Hermosa

Capítulo 18

Duerme como infante. Nunca lo consideré, pero Franco es simplemente hermoso. Guapo, tiene esas facciones joviales y tiernas. Aunque eso no le quita lo varonil que se ve con su estatura y sus profundos ojos grises.

Lo observo como una acosadora obsesionada. Me siento criminal, ya que. Me levanto y coje mi muñeca.

―Dormiste conmigo y me mirabas demasiado, hazte responsable ― dice un sonriente Franco

¿Dije que era guapo? Olvídenlo, es un puto dios, okey, exagero. Pero les prometo que estoy alucinando como si tuviera un halo de luz alrededor.

― Tú hazte responsable por el anillo que tengo. Porque contigo o sin ti el anillo se queda en mi dedo― digo y le doy un pequeño beso en la comisura de sus labios ― Tengo que trabajar para poder mantenerte, ya sabes.

― ¿Así se sintieron las princesas de Disney? Porque se siente bien ― dice soltando mi muñeca

― No creo, la mayoría no tuvo padres y una infancia difícil ― digo camino al baño

― Pues soy una princesa de Disney ― dice con convicción

― Ya, ya, ya… ― digo y desaparezco, en el baño suelto todo el aire que retuve en lo que hablaba con él. Soy una maldita adolescente, qué me pasa. Solo hable un rato con mi mejor amigo, novio raro, posible futuro esposo.

Termina el ajetreo mañanero y todos nos encontramos en la rutina diaria. Franco se fue a buscar no se qué para su juicio. Pablo también desapareció por su propio juicio. Las niñas están con su docente particular y Fabian en el colegio. Y yo como nunca estoy dando vueltas en mi silla, ya que no hay nada por hacer.

Los días pasaron rápido y llego el día del juicio por la custodia de Priscilla. Apenas llegamos recibimos miradas sombrías y amenazas por parte de la familia de Paula.

― En conclusión, el señor Pablo Enríquez es su padre biológico, tiene estabilidad económica para criar a la niña, tiene un hogar seguro para ella y se encarga correctamente tanto de su educación, alimentación, recreación, vestimenta y salud. La familia de la madre biológica de Priscilla, la hija de mi cliente, pidió la custodia después de tantos años sin haberse presentado ni una sola vez con la niña; por lo que si me permite suponer… es un signo claro de indiferencia hacia la niña. ― Dice el abogado de Pablo y todos asentimos a todo lo que dijo.

Todo termino como Pablo dijo, en nada. Priscilla se queda y la familia de Paula se aleja.

Vamos todos a celebrar con helados.

Al pasar los días puedo ver cuan bien se llevan Franco y Pablo, tanto así que hasta ya cocinan juntos mientras juegan sus videojuegos esos.

Con Franco, bueno, las cosas se hacen más reales. Nos va a recoger a la empresa, paseamos un rato. Salimos al cine, a cenar, acompaña a Ela a sus trabajos. Ellos también se acercaron un montón en tan pocos días.

― Bien, haremos esto. Ana en una semana más vas a Roma y vas a esta empresa, hablas con esta persona ofreciéndole participar en un concurso para boletos de avión para acá. ― me dice Franco

― ¿Ya? Porque simplemente … Olvídalo, tu sigue ― digo agarrando todas las fotos que me esta mostrando junto a la explicación

― El padre de Fabian es alguien con el que no hay que jugar, así que es mejor tomar todas las previsiones del caso ― dice serio ― Luego cuando esté acá, lo contactará Pablo en un bar o algo por el estilo. Ahí te acercas a él y lo convences de ayudarnos a falsificar los resultados. Y como medida de precaución le explicamos que si no se puede tiene que tomar una muestra falsa. Tenemos que colocarle a Fabian una especie de copete con mi cabello por si le sacan para la muestra. También tendremos que preparar un “chicle” especial para que lo tenga en la boca, pero dentro tenga una muestra de mi ADN de la mucosa oral, por si hacen un hisopado.

― Qué asco― digo frunciendo la nariz

― Solo si nos dice que no puede falsificar sin sospechas o si la muestra se saca en privado― dice volteando los ojos, mientras da un toque pequeño a mi nariz para relajarla ― si es en privado Fabian puede llevar todo en un bolsillo.

― ¿Y si le sacan sangre para la prueba? ― pregunto

― Depende de cuanto usarán, si es una punción en el dedo para extraer unas cuantas gotas como para saber la hemoglobina; podemos ponerle una “curita” con unas gotas de sangre antes de que entre para que no se coagule. Aunque sería muy complejo. ― Dice poniendo su mano en su quijada

― ¿Y si es un frasquito? ― pregunto

― Ahí vamos a intercambiarlos con uno ya extraído y con anticoagulante. De todas maneras, en ese caso también le sacaría en uno de esos recipientes. Se lo pegamos a Fabian en el antebrazo con cinta ― dice levantando los hombros

Lo miro, lo miro, lo miro … Y me rio a carcajadas

― ¿Cómo es que tienes ideas tan complicadas y al final solo dices: “lo pegamos con cinta”? ― me río como desquiciada

― Déjame, es que en ese improvisé ― dice haciendo un mohín. ¿Creían que se veía ridículo en un hombre casi por sus treinta? Pues en Franco no, se ve adorable. Me derrito.

Pasan los días y cada tres días exactamente Franco logra sacarme a una cita sin niños ni amigos. Solo los dos. Y mientras más veces tenemos las citas, más románticas se vuelven.

Comenzamos con una caminata por un parque de mascotas. A la siguiente caminamos de la mano por la ciudad comiendo golosinas como cuando éramos adolescentes. Luego fuimos al cine solo los dos y bueno, más nos besamos que vimos la película; repito, como unos malditos mocosos con las hormonas alborotadas. Luego del cine, la siguiente cita fue en una galería de arte de esculturas y fuimos a un museo de vino. Luego fuimos a cenar a un restaurante algo elegante, sin código de etiqueta gracias a Dios. Luego ya fuimos a un pequeño viaje a dos horas de la ciudad y paseamos por el pueblito acogedor. Luego fue el viaje a la playa sólo para ver el atardecer. Y así sucesivamente.




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