Cap 10
Renata
Luego de llegar tarde a la escuela por culpa de un bebé de plástico, decido sentarme en una banca hasta que pase la primera clase, porque el profesor de cálculo fue muy claro cuando dijo "si llegan tarde a mi clase, por favor eviten entrar" y no lo juzgo, de hecho lo entiendo, es una falta de respeto.
De verdad que cada día me cuesta más trabajo levantarme temprano, a pesar de que duerma ocho, nueve o diez horas, no sirve de nada, sigo teniendo el mismo sueño que como si me hubiera dormido después de media noche.
Sostengo al bebé entre mis manos y lo observo detenidamente, por culpa de este objeto de plástico estoy perdiendo una clase de la materia que menos entiendo.
Luego de quince minutos la directora llega y al verme me pide ir a su oficina, estando ahí esperamos a que termine mi clase y cuando eso sucede se va y cuando regresa viene acompañada del padre del bebé falso.
―Toma asiento ―le dice a él ―como les dije el viernes, hoy vamos a registrar a su hijo, ¿Cuál es el nombre que eligieron? ―ambos nos miramos, el viernes hablamos de todo menos de eso.
Antes de poder contestarle, suena su celular y sale a contestar.
―¿Qué se llame como su papá? ―niego, ¿cuál es la necesidad de ponerles el mismo nombre que los padres? De verdad que no lo entiendo ―Pensé en un nombre.
―Yo también.
―Bien ―regresa la directora ―¿Cuál es el nombre? ―toma asiento, los dos decimos el mismo nombre al mismo tiempo, lo cual me sorprende ―de acuerdo ―escribe en la computadora ―listo.
Imprime el "documento" se levanta, camina unos pasos hasta llegar a la impresora, toma la hoja y la coloca enfrente de nosotros.
―Pásenme al bebé ―se lo doy, abre un cajón y saca algo ―aquí están las instrucciones ―casi se me salen los ojos, ¿de dónde las sacó? ―ayer cuando ustedes fueron por sus cosas abrí la caja y saqué las instrucciones.
―¿Por qué hizo eso? —pregunto desconcertada.
―Porque aquí dice como activar y desactivar al bebé, si ustedes lo veían podían desactivarlo cuando se cansarán y eso no es lo que quiero ―lee las instrucciones, toma a mi hijo y la verdad no logro ver que le hace ―he terminado ―pone al bebé de nuevo en el escritorio ― necesito que firmen aquí ―nos señala la hoja ―tomo la pluma y firmo, se la doy al Emperador y hace lo mismo ―muy bien ―sonríe ―el día de hoy queda registrado Diego Atkinson Symanski, felicidades.
—Gracias.
―Yo preferiría no tener que hacer esto, pero no tengo opción, así que gracias por nuestro hijo.
―Pueden ir a clases ―tomo mi mochila la coloco en mi hombro y empiezo a caminar ―ya hablé con los profesores ―dice antes de que salgamos de dirección.
―Renata, mira que bonito es ―comenta con ternura ―se parece a mí ―dejo de caminar y de inmediato me giro en su dirección.
―Si está bonito es porque salió a mí ―empieza a llorar y no lo puedo creer ―¡AY, NO! yo no puedo ser madre tan joven.
―Lo siento ―me da al bebé ―tienes que familiarizarte con tu hijo ―lo empiezo a arrullar ―pero hazlo con amor ―lo miro confundida.
―¿Y cómo se hace eso? ―pregunto curiosa y el frunce el entre cejo como sino entendiera mi pregunta.
―Arrúllalo no porque lo tengas que hacer, sino porque lo quieres.
―Lo hago para que se calle ―el bebé empieza a llorar un poco mas fuerte ―¡¿QUÉ?! ―lo miro incrédula ―en la caja no decía que lloraba en diferentes tonos.
―Supongo que es impredecible al igual que tú ―me molesta que Amaury le parezca graciosa esta situación ―yo te recomiendo que lo calmes antes de entrar al salón.
―Me cansé ―le doy al bebé ―no me quiere.
―Diego, tienes que dormir ―lo arrulla―tus papás tienen clases y si lloras nos van a sacar ―sigue arrullándolo entre sus brazos.
Yo no puedo creer que le esté hablando a un bebé de plástico, aunque después de eso, su llanto empezó a disminuir, es ridículo. Caminamos hasta nuestro salón y tomamos asiento.
Amaury se quita su chamarra y hace una camita en nuestra mesa, ahí lo colocamos.
Todos nos miran, tienen curiosidad de saber que es lo que tenemos, pero no nos preguntan y es mejor así, saco mi libreta de Inglés, entra el profesor, nos da los Buenos Días y toma asiento en su escritorio.
La clase pasa rápidamente, por suerte Diego no lloró, supongo que lo que le dijo su padre ayudó en algo.
¿Qué estoy diciendo?
¡Ay, no! El hecho de no descansar bien me tiene diciendo tonterías.
Ahora estamos en clase de historia, la profesora está revisando la tarea, que por supuesto hice, como siempre la mejor nota, aunque solo sea en Inglés e historia, las demás materias las paso por obra del espíritu santo y con lo mínimo, pero bueno, no puedo ser buena en todo.
Yo no entiendo como hay alumnos tan ejemplares, me pregunto, ¿cómo le hacen para tener la mejor calificación en todas las materias?
―¿Cómo se llama? ―pregunta Lorraine, al ser la profesora debe estar al tanto de todo.
―Diego ―ella sonríe.
―Es muy bonito ―comenta mientras hace un hueco entre la chamarra para poder verlo ―felicidades ―ambos sonreímos, aunque mi sonrisa es falsa ―bien ―toma un plumón ―hoy iniciamos nuevo tema ―lo escribe en el pizarrón.
La clase pasa rápidamente y cuando me doy cuenta estoy en el descanso.
Amaury tiene a Diego entre sus brazos le está dando su biberón, lo gracioso es que cuando pones el biberón de cabeza se empieza a vaciar, si lo pones de nuevo boca arriba se vuelve a llenar.
De nuevo las miradas están sobre nosotros, porque no saben que es lo que tenemos en la chamarra.
Al entrar a la clase de informática, no presto atención, mi mente está concentrada en la discusión que tuve con Galilea, todavía no comprendo porque me culpa de cosas que yo no elegí, lo más probable es que Ybar le haya metido ideas en su cabeza, volteo sutilmente, la veo anotando algo en su libreta, de la nada Diego empieza a llorar, miro al Emperador, el profesor guarda silencio y nos mira.