Hermosa Casualidad

Capítulo 2

Sus hermosos ojos verdes están oscurecidos y brillosos, no sé en realidad que es lo que él quiere conmigo, pero la verdad ahora mismo es lo que menos me importa, estoy entre sus brazos, desde que empecé mi enamoramiento secreto como lo llama mi mejor amiga, siempre desee esto, ahora que lo tengo creo que estoy soñando.

 Esperen, ¿dije entre sus brazos?, ¡carajo¡, no entre sus brazos, el sudor, los gérmenes, me remuevo incómoda para que me suelte y él parece darse cuenta de mi incomodidad porque se aleja con una ceja alzada.

—Lo siento, es solo que no soporto tener a la gente cerca a mí—parece confundido y pobre, lo entiendo, nadie en su sano juicio diría algo como eso y entendería a la perfección—No sé por qué voy a decirte esto, pero tengo una rara condición, no soporto el contacto con las personas —abre la boca sorprendido y luego la vuelve a cerrar 

—Jamás imaginé que cuando te tuviera de frente de nuevo, eso sería lo primero que me dirías—levanto los hombros despreocupadamente 

—Bueno, yo tampoco imagine que el chico que jamás me había visto ahora me acose y me hable

—Tauche, eso sonó feo burbujita—gruño porque detesto ese apodo 

—¿Podrías dejar de llamarme así?—niega y yo gruño como un animal—Pues entonces dime que rayos buscas—se queda observándome fijamente y eso me pone incómoda 

—Solo ser tu amigo, ¿es un delito acaso?—rio acomodando mi mochila y sintiendo la mirada de todos los que pasan sobre nosotros, lo que me faltaba, ser el centro de atención de la universidad 

—No creo que sea buena idea, solo mira como llamas la atención, y si estás cerca a mí, harás que también se ponga sobre mí y es algo que no me agrada—rueda los ojos acercándose de nuevo a mí y eso me pone nerviosa 

—Deja de prestar atención a los demás, te prometo que la vamos a pasar bien, verás que no te arrepentirás de ser mi amiga—gruño porque no tengo de otra, el condenado hombre no me dejara en paz 

—Bien, pero cero cosas raras que llamen la atención—asiente levantando las manos en alto 

—Lo prometo—sonríe y besa mi mejilla para luego susurrarme al odio —Te hablo luego burbujita—se aleja de mí dejándome en un schok que no me permite moverme, carajo, jamás lo había tenido tan cerca, esto no me gusta, estas sensaciones me hacen no saber que quiero y sentirme así me da pánico.

Después de esa rara charla con Jacob no supe nada más de él, no me envió mensajes ni me llamo y lo agradecí, el resto de día fue muy normal y después de eso solo regresé a mi casa porque no encontré a mi mejor amiga por ningún lado. 

Entro a mi habitación y en ese preciso momento suena mi móvil haciendo que lo saque de la mochila para aceptar la llamada 

—¿Bueno?–escucho una risa fuerte y varonil del otro lado, así que alejo el móvil de mi oreja para mirar el número, bufo cuando sé quién es—Pensé que no escucharía tu voz más hoy 

—Lamentó decepcionarte nena, pero no será así, ¿qué haces?—Dios, esto parece un sueño, ¿Cómo termine así?

—Estoy en mi habitación, acabe de llegar a casa–suspira y luego habla 

—¿Quieres ir por un helado?—alejo el móvil de nuevo de mi oreja para saber si lo que escuche es verdad—¿Estás ahí?—meneo la cabeza regresando el móvil a mi oreja 

—Sí, lo siento, es lo que creí que había escuchado mal 

—¿Por qué pensarías eso?—creo que él se olvidó de quién es 

—No sé, será porque eres el chico fresa y popular de la universidad—escucho como jadea y ruedo los ojos porque es un exagerado

—Me ofendes con eso de chico fresa, creo que eso es lo que menos soy, pensé que lo habías notado

—¿Por qué debería haberlo notado?, no me fijo en nadie en la universidad—sé que eso sonó odioso, pero no puedo dejar que él se dé cuenta de que estaba más pendiente de lo que quisiera admitir 

—Eso me acaba de doler y más que un golpe en las bolas, pero voy a olvidar, ¿Vamos o que-¿— bueno, tampoco creo que vaya a haber algún problema si salgo con él.

—Bien, nos vemos en la heladería del centro de la plaza

—Claro que no, pasó ahora por ti, solo espérame en la puerta, estoy allá en quince minutos—jadeo cuando escucho eso y no puedo decir nada por qué el condenado colgó la llamada. Camino por el lugar como un animal enjaulado, ¿Qué rayos me pongo?, no tengo la menor idea, pero necesito cambiarme ahora o cuando llegue no estaré donde me dijo. 
 

Llegue al final de las escaleras y abrí la puerta con los nervios a flor de piel, por primera vez desde que tenía memoria tenía puesto un vestido y me sentía una boba, no sabía por qué lo estaba haciendo, o bueno, en realidad sí lo sabía, quería impresionar a Jacob aunque no quería reconocerlo. 

Salgo de la casa cerrando detrás de mí y en ese preciso momento veo como una camioneta todoterreno negra se detiene, mis manos sudan y más cuando lo veo bajar de ella, todo hermoso y guapo, con su blanca sonrisa se acerca a mí y plata un beso en mi mejilla 

—Hola Burbujitta, estás muy guapa—suspiro rodando los ojos cuando se acerca de mi 

—Necesito que dejes de llamarme así, eso suena horrible—él sonríe 

—Lo siento nena, pero me fascina como se escucha ese apodo en ti—bufo y camino hasta el auto con él a mi lado. 




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