Hermosa

Capítulo 4

― Esteeeeee… ― digo mirando a todos lados ― No entiendo lo que está pasando; así que mejor nos vamos todos

―Secundo la idea ― dice Pablo cargando a su hija

― No, no, no. Necesito una explicación ― dice frunciendo el ceño Daniel

― Mami ¿Conoces a este señor? ― dice Ela confundida ― y no le hable en ese tono a mi mamá ― dice señalándolo

― El viernes Ana, en la cafetería de jazz que frecuentábamos; a las siete de la noche ― dice levantándose ― y pequeña, en serio eres hermosa, ya sea en fotos o en persona

― Gracias ― dice mi hija sonrojándose

― Largo, no eres bienvenido en esta empresa ― le digo mientras me levanto apoyándome en la mesa

― No lo olvides Ana, a las siete ― dicho eso, sale de la oficina

― Ana ―  empieza Pablo

― No, no es el momento ― digo agarrando la mano de mi hija ― me voy primero, tengo que hablar con mi hija

La cargo y me salgo de la oficina; por hoy, aquí se acaba mi trabajo. Voy caminando sin rumbo, hasta que veo un carrito de helados en un parque; me dirijo ahí, compro dos y me siento con mi hija en las piernas.

― Hermosa ― comienzo ― ¿Sabes qué es un papá?

― ummm… ¿Pablo? ― dice mirándome, me río

― Sí, para hacer que nazcan bebes se necesita un papá y una mamá; pero a veces pasa que uno de los dos se va al cielo o abandona su casa por muchas razones ― digo comiendo mi helado

― Ah, pensé que solo se necesitaba uno de los dos ― dice lamiendo el helado ― Y ¿Dónde está mi papá?

― Él, cuando naciste se fue de casa. Tenía proyectos y sueños. La verdad que no estoy segura la razón exacta, pero nos dejó. Así que como la mujer rencorosa que soy, no lo busqué y tampoco lo dejé acercarse a ti, hermosa. Pensé que no te merecía y sigo pensándolo. ― digo mirando el cielo mientras le acaricio

― ¿Pero por qué se fue? ¿Me odiaba? ― dice terminando su helado

― No hermosa, nadie puede odiarte ― digo sonriendo ― Pero no sé o no estoy segura de la razón.

― ¿Y lo extrañas? ¿Te pusiste triste? ― pregunta mirándome

― La verdad es que sí hermosa; no lo extraño, pero sí me dolió su abandono. ¿Sabes? Lo amaba mucho, mucho ― digo recordando cómo comenzó todo.

 

―Linda, ven. Sé que no tienes padres, puedes venir a mi casa para pasarla bien ― me dice Aarón, un compañero de secundaria

― No, gracias. Tengo una casa a la cual llegar ― digo dándome la vuelta

Ya pasó una semana en mi vida monótona

― Ana, me gustas. ¿Quieres salir conmigo? ― me dice el delegado del salón, Sandro, tendiéndome una rosa

― Gracias, pero no estoy buscando pareja. Disculpa ― digo y lo abrazo ― En serio, perdón

Estoy a un mes de terminar mi último año de secundaria

― Sé mi novia ― viene Darío con un ramo de flores

―No―

―Sé mi novia ― dice un tipo que ni conozco

― No ―

― Sal con migo ― dice Lorenzo, el hermano de Aarón

―No ―

― ¿Eres lesbiana? ― pregunta el idiota

― No, pero si te hace sentir mejor cree lo que quieras

― Lo sabía, no te gustan los hombres ― dice riendo y yéndose

― ¿Cómo es que todos vienen justo ahora?—pregunto en voz alta y frustrada

― Es porque, hoy es el último día de clases; en la graduación dentro de un mes ya no habrá oportunidad, a menos que vayan a la misma preparatoria que tú ― dice Daniel, un chico del otro salón; es muy popular, pero nunca intentó acercarse a mí

― Gracias por la explicación ― digo sonriendo ― Yo me voy

― No eres muy sociable ― dice acercándose ― Eso quiere decir que solo te siguen por tu apariencia de Barbie

Qué despreciable, aunque lo que dice es cierto en su mayoría de casos

― Y a ti solo te buscan por tus ojos, por lo que eh oído ― digo devolviendo el golpe

― No, también soy deportista. Y sé cantar, eso les fascina a las chicas ― dice sonriéndome ― Sin contar que yo recibo más propuestas indecentes que pedidas para salir

―Supongo que tú no las rechazas ― digo cruzando mis brazos

― Pues, la verdad que solo la mitad ― dice guiñando un ojo ― ahí viene otro

― De que … ― empiezo, pero me veo interrumpida

― Me gustas desde que entraste al colegio, me encanta tu inteligencia y tu belleza. Simplemente eres perfecta, sé que me vas a rechazar pero quería que supieras que en mí encontraras un amigo cada que necesites. Disculpa por ponerte encima mis sentimientos, pero quería que lo supieras ― dice de un solo aliento Franco, él se podría considerar algo como mi mejor amigo

― Franco, gracias por tener esos sentimientos hacia mí. Me siento honrada y a la vez apenada; me encantaría sentir lo mismo que tú, pero solo te veo como un amigo. Si en el futuro necesitas ayuda tampoco dudes en recorrer a mí, te quiero mucho ― digo y me acerco para abrazarlo fuerte, me aparto un poco y veo que sonríe




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