Hermosa Casualidad

Capítulo 1

Me duele la cabeza, no sé qué rayos paso la noche anterior, pero juro que jamás volveré a tomar una copa de  nada que tenga alcohol. Me muevo en la cama y pego mi nariz en la almohada arrugándola cuando percibo un olor que no es el mío. Abro grandemente los ojos y me incorporo en la cama observando el lugar con los ojos abiertos 

—¿Dónde estoy?—la habitación parece ser de un hombre y mis manos empiezan a sudar y picar al darme cuenta de que pude haberme acostado con un desconocido. 

 

No soy virgen, la perdí con mi único novio cuando tenía dieciséis años y no saben como me arrepiento, fue la peor experiencia de mi vida y desde entonces el sexo y yo no nos llevábamos bien y mucho menos cuando sé que tendré que compartir gérmenes y fluidos con otra persona. 

Como puedo y el ataque de pánico me lo permite, me levanto para buscar mi ropa, estoy en ropa interior, eso quiere decir que si pude acostarme con el dueño de la habitación—Juro por Dios que voy a matarte Emily, no sé cómo rayos me dejaste sola

—Vaya Burbujitta, aparte de vomitona, ¿también hablas sola?, eres una caja de sorpresas—aprieto la camisa a mi cuerpo y busco por todo el lugar el dueño de esa voz, no demoro nada en encontrarme con Jacob sin camisa y en bóxer en una puerta que imagino es el baño. Ahora mismo que me digan que esto es un chiste o voy a morirme frente a mi amor platónico 

—¿Qué hago aquí?—me muestra su hermosa sonrisa y todo mi cuerpo tiembla 

—Primero se dice buenos días, Burbujita—

—Quiero saber que hago aquí, ¿tú me cambiaste?—niega tomando una sudadera del piso para ponérsela y lo agradezco porque verlo en bóxer no estaba ayudando para nada 

—No, lo hizo mi hermana, no soy un violador, me gusta quitar ropa, pero si la chica está consiente y la ropa no está vomitada—ahora sí que el mundo se abra y me coma 

—¿Estaba vomitada?—asiente 

—Después de vomitar mi camisa favorita, lo hiciste sobre tu ropa y mis zapatos—¡Dios!, ¿por qué rayos me pasan estas cosas?

—¿Eso quiere decir que no nos acostamos?—ríe negando 

—Estabas más dormida que despierta y la verdad la necrofilia no es lo mío, prefiero que estén despiertas y gimiendo bien alto —siento como mis mejillas se calientan y me pongo la camisa que tenía en mis manos rápidamente—¿eso es mío?—agacho la mirada para observar la camisa y maldigo porque es verdad 

—No encontré que más colocarme, te prometo que la lavaré y te la regresaré, no puedo salir en ropa interior

—Tampoco iba a permitirlo burbujita—- gruño porque no entiendo por qué me dice de esa manera

—¿Por qué rayos me dices así?—levanta los hombros con esa blanca sonrisa que tiene 

—Ayer parecías una burbuja de chocolate, dulce, empalagosa y exquisita, aunque  el vómito no era para nada agradable—listo, jamás en mi miserable vida saldré de mi casa, esto es lo más humillante que me pudo pasar

—Te agradezco que me ayudaras, pero ya que no nos acostamos, necesito irme de aquí

—Si lo hubiéramos hecho, ¿te quedarías?—niego empezando a sentir como todo me pica 

—No, y no es tu culpa, es solo que el desorden de tu habitación me tiene a punto de un ataque de ansiedad—asiente sonriendo mientras busca en el bulto de ropa una camisa 

—Olvidaba tu problema con el desorden y los gérmenes—abro la boca sorprendida 

—¿Cómo sabes eso?—me guiña el ojo mientras pasa por mi lado para abrir la puerta 

—Es un secreto, ¿vamos?

—¿Me llevarás?—asiente 

—Claro que sí, no tengo problema, aparte que es domingo, los buses no pasan hoy, y vivo al otro lado de la ciudad—asiento porque no tengo de otra, más que aceptar.

La salida de su mansión, fue todo un dilema, no sabía donde esconderme para que nadie me viera, cosa que no fue posible porque su hermana se acercó a preguntarme como seguía y a darme mi ropa seca y doblada. 

Jamás había pasado un bochorno como el de hoy y por eso, declaró que nunca más volveré a ir a una fiesta, aparte de que mataré a mi mejor amiga por estúpida y traicionera. No sé cuanto tiempo paso porque mi mente estaba en la carretera

—Listo, sana y salva—asiento despegando la mirada de la ventana para abrir la puerta y voltear mi rostro a el 

—Gracias por lo que hiciste por mi Jacob —niega sonriendo 

—No es nada nena, pero debes pagar mi camisa—asiento repetidamente

—Lo haré, en una semana es la quince en la cafetería, la pagaré con eso—niega apretando los dientes 

—No me refería a eso—lo observo confundida porque no estoy entendiendo que quiere decir con eso 

—¿Entonces?—me guiña de nuevo el ojo y luego enciende de nuevo el carro 

—Lo descubrirás muy pronto nena, que tengas buen domingo—salgo de su auto cerrando la puerta y escuchando como  su auto desaparece, dejándome más confundida de lo que estaba. 

Camine hasta la puerta de mi casa para abrirla y no hacer ruido porque ahora mismo lo que menos quiero es reclamos de ellos. Abro y cierro con cuidado y camino rápidamente hasta el segundo piso para encerrarme en mi habitación, bien, ahora si a llorar por la peor noche de mi vida. 




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