? —interrogó el Oscuro.

 

Borss meditó un poco acerca del pasado.

 

—Cualquiera que mandara por ella, le haría daño… quizá yo podría protegerla… pero Narek se encargó de que ella no me reconociera, ni siquiera por nombre… “Será más sencillo si no te conoce” dijo el muy bastardo, será incluso más fácil para ella… se burló el gran padre…

 

Sus últimas palabras estaban cargadas de desprecio.

 

—¿Por qué tú no la reconociste cuando la viste?

—Conoces mi oscuro pasado… no he sido muy respetable que digamos… Dragos tenía miedo que le hiciera lo que a mis víctimas —Lucían no supo si hubo satisfacción o pena en sus palabras —No puedo justificar que me deje influenciar por Narek, porque sé que soy letal… necesitaban a alguien que estuviera urgido de enfrentar al rey maldito en su lugar. —guardo silencio tratando de poner en orden sus pensamientos —Lucían, yo era un adicto a la sangre… cegado, cargado con el odio del gran padre hacía las razas, se encargaron de que mi propia familia no me reconociera… por eso ella tampoco lo hizo… en miente había dos personas, yo y algo más… la que le daba igual desangrar a un niño o a una persona a la que quise mucho.

—Y ahora estás aquí.

 

Borss volvió su mirada alrededor, como si esperara que algo le salvará o saltara sobre ellos en cualquier momento y después volvió su mirada a la pareja.

 

—De igual forma ustedes son mis enemigos.

 

Lucían lo enfrentó rostro a rostro.

 

—Tú, como todos, me tomaste por tu enemigo ,no al revés. Ahora puedo enviarte de regreso con tu padre con vida, pero tendrá un precio… Quizá así podrás expiar tus culpas

—¿Pero qué?

 

Las dudas y sorpresas no se hicieron esperar, no conocían a nadie que tuviera ese poder, Pero Lucían los ignoró.

 




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