Hermosa

Capítulo 3

Después del almuerzo fui a mi oficina a revisar contratos y diseñar los bocetos para los niños. A eso de las cinco de la tarde, Pablo entra a mi oficina y me entrega unas hojas en una carpeta.

― Preciosa, firma ― me dice señalando los papeles

― Bien ― respondo cansada― ¿Qué estoy firmando?

― Uno es para la inscripción en la escuela de artes “LMEC” es una promedio, todavía se enfocan en el talento y el bienestar de sus estudiantes. No es como las otras obsesionadas con la fama y la cantidad de contratos ― dice sonriendo

― Hecho ― y firmo

―El que sigue es de dos trabajos con Candypop. Quieren un comercial y fotos para publicidad ― dice sonriendo y guiñando un ojo

― Bien ― y firmo

― Este es el permiso para que haga la publicidad con tu ex ― dice acogiendo una mirada desaprobatoria

― Odio esto ― y vuelvo a firmar

― Yo igual. Bueno y el último es mi contrato, donde me vendes el alma de tu hija y tu cuerpo ― me dice sonriendo de oreja a oreja

― Eh. Tu contrato lo hago yo ― digo y rompo el que me dio. Busco entre los papeles de mi escritorio y lo encuentro ― Toma, firma esto. Es un contrato de esclavitud laboral y sexual, por un sueldo mediocre.

―Bieeeen ― me dice volteando los ojos y firmando ― Seguro me vas a dar un sueldo que no me merezco, pero ya que.

Justo en ese momento veo a Daniel caminando por el pasillo

― La madre que lo p… Puso en este mundo ― digo escondiéndome ― Pablo, vas a salir y discretamente vas a ir a la guardería y sacar o esconder a las niñas. Daniel no puede saber de Ela.

Sip, Daniel no sabe quién es su hija. El malentendido empezó al añito de nacer.

 

―No te preocupes, no es molestia. Es más, me vas a hacer un favor ― le digo a mi mejor amigo

―Ana, en serio es demasiado. No puedo quedarme en tu casa, solo dame el préstamo que te pedí para alquilar un piso ― me dice Pablo

―No. En unos meses voy a poder mudarme y salir del radar de mi esposo ―  digo ― él cree que no me doy cuenta, pero tengo a sus hombres vigilándome y sacando fotos esporádicamente

―Dime una razón válida y consideraré quedarme pagando renta ― me dice

―Aquí va. No quiero que Daniel sepa quién es su hija ni cómo vive, él manda dinero y sabe que vivimos aquí. Voy a despistarlo contigo y Priscilla, ella tiene casi la misma edad y sus ojos son idénticos. Cualquiera a esta edad, podría confundirlas como mellizas o gemelas ― le digo con resolución

―Bien. Pero pago alquiler ― me responde

―Está bien, pero lo que puedas pagar. No estás en tu mejor momento y mis ingresos están subiendo bastante rápido ― algo imposible en estos tiempos de alta competitividad empresarial

―Gracias, esta etapa no pensaba pasarla solo ― dice apesadumbrado

―Ni yo, pero somos tan amigos que Dios nos jodió de casi la misma manera― le digo apretando su brazo ligeramente para consolarlo

Ya es el cumpleaños de Ela, para hoy está su sesión de fotos especial por su cumpleaños y luego podemos regresar a celebrarlo con Pablo y Priscilla. Tengo que salir con cuidado por si me siguen los empleados de Daniel. Tendré que salir por la ventana del costado.

―Me estoy yendo ― le grito a Pablo mientras salgo con cuidado por la ventana.

En lo que estoy con mi hija fuera y empezando a cerrar la ventana escucho el timbre; Pablo sale corriendo y se ríe señalando mi cabello; tenía hojas encima. Y le devolví la sonrisa, agachándome. Pablo abre la puerta y se le quita la sonrisa, me inclino un poco y puedo distinguir a Daniel con un peluche en los brazos. Me escondo y pongo a mi hija al costado del arbusto, debajo del árbol. Que grandiosa madre soy, lo sé.

― ¿Quién eres? ¿Dónde está mi hija? ― dice buscando sobre el hombro de Pablo; donde ve a Priscilla gateando por la alfombra de la sala

― Un gusto soy Pablo, vivo aquí. Y ni idea donde está tu hija, pero la mía está en la sala babeando la pata del sillón ― dice Pablo resuelto y con aire de tranquilidad.

Debería ser actor, ganaría bien.

― ¿Tu hija? ― dice empujándolo para entrar y levantar a Priscilla ― Es mía. ¿No ves los ojos?    Es genética simple.

― Bueno, se parecen un poco físicamente; pero Priscilla es mi hija, yo le doy todo lo que necesita y más junto a Ana ― dice Pablo ¡Qué manera de distorsionar la verdad con la verdad!

― ¿Cómo? ¿Quién te crees que eres? ― le grita Daniel

― Priscilla cariño; suelta ese peluche ―  le dice levantándole los brazos; a lo que ella inmediatamente suelta el peluche y se lanza a sus brazos

― Papi, papi ― dice sonriendo y abrazando a Pablo, babeándole el cachete en su intento de beso

Me río por la escena, pero me arrepiento al instante. Daniel voltea hacia la ventana.

― Bueno, supongo que eres el ex de Ana; me comento algo de ti. Así que te voy diciendo que no tienes nada que hacer aquí. Puedes retirarte con tu peluche estúpidamente caro y dárselo a tu hija, en el futuro ― dice cubriendo mi estupidez Pablo




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