― Ana ¿Fuiste a encontrarte con él? ― pregunta Pablo, su voz denota enojo y preocupación
― Claro que vino, todavía me ama. Solo eres el amigo con quien se desquita ― dice Daniel
― Cállate, no estoy hablando con el ex que dejo a su hija y esposa por dinero― dice Pablo
― No te metas en lo que no te importa ― dice Daniel levantando la voz ― Aquí no tienes opinión
― Ana ¿Estás bien? ― dice Pablo con calma y de forma dulce. Es el momento en que mi cerebro reacciona, mi amigo se preocupa por mí. No le importa Daniel, le importo yo. Eso es amistad, es justo eso lo que necesito y lo que quiero.
Es cuando entro en razón, cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo y lo que estaba por hacer. Y sobre todo lo que hice y dije. No pienso ser una mujer dependiente, masoquista y sin dignidad. No, ya había pasado página; es más yo ya empecé un nuevo libro. En este libro no importaba nada más que mi hermosa, ella era el centro y siempre lo sería. Yo no soy la protagonista, en este nuevo libro de mi vida la protagonista es mi hija. Si Daniel llega a entrar a este libro solo tiene que ser relacionado a Daniela, solo a ella. Regreso de mi estupor y meto las llaves de mi auto.
― Disculpa Pablo, estaba en shock – digo encendiendo el auto ― Gracias por estar aquí, estoy en camino, llego en diez minutos
Digo mientras me pongo el cinturón y le señalo a Daniel que se ponga el suyo
― De nada preciosa, te esperamos ― dice y me cuelga
― ¿Qué haces Ana? ― pregunta Daniel
― No trajiste tu auto ¿Cierto? Sabías que tal vez cedería. Creaste la oportunidad para después de eso pasara tiempo contigo y no tenga tiempo de procesar las cosas ― digo mientras conduzco hacia mi casa ― Lo sé, siempre lo supe. Solo que antes me parecía tierno el esfuerzo que hacías e impresionante lo efectivo que eran tus planes. Pero ya no, ahora lo veo como una muy buena forma de manipulación
― ¿De qué hablas? ― dice fingiendo desentendimiento
― Ya no soy la misma, me atrapaste con la guardia baja. No volverá a suceder ― digo parando en un semáforo ― Justo ahora voy a ir y presentarte con tu hija. Vas a ir y le dirás lo que quieras.
― Pero es una niña, puede ser contraproducente. Le podemos generar un trauma ― dice
― Mi hija es una niña madura, la hice fuerte y algo caprichosa; pero ella sabe lo que quiere y entiende las cosas que se le dice ― digo arrancando al ver cambiar al semáforo
― Como quieras, pero tienes que admitir que todavía sientes algo por mí. No haz amado a ningún hombre después de mí ― dice seguro
Con toda la sinceridad del mundo le contesto ― Es cierto ― digo sonriendo triste
― No lo intentes neg… ¿Qué? Ya lo aceptaste, volvamos a ser una pareja ― dice sonriendo
― No, lo que dices es cierto. Eres al único que ame, también es cierto que siento algo todavía. Pero supongo que es más como una reacción a tantos años de amor desenfrenado hacia ti. ― digo resuelta, es eso.
― No entiendo ― dice confundido
― Digo que lo que paso hace un rato fue una parte de mí que añora el pasado, pero estamos en el presente. El pasado ya pasó y no eres el mismo del pasado. En todo caso, si lo eres yo no lo soy ― digo tranquila, entendiéndome por primera vez. Me siento bien conmigo misma. Esa parte que lo añora tiene que ser suprimida y listo. Todo estará resuelto. Hay que dar el primer paso al futuro.
― Pero todavía nos queda el futuro ― dice tomando mi mano
― Lo dudo, pero cree lo que quieras ― digo estacionando mi auto
― Vamos, ya estamos ― digo, salgo del auto y me subo al ascensor. Vamos a la sexta planta y se abre en mi piso. Veo a todos jugando twister.
― Pablo mano derecha rojo ― dice Ela
Pablo parece contorsionista, le debe estar doliendo. Se cae.
― Nos toca ― dice Priscilla y Ela
― ¡Hola!—entro y tiro el bolso en el mueble ― Son unas tramposillas, ni siquiera estaba dándole vueltas a la aguja
― Ya sabía que no podía tener tan mala suerte ― dice Pablo bufando ― Ahora retiro mis veinte dólares de la apuesta, niñas tramposas
AH, por eso estaban haciendo trampa.
Pablo se acerca y me da un abrazo ― Preciosa, te demoraste mucho. Tu hija es la mente malvada del dúo ― dice mientras me da un beso en la frente
― Ejem, ejem También estoy aquí ― interviene Daniel
― ¿Qué hace aquí? ― pregunta Pablo
― Es momento de que Ela lo conozca ― digo mirándolo, él entiende y llama a Priscilla, llevándosela de la sala a la cocina. No está muy lejos, pero nos da privacidad.
― Mami ¿Quién es el señor? ― pregunta Ela
― Hola hermosa, me llamo Daniel Cáceres Juárez ― dice dirigiéndose al frente al centro de la sala donde está ella, se empieza a sentar en el sillón ― Y soy Au Au Au
Me empiezo a reí al verlo saltar del sillón. Seguro que todavía queda restos de la viruta y se a pinchado con una astilla. A lo lejos veo como Pablo se cubre la boca para evitar reírse, mientras distrae a Priscilla con la gelatina. Nos vemos y me lanza un beso con un guiño. Sonrío.