Hermosa

Capítulo 8

― Ven “preguntón”― Sé que así le llamaba Paula de cariño. Hay toda una historia detrás de ese pequeño apelativo y es justo lo que nubla su vista de lágrimas. Me sigue sin oponerse. Entramos al vestuario e intento ponerle cerrojo a la puerta, pero él me detiene.

― Así es más emocionante ― dice y me sonríe. Una sonrisa que denota adoración a mi persona, bueno, a mi persona no. A Paula, se la está imaginando a ella. Sus ojos azules se volvieron negros en su totalidad. ¿Siquiera eso es posible? Dicen que se te dilata la pupila al ver algo que te guste o amas, pero ¿desaparecer el color de tus ojos por completo?

― Claro mi preguntón ― digo cuando ahora es él quien me guía al fondo del espacio. No esperaba que sea tan amplio, como dijo al último estaban esos trajes de muñecos. Había uno de Stich, otros de osos, barnie, elmo, etc.

― Pau ― dice apretando mi mano, haciéndome agachar para pasar por las patas de los muñecos. Voy a admitir que esto me está excitando, pero sigo preocupada por Pablo.

― Pablo, no nos van a oír ¿Cierto? ― digo fingiendo algo de timidez. Por lo que sé, ella era alguien muy tierna y dulce.

― Claro que no preciosa o tal vez sí ― dice juguetón, no conocía esta parte de él ―Así que sé lo más silenciosa posible. ¿Ok, Pau? ― dice mientras ya detrás va tapando cualquier hueco que halla entre las patas de los trajes

― Ok ― digo cohibida por su personalidad juguetona y tierna. Con migo suele ser juguetón, pero jamás con este nivel de ternura, dulzura y adoración. Es… no, ni idea.

― Paula ― dice en un suspiro y se le escapa una lágrima mientras cierra los ojos y me besa.

Es un beso dulce, tierno, inocente. Sin lengua ni nada. Un beso lento y embriagador. Con una paciencia que da miedo, me recuesta en el suelo y apoya mi cabeza en la cola de “Barnie”, es acolchada. Se queda un rato mirando mi cabello, supongo porque se parece al de Paula.

La verdad es que si tengo bastante de parecido con ella. Como la estatura, la forma del cuerpo, el cabello, el tono de piel y según Pablo, las manos. La cara es completamente distinta, todo lo demás es igual relativamente.

Se acerca y acaricia mi mejilla, la besa con dulzura. Lo está haciendo tan lento que no sé si lo quiero golpear o quedarme quieta por la expectación del saber cómo lo hacía con ella. En definitiva yo era más salvaje, pero esto no me incomoda del todo. Me da curiosidad, me acuerdo que mi primera vez fue algo así. En definitiva Pablo amo a Paula mucho más de lo que Daniel me amo a mí. Siento como si fuera virgen y está siendo lo más lindo y tierno para no dañarme. 

Me besa toda la cara y regresa a mis labios. Lo hace lento, pero poco a poco empieza subir de tono. Mete su lengua con una lentitud delirante, hace bailar nuestras lenguas como un baile de siete velos. Se aleja y me sorprendo al ver que no quiero que termine el beso. Me levanto y lo agarró del cuello para que no deje de besarme, él sonríe y su mano baja de mi mejilla por mi cuello, lo baja lento por mi busto al sentir la tela va al centro. Con gran habilidad y velocidad desabotona los botones de mi blusa, todos sin perder la sensualidad. Al terminar me vuelve a recostar y deja mi boca. Empieza a besar mi cuello, empieza a succionar y cuando me doy cuenta lo aparto un poco.

― No quiero marcas ― digo mirándolo. Jamás me gustó eso de los chupetones. Me siento como ganado marcado.

― Siempre dices lo mismo ― dice él sonriendo. Oh, verdad que Paula era modelo. ― Pero sé que te encantan

Termina diciendo y vuelve a su labor. Lo dejo estar. Me sorprende cuando no me hace el chupetón en donde había empezado, voltea mi rostro y empieza a chupar en la parte posterior de mi cuello; y se siente magnífico. Jamás habían tocado ese punto para un chupetón. Lo termina de hacer y desciende con sus besos. Mientras besa mis senos con su mano ya desabrochó mis jeans. Regresa a mi boca, aprovecho para quitarle la camisa. Empieza a subir la intensidad de los besos y no sé cómo lo hace, pero ha roto la parte delantera de mi brasier.

Esta tela es condenadamente dura, como lo hizo es un gran misterio.

Empieza a besar mis senos. Creo no poder soportar la ola de excitación que me entra mientras junto a todo eso mete su mano en mi pantalón y empieza a jugar con mi clítoris. Empiezo a gemir muy fuerte y él me calla con su boca.

― Pau, no tan fuerte ― dice entre besos ― nos descubrirán

Diablos, no me pude resistir. Baja de nuevo a mis senos y sigue con la mano. Yo empiezo a quitarle los pantalones y cuando está fuera busco en sus bolsillos. Encuentro el condón, lo saco de su paquetito y le digo.

― Pablo, te necesito ― la verdad es que es una tortura, así que intento cortarlo ahí.

Él sonríe y se levanta para enseñármelo para que se lo ponga. Lo hago y me sorprende al darme cuenta que estamos prácticamente vestidos. Las camisas abiertas, mi brasier roto dejando mis senos al aire; los pantalones de ambos abajo pero sólo hasta los muslos. Es perfecto para entrelazarnos y ser uno. Lo quiero ya, pero parece que es especialista en torturas porque me da la vuelta y se apoya en la pared. Me levanta y me penetra, ambos sentados. Sus manos toman mis senos, torturándolos. Tiro mi cabeza para atrás sobre su hombro, mi cuerpo ya no es mío; él se acaba de apropiar de él. No tengo control en nada. El empieza a besarme y yo le sigo sin movernos, él dentro de mí pero quietos los dos. Yo me volteo para poder besarle mientras él sigue todo lento hasta que me susurra por detrás.

― Muévete Paula ― dice Pablo mientras me empuja hacia delante y empieza a besar mi espalda y cuello de la parte posterior.

Yo lo intento, pero eh de admitir que no sé cómo moverme en esta posición.

― No sé cómo ― digo, él sonríe y me besa. Me toma de las caderas y me responde

― Bien, yo te enseño. ― dice y pone mis manos en mis senos; los mueve y los pellizca con mis manos. Se siente increíble, extraño, pero me da un placer increíble. Jadeo y me recuesto para atrás. Me besa y vuelve a coger mis caderas, las gira y hace círculos encima de él. Luego me levanta y me vuelve a bajar. Vuelve a hacerlo y empiezo a gemir otra vez demasiado fuerte. Tapo mi boca con mis manos y él se detiene.




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