Hermosa

Capítulo 14

― Ya decía que esos ojos eran difíciles de conseguir ― le digo sonriendo y observando esos hermosos ojos grises

― La verdad es que mi mamá también tiene ojos grises― dice el Fabián limpiándose las lagrimas

― Interesante, eres el primer niño que conozco con ese color de ojos ― dice Priscilla tomando su cara muy cerca

― Si tú quieres me los quito y te los regalo preciosa Priscilla ― le responde el niño sonriendo

Y Priscilla se sonrojo.

― No, gracias ― dijo y le dejo la cara, apartándose y cogiendo la mano de Ela en busca de apoyo

― Okey, tus ojos son muy bonitos. ¿Mami porqué lloraste al saber su nombre? ― pregunta mi hermosa

― Tu bisabuelo ― respondieron Pablo y Daniel al mismo tiempo

Se me escapó una carcajada al ver que regresaron a lo mismo. Ambos bufaron y se dieron la espalda. Niños.

― Bueno, es una historia que te contaré más adelante hermosa ― le digo dándole un beso

Luego de una discusión por dónde se quedaría Fabián, se llegó a la obvia conclusión que se quedaría al frente de cuarto de Daniel al ser la única opción.

― Bien, salgamos a cenar algo ― digo y todos se preparan para salir, somos demasiados

― Preciosa Priscilla, puedo tomar tu mano para caminar ― pregunta Fabián a la niña mientras le agarra la mano

― No ― Dice Priscilla y Pablo al mismo tiempo

― Eso hija, hazte respetar ― dice Pablo orgulloso al ver como la niña se suelta bruscamente de la mano del niño

― Que exagerado, son niños ― dice el hipócrita de Daniel

― Sí, bueno… veamos cuando Alexander esté abrazando a tu hija. Y como ella juega con él ― dice Pablo ― Yo vi un claro interés del niño ¿Eh?

― ¿Quién? ¿El hermoso? ― pregunta a lo que asiento ― Já, ese niño no volverá a trabajar cerca de mi hija, quién se cree para gustar de mi niña

Me río al ver a los dos creando planes para matar o secuestrar niños de menos de once años.

Luego de caminar por quince minutos entramos al restaurante de comida Mexicana. Los niños conversan y se cuentan chistes riéndose.

En el restaurante veo como los niños corren “al baño”. Y regresan con monedas en los bolsillos. Escucho el sonido, es mucho, tanto que se les está cayendo los pantalones y los shorts.

― ¿Ahora qué hicieron? ― pregunto suspirando

― No será la propina de los mozos ¿Verdad? ― pregunta Pablo levantando una ceja

― No, solo lo pedimos y nos dieron monedas ― dice Fabián levantando los hombros

― Tu padre no era tan travieso ― le digo sonriendo acariciando la mejilla del niño

― Lo sé, él es muy correcto. Hasta aburrido ― dice el niño haciendo pucheros ― siempre me regaña, hasta por lo más simple

Me río y cenamos en paz. Unos tacos al pastor y unas enchiladas. Básico. Con una agua de Jamaica y nos regresamos a la casa a descansar

Al día siguiente voy a mi empresa y dejo a los niños en la guardería, me doy cuenta que Fabián debería estar en una escuela. Pregunto a la madre de Alexander para mandarlo al mismo colegio. Y le encargo a Pablo encontrar el tutor para nuestras hijas que no van al colegio, el encargado de la guardería ya no es suficiente.

Trabajo, más trabajo, niños corriendo, más trabajo, comida, bulla, más trabajo y hora de ir a casa. Me levanto y voy por mis niños, ahora son más. Al llegar escucho bullicio y a las niñas gritando. Entro apresurada y veo al adolescente encargado de la guardería (a esta hora ya solo queda uno) agarrando a Alexander quien se mueve como gusano para zafarse. Éste le envía una mirada de odio a Fabián, quien tiene un rasguño en la mano y esta con los ojos humedecidos; me ve y baja la cabeza.

― Lo siento señora Ana, no volverá a pasar― me dice muy sumiso

Mis instintos me llevan a arrodillarme ante Fabián y revisarlo a fondo, termino de examinarlo y le doy un abrazo.

― Bien mi niño ¿Hiciste algo malo? ― le pregunto

Me ve confundido y mueve la cabeza negando ― Pero… ―

No lo dejo terminar ― Entonces está bien, vamos a limpiarte ese rasguño ― le digo y lo llevo de la mano ― Volteo hacia Alexander y le mando una mirada fría (creo que me pase) ― Espero que tengas una buena explicación para esto Alexander, ve con tu madre, vamos a conversar después.

En el baño Fabián me pregunta ― ¿De verdad me crees? ¿Sin preguntas, ni testigos? ―

―Claro que sí cariño, yo siempre estaré de tu lado ― le digo poniéndole una bandita encima de la herida

― ¿Enserio? ― pregunta lagrimeando

― El 100% de las veces mi niño ― respondo

― Pero a ese niño lo conoces más tiempo ― dice él

― Pero tú eres mi familia, sin contar que el lastimado en esa sala eras tú ― digo besando su frente ― Ahora vamos a conversarlo

― Bien ― dijo levantándose con una sonrisa de oreja a oreja




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