Hermosa

Capítulo 21

Y a me toca salir, jamás estuve tan nerviosa. Cuando me casé con Daniel me sentía segura y feliz; ahora estoy muerta de los nervios, quiero ir al baño, siento opresión en mi pecho, siento molestia como retorcijón en el hipogastrio, ya saben en el hueco debajo del esternón entre las costillas; bueno sigo, me tiemblan las piernas y lo peor es el frío que siento, mis manos están heladas y mi mandíbula me amenaza con temblar. ¿Y si hago el ridículo? ¿Y si me caigo? ¿Eso noes signo de mala suerte? Qué bien que no pertenecemos de esa cultura asiática antigua donde pasabas sobre carbón porque que horror quemar el vestido, hablando de vestidos creo que se casaban de rojo, el rojo no es mi color. Que bien que mi boda es católica, vestido blanco, iglesia con arquitectura renacentista y un cura joven y muy guapo. Qué mas puedo pedir.

Pero sigo con los síntomas anteriores, a hora sumándole un sentimiento de claustrofobia.

― No aguanto más, mejor nos casamos otro día. Sí, creo que debo ir al hospital ― digo en voz alta

― ¿Mami le aviso a papá Franco? ― llega diciendo mi hermosa, quien no sabía de su presencia. Realmente me salió hermosa, esos ojos verdes esmeralda algún día derretirá a cualquiera con quien cruce miradas. Ese cabello castaño claro casi rubio y lacio le da una imagen de comercial. A eso le adicionamos el vestido de niña con encajes que lleva; simplemente es perfecta. ― Bueno, le diré a Fabian que siempre sí podemos ir por el helado que quería.

En ese momento entra Pablo y le dice a Ela que se vaya a jugar y me mira molesto.

― Ya es hora, estás matando de angustia a mi amigo. ¿Sabes? ― Me dice el que se supone es mi mejor amigo

― Pablo, creo que lo cancelamos y lo pasamos para otra fecha. Creo que estoy enferma ―

― No seas cobarde, ahora el que va a necesitar una ambulancia es Franco y va a ser por el infarto que le vas a provocar si no sales ―

― Pero tengo miedo, mis manos están … ―

― ¿Dios, por qué no sale? ― Entra nuestra nueva amiga ― Vamos Ana te conozco tres semanas y ya estoy asistiendo a tu boda. NO pienso esperar todo el día, toma el maldito ramo, mira al frente, sonríe y fija tu mirada en el amor de tu vida. Y todo solucionado.

― Pero… ―

― Hey, Caroline no es para que le grites como a una n… ―

― ¡Ya! Los dos, en sus puestos. ¡Muévanse! ―

Y nos movemos al instante, Pablo me pasa el ramo y yo me agarro de su antebrazo, caminamos hacia la puerta principal y empiezo a dar saltitos pequeños para entrar en calor.

― Hey mejor amigo, controlala. ¿no? ― le digo a Pablo suspirando

― ¡Cómo! Si tú me mandas y ella ogra mandarte a ti. ¿Qué oportunidad tengo yo? Estoy en la base de la pirámide alimenticia con ustedes. ― dice despeinándose y resoplando

― ¡Tú la trajiste, es tu responsabilidad! ― le recrimino mientras nos acercamos a la alfombra de la iglesia

― ¿Yo? Tú la llamaste. Así que es tu culpa ―

― Pues tú no te oponías ―

― ¡Pero bueno! ¿Es que siempre tengo que llevar la culpa? Cómo es que nunca pierdes ni eres la culpable ―

― ¡Porque soy perfecta! ―

― Ay sí como no. La que no hubiera salido si Caroline no la hubiera obligado ―

― Dios es mi boda, déjame en paz ―

― Tú déjame a mi primero ―

― Eres insufrible ―

― Tú estás loca ―

― Pues llévame a un manicomio ―

― Talvez lo haga ―

―Talvez seas tú el internado ―

― Talvez nos quedemos los dos ―

― Talvez invitemos a Franco y vivimos ahí ―

― Talvez esté de acuerdo ―

― Talvez mejor solo voy con franco ―

― Talvez mejor YO voy solo con Franco ―

― Talvez él no quiera porque me prefiere ―

―Talvez sea su mejor amigo ―

―Tal vez soy el amor de su vida ―

―Talvez yo lo sea ―

― Talvez yo lo amo más y será mi esposo―

―Talvez está esperando por mi y no por ti ―

― Talvez estas caminando al altar discutiendo con tu mejor amigo mientras todos los miramos raro ― dice una voz como susurro, una voz que reconozco al instante. Daniel.

Volteo a fulminarlo con la mirada y veo cómo ya estoy en más de la mitad de la iglesia caminando lentamente al compás de la marcha nupcial. ¡Diablos!

Veo a mis hijos mirándome y sonriendo. Fabian, Daniela y Priscilla acaban de terminar de tirar los pétalos de rosa y están esperando riéndose de mí y de Pablo.

― ¿Por qué no me avisaste que ya estábamos entrando? ―

― ¿Crees que yo me di cuenta? ―

― Okey, tranquila Ana. Piensa en lo que te ordeno Caroline. ―

― Buena idea, era que tomes el ramo ― dice lo obvio Pablo

―Ya lo tengo tarado ―

― Si, si… luego era mira al frente ―

―Lo tengo, ¿después? ―

― Emmm, que sonrías. Sí, sonreír y por último que veas al amor de tu ― dice Pablo y al no responderle me mira ― Ah, claro ya quedo embelesada. Caroline se equivocó de orden.

Al levantar la mirada de la nada vi una mancha hermosa negra que dio un paso a delante. Me miró y sonrió. Era Franco, el espécimen más hermoso que jamás haya visto. Mi cerebro dejó de procesar todo lo demás, ni música, ni rostros, ni colores, nada. Simplemente lo veía a él con su esmoquin negro y con su camisa blanca; casi tan blanca como la sonrisa que me regaló. Tuve unas inmensas ganas de ir corriendo, pero de algún modo era hipnotizante cómo sin darme cuenta él se hacia más grande a medida que me acercaba. Le dicen perspectiva de distancia creo; pero es maravillosa.  

Al llegar escucho un montón de risas y regreso a mis sentidos. Ya estoy tomada de la mano con Franco, Pablo desapareció y el cura guapo ya empezó con eso de: “Hermanos y hermanas, hoy nos hemos reunido en celebración…”

Y yo extrañada recién quito mi vista de Franco para observar a mi alrededor y ubicarme en espacio y tiempo. Cuando regreso la vista a Franco siento cómo sus pupilas están dilatadas y tal parece que no era la única aturdida. Le presiono la mano y él dice: “Acepto”




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