Hermosa

Capítulo 13

― Ana, debes intentar olvidar ― me dice Pablo mientras se pone su pijama

― Losé, pero no es fácil ―

― Ya lo sé, pero tienes que hacerlo ― suena molesto

― No es como si tú lo hicieras, ¿sabes? ― le recrimino

― Cierto, lo mío es más difícil. ―

― Yo diría que más fácil, no la tienes en frente y rechazándola sabiendo que todavía la amas ―

― Eso, es cruel. Pero cierto ―

― Lo siento, es más difícil. Pero tú sientes más tristeza ― digo arrepentida

― Tienes razón, si fuera mi caso. Yo ya hubiera caído por ella a la primera que me diga “Hola” ― dice sonriendo

― Bueno, su amor en toda escala era mejor y más puro que el mío ―

― No es cierto, todos amamos igual ―

― Mientes, en serio. Lo suyo era hermoso hasta para los ojos de Hades ―

― Vamos, exageras ―

― No, en serio. Su amor era como de telenovela, ni eso; como de cuento infantil ― digo y sonrío. Estoy segura que ellos jamás se hubieran separado; antes de traicionarse o hacerse daño indirectamente lo hubieran hablado y luego escapado del país. Estoy cien por ciento segura

― Bueno, voy a admitir que la amé tanto que preferiría haber muerto que dejarla ― dice Pablo

― Sí, yo pienso que ella hubiera hecho lo mismo ―digo y caigo en algo

Yo le rogué, pero jamás pensé en alguna posibilidad donde él no hacía nada.

Obvio no es el caso, pero a mí no se me ocurrió.

Siempre le eché la culpa.

No, al comienzo le pedí explicaciones.

Sí.

Yo lo intenté.

Él no quiso abrirse a mí.

Pudimos esconder nuestra relación por unos años.

Yo como la idiota que era, lo hubiera aceptado.

Yo lo amé de verdad.

Yo pensé en él más que en mí.

Pero al final nunca desee su felicidad.

Cuando amas a alguien le deseas lo mejor aunque no esté contigo.

Yo lo quería.

Sí, eso era.

Yo lo quise.

Quise que estuviera conmigo.

Quería que sea mío.

Era mío.

Claro que me gustaba y bueno, lo estaba empezando a amar.

¿O lo amaba?

Sí, lo amaba. Pero el sentimiento se fue extinguiendo por mi hija.

Ella lo cubrió.

Él paso a ser insignificante.

El amor se trasladó y enfocó en lo que me quedaba de él.

En Daniela, mi hermosa.

Si no hubiera amado a Daniel, jamás hubiera podido amar a Daniela.

― Creo que ya lo entendí ― digo en un susurro

― ¿MMM, de qué hablas? ― dice soñoliento Pablo ― Ana, son las tres de la mañana. Duerme

― ¿Tres? Pero si solo me quede pensando cinco minutos ―

― No, fueron horas ―

― Bueno, da igual. Y es momento de avanzar, todo acabó. ― digo y me acurruco a su lado para dormir

― ¿De qué hablas? ―

― Que es momento de pasar página de verdad ―

― ¿Así de fácil? ― pregunta frotándose los ojos

― Sí ― digo y cierro los ojos

― ¿Bien? Estoy inconsciente de lo que pasa, así que me explicas mañana ― responde y me abraza para dormir

Al día siguiente me despierto a las once por varios gritos.

― ¡Mamá! ― escucho dos vocecitas

― ¡Ana, despierta de una vez! ― grita Pablo

― ¡Ana, ven aquí ya! ― grita Daniel

― ¡Mamá! Hay que quedárnoslo ― dice mi hija saltando en la cama

― ¿De qué hablas? ― pregunto levantándome

― Ela, no es una mascota. No hables así ― le dice Pablo

― ¿De qué hablan? ― pregunto

― Pues… ―

― Buenos días señora Ana. Soy el hijo de uno de sus amigos del pasado. Mi papá me dijo que usted me cuidaría por tress meses y que él mismo vendría a recogerme ― dice mientras se acerca un niño de más o menos diez años, mientras me besa la mano ― mi padre no exageraba con su belleza

Wow, él es bueno.

― Bien. ¿Y tu papá es? ― le pregunto

― No se lo puedo decir, es un secreto ― dice y sonríe

― Okey, solo se me ocurre uno. Así que espero que seas de él ― digo y le sonrío ― encontró la felicidad ¿Verdad?

― Algo, dice que yo soy su felicidad. Pero cuando habla de ti le brillan más los ojos ― dice y sonríe




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