Entre las razas de sangre se enfrentaban a una enfermedad que continuaba invadiéndolos, no solo a sus razas, está les hacía volverse contra su gente, matando o convirtiendo a mortales e inmortales. Los convertían en criaturas oscuras, sin alma, sin emociones, solo el poder de asesinar, la sed de destrucción. Pero también era seré que no soportaban la luz del sol y no podían pisar la Tierra Santa, tal como los seres de los cuentos de la raza humana, aquellos que relatan con horror y miedo de los que son capaces de hacer de los actos más atroces contra las familias que los aman. Sin amigos, Sin código, pura maldad.
Al principio había sido sumamente difícil controlarlos, la infección no tenía una razón de ser y, no había una explicación para ella, tampoco había cura. Solo había una forma segura de eliminarlos, está era arrancarles el corazón y quemarlos o enfrentarlos a los rayos sol. El miedo era generalizado, todos los estúpidos y absurdos decían que era la venganza del Maldito, que habían sido creados por Lucían y este los había liberado.
Solo eran estúpidos, ciegos, tontos y desagradecidos.
Pero un día la verdad salió a la luz, la Hermandad de sangre lo descubrió, al encontrar el laboratorio de Dragos. Muchos de los infectados, al no tener otra alternativa caminaban al amanecer, como la única esperanza para salvar sus almas. En lo más alejado de lo que había sido el hogar de la Hermandad, al norte, ahora era solo una prisión para los infectados.
Cómo había cambiado el mundo, todo esto para los todas las razas esto había sido una rara enfermedad que dejó a miles de muertos, tenían la esperanza de salir de esto y continuar con sus pacíficas vidas.
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Hola… hace tanto que no… Espero que entiendas todo por lo que hemos pasado para proteger nuestro mundo, nos vimos forzados a cazar a antiguas familias, a amigos… Narek hizo mucho daño, más que nadie. Nos golpeó terriblemente… Pero, no hablemos de él, aún hay mucho por hacer. ¿Sabes? Dos de mis hermanos están próximos a vincularse con la Luna de almas. Aunque Egion lo niegue, sé que ama a Zakara, sí, a la Gran madre. Este vínculo si que fue una sorpresa, pero sé que la ama. Oh, ¿de qué otro modo lo hubieran obligado a cruzar al Lamb por ella? Una vez lo escuché quejarse de que ella era más grande en edad y que lo había cazado, que lo vio como una jugosa presa… Zakara solo ríe ante su “insolencia”, como dice ella.
Y mi hermano Vogel, ¿Quién diría que el pulgocito se enamoraría de una Hada? Nadie sabía, nadie lo espero. Creo que ambos tienen rabia o algo así… aun con ese defecto, los amo y me hacen felices… aun en este oscuro momento.
¿Sabes? Justo ahora estamos en lo que fue el castillo de Dragos, en su laboratorio, donde experimentó con muchos de los míos… aún no sé cómo lo hizo y es lo que esperamos averiguar, si el brote surgió de la misma forma en que surgen las enfermedades humanas. Sabemos que se riega contagiándose de persona a persona, en este caso por mordida o beber sangre contaminada. Pero… lo más extraño solo a los que llevamos la sangre de Lucían no nos afecta, es como si él nos hubiera protegido a todos, los que le respetábamos y le amábamos. Ninguno ha caído… Quizá la sangre de Los Lobos o de los protegidos de Lucían seamos la respuesta. Te voy a contar un poco de lo que veo a mi alrededor, las paredes debieron ser blancas en algún momento, con el paso del tiempo se han oscurecido y teñido con la sangre de siglos, este laboratorio sería sueño de cualquier investigador, aun en esta época hay equipos y aparatos que solo podrían ser extraídos de un sueño, todo lo que puedes imaginar o que hayas sabido que existe para la investigación, se encuentra aquí. Pese a este lugar es asombroso, perdura la reminiscencia de las muertes de muchos seres… se puede sentir el dolor, la rabia, la desesperación de los que pasaron por aquí.
¡Malditos infelices también hay…!
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—¡Anabeth vuelve!
—¿Qué sucede? —interrogo ella saliendo de sus pensamientos.
—Egion encontró algo.
Dagonet la observó con calma, su estado aún no se notaba, pero seguro en un par de meses ya no podría moverse con rapidez. Después tendría que partir la tierra de la gran magia, dónde tendría a sus cachorros y sería el lugar más seguro del universo para ellos. Salieron por un túnel hacia la siguiente habitación que había estado sellada, por lo que parecía un montón de tiempo.
—Dagonet dice que encontraste algo.
Egion se volvió a verla, se le acercó papa susurrar algo, colocando su mano en la barriga de ella.
—No deberías de estar aquí, podría hacerle daño a los cachorros.
—¡Basta y Egion!
—¿Qué? Son mis sobrinos.
—Eres un tío muy paranoico.
Egion Yurkemi sonrío descaradamente mostrando sus perfectos dientes blancos.
—Pero, me quieres.
—Entre estos pulgarcito y ustedes me están volviendo loca…
—Bien, voy a dejarte por el momento en santa paz. Ven a ver esto —la guío hasta lo que parecía ser una oficina —Aquí.
Le mostró viejos pergaminos de profecías antiguas, algunas ya cumplidas, otras aún desconocidas. Se podían leer historias distintas de vidas distintas, de seres distintos… y como cualquier profecía ninguna era clara.
—¿Quieres que haga algo con ellas?
—Llévalos contigo a la Gran magia.
—Echo.
Egion la observó sentada, con las profecías frente así.
—¿Ya se lo dijiste?
—¿A quién?
—No finjas, pasas mucho tiempo con Ektor.
Anabeth rodó los ojos ante la absurdez de las palabras de su hermano.
—Ektor lo sabe, quiere ser el padrino del primogénito.
—Bien, lo siento.
—¿Qué hay con Z?
—¿Z qué?
—Por amor a la Gran magia, Egion…
—Anabeth.
Ella sabía que su hermano retrasaba las cosas, por qué ella no estaría presente por mucho tiempo. Y el tiempo que pudiese venir a verles sería peligroso.
—¿Egion por qué demonios Anabeth está aquí? —ambos volvieron su mirada a Vogel y a Moira parados en el umbral de la puerta.
—¡Por la Gran magia! Soy una guerrera, una hermana y …
—Una futura madre.