Si alguien se lo pregunta, estoy en el maldito acuario teniendo una “cita” con Pablo.
― Y… ya tienes emm … a ya sé ¿Tienes los modelos para COLMOS? ― pregunta Pablo
― No, me falta. Pero mi parte solo son hasta los niños, de los demás se encargan los otros diseñadores ― digo caminando ― A ti… ¿Cómo te va con lo de Daniela?
― Bien la verdad. El fin de semana eh recibido cinco propuestas. Pero descarte tres por lo que me pediste; se me hace fácil al conocer a la perfección a tu hija ― dice sonriendo
― Cierto. Me pregunto qué estará haciendo Daniel con esos dos demonios miniatura ― digo y me río imaginándolo colgado del puente
― Espero que mal, este es el mejor momento para sacar a la luz sus mentes criminales ― dice riendo conmigo
Pasamos un buen rato, paseamos; sacamos fotos, compramos recuerdos; nos sacamos fotos para la evidencia, comimos helado; jugamos, etc. Estamos a punto de salir y a lo lejos vemos a dos niñas con abrigo, sombrero y gafas. A su costado, detrás del basurero se puede ver unas piernas amarradas que se mueven.
― Hay no ― digo dirigiéndome al basurero
― Que pas… mejor no pregunto ― dice Pablo riendo
Llegamos y encontramos a Daniel amordazado y amarrado de brazos y piernas. Encima un letrero con mala letra: “Mis hijas juegan al detective”
No lo aguanto y me río a carcajadas con Pablo; soy consciente que no debería ya que las niñas pensarán que está bien hacer estas cosas, pero no lo puedo evitar. Daniel se remueve y nos pone mala cara. Lo suelto mientras Pablo les compra helados a las niñas.
― Ana ¿Cómo es que estás con él en una cita? ― me reclama ― dijiste que me amabas, me correspondiste el…
Le tape la boca, no quiero que ni las niñas ni Pablo se enteren de mi lapso de debilidad y estupidez.
― Nada pasó, nada pasará ¿Entiendes? ― le digo firme y con voz amenazante ― Ya dime la razón de que te amarraran
― Pasamos un buen rato en el parque y luego de comer, vinimos. Los vimos y ellas estaban emocionadas porque su plan iba a la perfección, entonces sentí celos de verte reír con él y me propuse interrumpirlos ― me cuenta levantándose del suelo ― pero ellas me dijeron que no, insistí y termine así.
― ¿Hace cuánto están espiándonos? ― pregunto preocupada
― No más de quince minutos ― dice ― sin contar esto, mi hija es alguien muy dulce y tierna
― Lo sé ― digo sonriendo hacia donde están comprando los helados
― Es hermosa como tú y salvaje, también como tú ― dice sonriendo ― ¿a ti también te hace estas cosas cuando no quieres darle algo?
― Já, sueña. Esa niña no me toca ni el polvo que dejo. Pero se encarga de mover a las personas del entorno. Bueno, con Pablo tampoco son tan agresivas. Más que todo juegan con él ― digo pensándolo
― Ah, Pablo. Siempre aparece en nuestras conversaciones, no es nadie para estar cerca de nuestra familia ― dice y justo llega Pablo
― Yo soy su mejor amigo ― dice fuerte Pablo y susurrando aumenta ― con derecho
Me río y lo golpeo. Luego del lío y castigos que les dimos a las niñas nos fuimos a casa. Pablo se tuvo que ir con Priscilla y Daniel nos acompañó al departamento. Justo a la hora de cenar llega Pablo con Priscilla y comida China para la cena. Estas niñas van a ser reclutadas por la CIA, estoy segura. Luego de cuarenta minutos de discusión en la cena se decidió que Daniel dormía en el cuarto de invitados y Pablo en el sofá. Esta vez con Daniel aquí no pudieron hacer ningún movimiento al tener tres pares de ojos sobre ellas a todo momento. Cansada luego de acostarlas me fui a mi habitación, estaba por conciliar el sueño y…
― ¿Qué diablos? ― digo levantándome y agarrando mi celular para alumbrar la penumbra ― ¿Pablo?
― Sí ¿Esperabas a alguien? ― pregunta metiéndose a la cama mientras lo miro atónita
― No, no esperaba a NADIE ― digo entrecerrando los ojos al momento que me jala de la cintura para recostarme casi encima suyo
― ¿Qué haces? No lo pienso hacer ahora, ni aquí ― digo seria
― Yo tampoco, estoy cansado ― dice abrazándose más a mí ― Pero el sillón es muy incómodo y hace frío. Ha, y parece que quedan uno que otro resto de viruta.
Me río y lo dejo pasar; igual no me molesta. Yo también estoy cansada. Me recuesto un poco en su pecho y cierro mis ojos.
Me doy la vuelta a mitad de la noche, terminamos abrazados como cucharita; Pablo se aferra a mi cintura y yo sigo durmiendo. Al rato siento que alguien me susurra.
― Amor, no sabes cuánto te extrañe ― dice alguien y me da un beso mientras acaricia mi mejilla.
― ¿Pablo? ― digo soñolienta y con los ojos cerrados
― ¿Mmmm? ― responde mi amigo y lo hace desde atrás, haciéndome sentir cosquillas en la espalda con su aliento.
― No puede ser ― digo y abro de golpe mis ojos para ver a mi ex con la cara roja de furia
― ¿Qué haces aquí? ― le digo
― Ana, me dijiste que sí para dormir aquí. No te hagas y regresa, tengo frío ― dice y con los ojos cerrados me vuelve a jalar de la cintura para abrazarme