Hermosa Irreverente

《¿Emperador se enojó con Ranita?》


Cap 6

Renata

Me empiezo a despertar, estiro mis brazos mientras bostezo, realmente el dormir me hizo bien, siento como si hubiera tomado una siesta de ocho horas, justo lo que necesitaba para recuperar la energía que pierdo en la escuela.

Me levanto de golpe al darme cuenta que ya es de noche y seguimos en el auto.

¿Qué está pasando aquí? ¿Será que si me va a secuestrar?

Mi vida está a punto de acabar y no hice todo lo que quería, debí aprovecharla al máximo, ahora es demasiado tarde, creo que estoy exagerando un poco, un poco bastante.

Pero siendo sinceros que quieren que piense, ya es de noche, en la carretera casi no hay coches, si acaso acaba de pasar uno.

―¿En dónde carajos estamos? ―pregunto mientras veo la carretera por la ventana y trato de averiguar donde estoy.

―Renacuajo, cuida esa boquita ―no le tomo importancia a lo de "Renacuajo" ahora lo importante es saber en dónde estoy.

―¡Detén el auto! ―niega ―¿Seguro? ―asiente con una sonrisa ―bueno ―abro la puerta del auto y el hombre que maneja baja la velocidad.

―¿Qué vas a hacer? ¿Aventarte? ―cuestiona incrédulo.

Se nota que no me conoce.

―Con tal de salvar mi vida, si.

—Ya Renata, cierra la puerta.

—¿Vas a parar el auto?

—No

—Entonces no. Te lo voy a volver a repetir. ¡Detén el maldito auto! ―al darme cuenta que no me va a hacer caso respiro profundo ―Dios mío, ayúdame ―susurro.

Sin si quiera analizar lo que estoy a punto de hacer, me aviento y salgo rodando, el auto para de inmediato, los dos bajan y van hasta donde yo me encuentro.

Me duele mi cuerpo, en que momento se me ocurrió hacer esto, definitivamente algo esta mal en mi cabeza.

―¡Llama a una ambulancia! ―dice el Emperador desesperado ―¿Me escuchas? ―me quita el cabello que tengo en mi cara ―por favor,  despierta.

―Deseo concedido ―me mira asombrado ―ayúdame a levantarme.

―Pero... ―dice sin poder creerlo.

―Mejor dile que no le hable a la ambulancia.

―¡Isaac, cuelga eso! ―asiente y se acerca a nosotros ―¡¿A CASO ESTÁS LOCA?! ―pregunta molesto ―¡¿Sabes lo que pudo haberte pasado?! ―levanta la voz ―eres una inconsciente.

―Te dije que pararas el auto y no quisiste ―lo culpo.

―Sube al auto ahora mismo ―ordena sin siquiera mirarme.

―Vaya ―trato de levantarme.

―Señorita, la ayudo ―dice Isaac, me levanta del piso y me ayuda a caminar hasta el auto.

―Gracias ―digo cuando estoy sentada en el asiento de atrás ―la intención no era  que presenciaras eso.

―No se preocupe, ya todo está bien ―me regala una sonrisa preocupada ―¿No le pasó nada?

―Unos cuantos golpes, nada grave, la chamarra se llevó lo peor, está rota en algunas partes ―miro por el parabrisas trasero al Emperador ―se enojó mucho, ¿verdad? ―asiente ―ahí viene ―cierra la puerta y se apresura a abrir la otra.

―Gracias ―añade cuando está dentro, Isaac entra al auto y vuelve a manejar.

Realmente está molesto, durante los treinta minutos que duramos en el auto no dijo ni una sola palabra.

Hicimos una parada en un hospital para que me revisaran y todo está bien, dentro de lo que cabe, como dije, solo unos cuantos golpes y una herida en la pierna, me dolió mucho cuando la desinfectaron.

Por suerte no pasó nada grave, aunque creo que debí quedarme dormida.

―Llegamos ―dice Isaac ―voy a ver a Dania.

Me acomodo la mochila, entramos y habla con alguien de la recepción, un minuto después ya estamos en el elevador, al abrirse entramos a su departamento, es bastante bonito, hay que admitir que tiene un excepcional gusto.

¿Qué se supone que voy a hacer si el susodicho no me habla?

Empiezo a caminar lentamente a la vez que detallo el lugar, el color de las paredes es muy lindo, es un tono suave entre el azul cielo y el blanco, le da ese toque elegante.

Volteo de inmediato al escuchar la voz de...

―Hola ―me saluda y yo lo hago con un movimiento de mano ―disculpe que lo moleste ―le dice a él ―pero la señorita Dania me marcó ―le muestra su celular ―está preocupada porque no contesta sus llamadas ―me mira y rápidamente vuelve a ver a Isaac.

Es verdad, yo tengo su celular.

―¿Le pasó algo? ―pregunta preocupado.

―No, solo quería saber si llegó bien y saber si usted va a asistir.

―Confirma mi asistencia ―responde de inmediato.

―De acuerdo ―me mira ―¿Sigue sin hablarle? ―pregunta casi en un susurro y él asiente ―¿Y si tiene hambre? ¿Quién le va a mostrar el departamento?

―Tú.

―De acuerdo ―camina hacia mí ―¿Cómo está?

―Bien.

―Me alegro, le voy a mostrar el departamento, aquí está la cocina ―toma una manzana ―puede agarrar todo lo que quiera, por aquí está el baño ―caminamos hasta donde está ―esa es la habitación principal ―la señala a lo lejos ―lo demás no importa, es bastante grande, pero usted no se preocupe, siéntase como en casa, haga lo que quiera.

―Mientras no sé le ocurra tirarse por la ventana... ―añade con ironía y ambos lo miramos.

―Bueno, eso es todo, yo me voy ―se despide y sale del departamento.

Me preparo algo de cenar y sin darme cuenta hago un pequeño desastre, cuando el Emperador lo nota, me quiere decir algo pero como no me habla no puede.

Sigo sin creer que voy a pasar un fin de semana con una persona que no me habla, aunque debo reconocer que si me pasé con lo que hice.

Niego cuando veo el reloj, acaba de pasar una hora más  y nada, ni una sola palabra me ha dicho, ¿Si me aviento por la ventana? Con este pensamiento me doy cuenta que estoy loca, tan solo considerarlo está mal.

Después de unos segundos se me ocurre algo, saco su celular de mi mochila y voy a la sala en donde está leyendo un libro, me paro enfrente de él, me mira y luego regresa su vista al libro.

―¿Me permites? ―tomo su mano —¿puedes desbloqueaelo? —pone los digotos corespondientes ―gracias ―tomo asiento a su lado.



#15994 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 28.08.2023

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