― Terminamos, vamos a comer ― digo poniendo todos los dulces que hicimos en la mesa del comedor; la cual usamos muy pocas veces ya que me parece demasiado espaciosa para dos personas.
― ¿Por cuál comenzamos? ― dice Pablo levantando su plato y tenedor de postres
― Pie de limón ― dice Ela
― No, vamos a empezar por la crema batida con esencia de fresa ― dice Priscilla
― Nada que ver, vamos a comenzar por la torta de chocolate ― dice Pablo
― No, hay que empezar por la tarta de sauco con cubierta de mermelada ― digo emocionada
― Noooooooo… ― dicen todos
― Bién, pana ninguno, comenzaremos por las galletas de naranja ― digo levantando la voz ― ¿Alguien se opone? ― les contesto mirándolos fijamente a los tres
― No ― dicen los tres y agachan su cabeza
Así comenzó nuestro buffet de dulces, luego de las galletas fuimos por el batido, luego por la tarta, luego el pastel y así progresivamente; hasta que ya no nos cabía nada. Entre broma y broma todos terminamos en el suelo con los estómagos llenos y con unas ligeras ganas de vomitar. En eso las niñas empiezan sus planes de juntarnos.
― Papá ― dice Priscilla ― ¿Podemos quedarnos a dormir?
― No, ya nos vamos cuando pueda pararme ― dice rodando para verme y sonreír
― Mami ¿Se pueden quedar? ― pregunta mi hija
― No creo hermosa, ya escuchaste a Pablo ― digo
― Pero si cambia de opinión ¿Se pueden quedar? ― Me dice mi hija
― Claro hermosa ― digo
Se levanta y lleva a Priscilla consigo para su cuarto, luego de unos minutos regresa y le muestra a Pablo una foto de él en el inodoro, cantando usando de micrófono un pedazo de papel higiénico enrollado. Me empiezo a reír a carcajadas, no se le ven sus partes nobles; pero la imagen es muy cómica.
― Pablo, se van a quedar o mando esta foto a tu perfil de Facebook ― dice mi hija
Yo lo veo y me empiezo a burlar de él.
― ¿Sabes que la gente normal canta mientras se ducha? ― le digo y me sigo riendo
― Bien, ganas ― dice suspirando y susurrando aumenta con sarcasmo ― para variar
Las niñas se van al cuarto de invitados corriendo, me pregunto inconscientemente que harán allí. No creo que nada malo. No debí pensar eso, cada que pienso algo siempre es frustrado por la imaginación de esas niñas. Me levanto luego de quince minutos con Pablo para buscar a las niñas, entramos al cuarto de invitados y no puedo creer lo que veo. Mojaron la cama, toda la cama. Pero lo que se dice, mojar. No estaba húmeda, sino que estaba mojada; como cuando sumerges un trapo en una piscina.
― Tendré que dormir con Daniela, pero papi tú no puedes; tendrás que dormir con Ana ― dice Priscilla
― Mamá seguro comparte su cama, es gigante ― dice Ela
Sonriendo volteo donde Pablo y le contesto ― Pablo, dormirás en el sillón
Él sonriendo también me responde ― Pero me va a hacer frío ― dice haciendo un morrito
― Al sillón, te pasaré mantas ― digo y volteo victoriosa hacia las niñas ― niñas a bañarse, voy a salir con Pablo a comprar algunas cosas.
Salgo de la casa con Pablo a comprar papel y una mesa desplegable para trabajar; si se iba a quedar, mínimo que me ayude a cargar las cosas. Tengo que aprovechar la situación.
― Admite que ese fue un buen plan ― dice mi amigo ― espero que su mente sea pura y esperen que durmamos juntos; aunque a mí no me molesta el otro sentido ― dice abrazándome por la espalda
― Já, sigue soñando que lo haga con nuestras hijas tan cerca ― digo apartándolo para escoger las cosas que quería
― ¿Crees que se rindan por hoy? ― pregunta
― Claro que sí ―
― Ash, nunca lo hemos hecho en tu casa ― dice mandándome un guiño
― Para las pocas veces que lo hemos hecho, es obvio ― digo volteando los ojos
― Cierto, eso debería cambiar ¿No crees? ― dice sonriendo
― Tal vez ― digo dándole las compras ― O mejor no
― Vamos, tenemos la relación perfecta ― dice haciendo pucheros ― hay que aumentar el nivel
― No, eso es lo que la hace perfecta; dejarla a este nivel ― digo segura de mi respuesta. Lo que hace que no implique sentimientos complicados; es la cantidad de veces al mínimo, tenernos confianza y de algún modo no haber superado nuestro pasado.
― Que aburrida eres ― dice mientras caminamos
― La espontaneidad es lo nuestro ― digo sonriéndole mientras subimos al ascensor ― nuestras casualidades son perfectas, ellas deciden lo que pase; así nuestra perfecta relación es que funciona
― Bien, estoy de acuerdo ― dice y empieza a mirar hacia arriba ― Diosa de la casualidad, crea más oportunidades para mi
― No creo que te haga caso, eso si existiera ― digo cuando llegamos a mi piso y se abre el ascensor para ver la sala, donde encuentro…