Hermosa Irreverente

《¿Me embrujaste?》


Cap 20

Renata
 


Han pasado dos semanas y por un lado me siento feliz, ayer empezó mi periodo y se preguntarán, ¿qué hay de felicidad en eso? Pues eso significa que la pastilla funcionó y no estoy embarazada, porque recuerdo que ningún anticonceptivo tiene el 100% de efectividad.

Por otro lado estoy de malas, porque,  ¿a quién le gusta estar así? Bueno supongo que a de haber chicas que si, pero no es mi caso.

Lo peor no es tanto el estar menstruando, lo peor son los malditos cólicos que te dan, uno quisiera arrancarse el vientre, pero por desgracia no se puede.

Recuerdo que cuando estaba en primero de secundaria y tenía mi periodo no asistía a la escuela hasta que se me quitara, mi abuela decía que me quedara en la casa a dormir, mi mamá se molestaba, pero terminaba faltando.

Tan solo imagínense cada mes faltaba una semana y a decir verdad me gustaba, tengo que admitir que los maestros, bueno solo el de Inglés se enojaba y siempre me decía de cosas, pero a mí no me importaba, siempre he sido así, pero en esa época era un desastre, llegaba a la escuela a la hora que quería, no trabajaba, en pocas palabras hacia mi voluntad.

Y tal vez se pregunten ¿Cómo pasaste? O ¿Pasaste de año?

Y si no se lo preguntan, de igual manera voy a responder.  

A decir verdad, en esa escuela no les importaba si aprendías, lo único que querían era que pagaras a tiempo la colegiatura, era una escuela pequeña y debido a la elevada mensualidad, no tenían tantos alumnos, en mi salón éramos cuatro niñas y seis niños. yo pasé porque mis papás pagaban a tiempo y porque mi abuela sin que ellos se entereran, le dio a la directora cierta cantidad de dinero, no fue mucho, créanme, fueron $13,000 MX, 702 USD, 2095405 COP o 624 en €.

Así que pasé gracias al dinero.

―¡Vas a llegar tarde! ―grita mi mamá desde su habitación.

―¡Interrumpes mis pensamientos! ―grito mientras me coloco un poco de perfume.

Estoy parada frente a mi tocador, admirándome en el espejo cuando la voz de mi hermana capta mi atención, volteo y la veo en el umbral de la puerta.

Conozco esa cara, necesita algo de mí.

―Dime ―sonríe.

―Hoy saliendo de la escuela voy a ir a casa de Ana, mamá solo me da permiso si tú pasas por mí, ella va a estar trabajando y no puede ir a recogerme.

―La respuesta es no.

―Por favor ―suplica.

―No.

―¿Qué quieres?

―Nada  —digo con sinceridad ―estoy así y no quiero salir,  ¿entiendes? Créeme sí fuera por mí no iría a la escuela, pero sabes como es mamá.

―Solo...―suspira  —yo pensé...

―No me vas a convencer, conozco esa técnica ―hace un mohín.

―Bien ―esta por irse, pero se arrepiente y camina hasta donde yo estoy ―jugaré mi última carta ―la miro interesada ―tú me haces este favor y a cambio yo te pago tres sesiones en el  spa ―niego sutilmente, ella sabe lo que hace ―¿Trato? ―estira su mano y luego de varios segundos estrecho mi mano con la suya.

—Estoy en un tiempo ya no te va a funcionar.

—Pero mientras no tengas todavía tu propio Spa, voy a seguir utilizando esta técnica.


💌


Estoy sumamente estresada, las evaluaciones empezaron el viernes de la semana pasada, claramente no sé que voy a hacer, ahora estoy realizando el examen de Francés, una materia adicional, que ni siquiera cuenta en la boleta oficial.

¿Por qué meten materias de relleno? 

Respondo lo que recuerdo y entrego el examen, la maestra mira mi hoja, ve los espacios en blanco y me lo devuelve, cuando lo tengo en mis manos se lo regreso.

―Tienes que contestarlo todo.

―No recuerdo nada más que lo que he contestado.

―Con esto no aprobaras, ¿lo sabes? ―me encojo de hombros.

―Es lo que recuerdo ―niega y coloca mi examen boca abajo en su escritorio.

―Ya te puedes ir.

Voy a mi lugar, recojo mis bolígrafos y los guardo en mi mochila, me siento tan feliz de que esta es la última clase del día, estoy por irme cuando el Emperador me detiene tomándome del brazo.

―Por favor espérame a que termine el examen, es importante lo que te tengo que decir.

―Es que...

―Por favor.

—Bien, te espero abajo.

Salgo del salón y me siento en una banca que esta cerca de la entrada de la escuela, espero unos minutos y luego veo acercarse a Sergio.

Lo que me faltaba.

Se sienta a un lado de mí y no dice nada.

―¿Quieres que te lleve a tu casa? ―pregunta luego de un silencio incómodo.

―No gracias, estoy esperando a alguien ―lo veo tensarse.

―Al Idiota ese ―comenta molesto.

―No le digas así.

―Te gusta tanto que lo defiendes, ¿verdad?

Considero estúpido contestar su pregunta, no es que lo defienda, pero yo soy la única que le puede decir Idiota a mi Idiota, nadie más puede llamarlo así.

Un poco posesiva, ¿no?

―No veo la necesitad de continuar hablando ―me levanto.

―¿Por qué estas distante conmigo? Somos amigos, ¿no?

―Un amigo no hace lo que tú hiciste.

―¿Sigues molesta por eso? ―niego ―¿Te dolió tanto? ―pregunta tratando de no sonar grosero, pero no lo logra ―no quise...

―No importa, con respecto a tu pregunta ―hago un pequeña pausa ―más bien fue como una traición, pero que te puedo decir, ya estoy acostumbrada, no confió en nadie.

―Mientes, en él sí ―comenta señalando a Amaury con un leve movimiento de cabeza, está caminando hacia nosotros ―¿Por qué ya no eres amiga de Galilea? ―pregunta curioso, pero no le respondo ―Ybar,  ¿cierto?

―¿A ti que te importa? 

―Gracias por esperarme ―comenta colocándose a lado mío ―¿Nos permites? ―pregunta de una forma educada.

―Claro ―está por irse, pero se detiene y me mira ―¿Seguimos siendo amigos? 



#4406 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 28.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.