Hermosa Irreverente

《Renata...》{+18}

⚠️¡ADVERTENCIA, ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENA +18⚠️

Cap 16

Emperador
 


Tengo que admitir que Renata siempre me toma por sorpresa, pero en esta ocasión acaba de rebasar los límites, ¿besarme?

Lo impredecible que es me encanta, es como una caja de sorpresas, no sabes con que te vas a encontrar.

Lentamente empiezo a hacerme hacia atrás, hasta que termino acostado en la cama, con ella  encima de mí.

Deja de besarme y noto lo agitada que está nuestra respiración.

La distancia entre nosotros es mínima, cuando nuestras miradas se cruzan, veo a través de sus ojos algo que me ínsita a hacer una cosa.

Besarla.

Besarla como si mi vida dependiera de eso.

Me inclino hacia adelante para encontrar su boca, al ver lo que intento hacer, sin siquiera dudarlo une sus labios a los míos,  a medida que pasan los segundos, el beso se va intensificando.

 Cuando ella para acercarse más a mí, se frota contra mí miembro, hace que se me  nuble la vista, no puedo creer que con aquel roce, mi cuerpo entero se descoloque por completo.

En un movimiento la pongo en la cama y me coloco encima de ella, cuando muerde mi labio inferior, hace que la energía crezca aún más, me separo un  poco para tomar aire.

―Renata... ―digo su  nombre un poco agitado, en busca de su aprobación.

―Hazlo.

Mis manos recorren su cuerpo con suma delicadeza, no quiero lastimarla, quiero que disfrute de este momento al igual que yo.

Siento como sus dedos  recorren mi pecho y mi espalda, mi camisa es un obstáculo, así que me la quito rápidamente.

Introduzco mis manos por debajo de su ropa, cuando hacen contacto con su piel, traga saliva pero cuando toco uno de sus pechos hace el sonido más excitante y sexy que he escuchado.

Le quito rápidamente la ropa que trae puesta sin dejar de besarla, dejándola solo en ropa interior al igual que yo.

Su mirada se pasa por todo mi cuerpo, detallando cada centímetro y sin poder evitarlo una media sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Tú emperador ha trabajado su cuerpo muy bien, ¿no te parece? —asiente mientras intenta controlar su respiración —y solo tú vas a poder disfrutarlo.

—¿Quieres que te de las gracias o ...? 

Se queda callada cuando siente mis labios en su cuello.

Mis besos van desde su mandíbula hasta su clavícula, sus manos viajan hacia mi espalda, en ese instante le quito el sujetador.

Los besos toman otro rumbo y de su clavícula descienden hacia sus pechos, los beso, acaricio y  el sonido que sale de sus boca hace que me de cuenta de cuanto lo está disfrutando.

―Si quieres que me detenga solo pídelo ―comento separándome de ella.

―No quiero que te detengas ―dice mirándome directamente a los ojos y veo que está segura de hacerlo, vuelvo a besar sus labios como si mi vida dependiera de eso.

Tomo su ropa interior y con delicadeza la deslizo por sus piernas, al sacarla la tiro al piso, sus labios regresan a los míos, pero decido separarme y comienzo a bajar hasta llegar a la parte baja de su abdomen, siento como sus piernas comienzan a temblar con cada beso.

Me posiciono en su entrada y antes de hacer cualquier cosa busco de nuevo su aprobación.

—¡Ya te dije que sí! ¿Cuántas veces quieres que te lo repita? 

—Las suficientes, quiero que estes completamente segura.

—Lo estoy, sino te juro que ya me habría ido.

Luego de darme su aprobación, la penetro lentamente, unas lagrimas ruedan por sus mejillas, lo último que quiero es lastimarla.

―Emperador ―la miro preocupado ―duele —al escucharla me doy cuenta que es la primera vez.

Mierda.

¿Por qué no me lo dijo antes? 

La hubiera acariciado más o en dado caso hubiera calentado con mis dedos antes de penetrarla.

―Quizá sea porque es demasido grande para ti.

—Eres un idiota.

Me empizo a reir y ella pellizca mi brazo, en aquel momento logro que deje de pensar en el dolor.

Entro un poco más en ella y arquea su espalda, siento como entierra sus uñas en mi espalda, para evitar que no piense en el dolor, comienzo a besar su cuello.

―¡Idiota! ―dirijo mi mirada hacia esos hermosos ojos ―tenemos que parar.

―¿Por qué? ―Cuestiono confundido.

―Por tu culpa se me rompió mi uña postiza ―suelto una carcajada.

—Pensé que eran tus uñas naturales.

—Pensaste mal.

—¿Por qué las usas? 

—¿Por qué no? 

—No me malentiendas —tomo su mano y la observo —tienes manos bonitas.

—Eso ya lo sé —sonrío, claro que me iba a responder así —pero mis uñas no suelen crecer mucho y de hacerlo se rompen o termino rompiendolas yo, así que ese tipo de uñas me ayuda bastante.

―Ay, Ranita ―acaricio su mejilla.

—¿Qué? 

—Estoy dentro de ti y paramos para hablar de tus uñas, ¿de verdad? 

—Es importante para mí.

—De acuerdo.

Aquella conversación la ayuda a relajarse y a olvidar el dolor, tanto así, que luego de un tiempo levanta sus caderas incitándome a que me mueva.

Justo lo que estaba esperando.

Empiezo a moverme dentro de ella, haciendo que deje salir un gemido, a medida que esto avanza, Renata pide más y yo como estoy a sus órdenes, hago lo que me pide.

El sudor empieza a cubrir nuestra piel, al escucharla decir mi nombre mis movimientos son más rápidos y precisos, haciendo que todo se vuelva más intenso, en su mirada ya no hay dolor, sino satisfacción y sé que en cualquier momento se va a venir.

Los sonidos que salen de su boca suben de volumen.

Doy una última estocada dentro de ella, estocada que provoca el orgasmo, colapso a su lado y la atraigo hacia mí en un abrazo.

Renata recorre mi pecho con sus dedos, mientras yo acaricio su espalda, ninguno de los dos dice una sola palabra, el silencio que hay no es de incomodidad y eso me alivia.



#4406 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 28.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.