Hermosa Irreverente

《¿Puedo quedarme hasta que te duermas?》


Cap 25

Renata

Nos encontramos en la casa de Marcus, por suerte Eira se fue, aunque cuando regresamos todavía la vimos y fue extraño verla salir del cuarto que Marcus nos proporcionó, por un momento pensé que había puesto un bicho en la cama y la revisé con detenimiento pero no encontré nada.

Así que creo que no hizo nada, aunque hay algo que me dice que sí, pero ya observé todo y no encontré nada, pero...

No sé hay algo que me hace dudar.

Nos encontramos sentados en la sala, Berenice, Marcus, Amaury y yo, estamos jugando en parejas mientras el resto de las personas están durmiendo, el día de ayer bebieron demasiado.

Tiro los dados y antes de ver que número salió, me atrevo a preguntar algo.

—¿Ustedes son novios? —siento la mirada de Mau sobre mí, pero no le presto demasiada atención —Tengo curiosidad.

—Pues… —mira a la pelirroja, esta sube sus piernas encima de las de Marcus.

—No somos novios —responde la chica —digamos que solo la  pasamos bien. 

—Ya entiendo —el Emperador niega.

Cuando no hay nadie en la casa aprovechamos para hacer de las nuestras.

💌


 

Estoy en mi casa, Mau me trajo y se fue de inmediato, al parecer tenía que hablar con su hermana.

Ya que no tengo nada que hacer, reviso mi mochila y saco toda la basura que he acumulado durante no sé cuanto tiempo.

En el proceso se me cae mi libreta y con esta todos los papeles que metí dentro, mientras los recojo, veo mi examen de cálculo, lo levanto, dejo todo lo demás tirado y salgo de mi habitación.

—Que bueno que están aquí todos —digo cuando estoy en la sala —el viernes se me pasó decirles.

 Todos me miran confundidos.

—Esta es la calificación de mi examen.

Le paso las  hojas a mi madre que es la que está más cerca de mí, lo revisa y luego se lo pasa a mi hermana, hace lo mismo y se lo da a mi papá, mira con atención cada hoja, levanta su mirada, me mira y la regresa al examen.

Mi papá se levanta del sillón y se acerca hasta donde estoy yo.

—¡Felicidades, mi vida! Esto quiere decir que las asesorías después de clases si funcionaron.

Mi madre y hermana también se alegran por la calificación que obtuve.

—¿A dónde vamos a cenar? —pregunta mi padre —esto se tiene que celebrar.

—A un restaurante de comida Italiana —todos están de acuerdo con mi decisión.

En ese momento vemos a Karoa bajar las escaleras, se acerca a nosotros rápidamente.

—Tío…

—Que bueno que bajaste —la interrumpe —vamos a cenar comida Italiana, ponte algo de tapar y vámonos.

—¿Qué se celebra? —pregunta curiosa.

—Renata aprobó el examen de cálculo. 

Mira el examen y arquea una ceja.

—¿Van a celebrar un siete? —cuestiona incrédula.

Sí, puede sonar patético, pero es mi esfuerzo, algo que por fin logré por mi misma, sin tener que pedirle a Galilea que me pase las respuestas y sé que me familia también lo ve así.

Estoy muy orgullosa de mí, un siete para alguien como mi ex amiga y mi prima, no tiene porque celebrarse, lo consideran la peor calificación, pero no es así, al menos no para nosotros, este siete representa que no soy tan cabeza hueca, como creía.

—Me encantaría celebrar un siete —miente  descaradamente —pero voy a salir, de hecho venía a avisarte.

—Debo suponer que le pediste permiso a tus papás porque a mí no.

—Por supuesto que sí.

Mi padre saca su celular y empieza a llamar a los padres de mi prima. Al finalizar la llamada la mira, con tan solo ver su cara me puedo imaginar que lo engañó 

—No me gustan las mentiras, Karoa —añade con voz firme —no vas a ir —los ojos de mi prima se abren al máximo —Tienes dos opciones, la primera, vas con nosotros a cenar o la segunda, te quedas aquí.

—No puedes hacer esto, yo puedo hacer lo que quiera, tengo 22 años y...

—Estás a mi cargo y no me interesa que seas mayor de edad. Sabes porque estás aquí, ¿o lo olvidaste?

—Prefiero quedarme —dice de mala gana.

—Como quieras —responde mi padre.
 

Vamos por algo para taparnos y salimos de la casa, estamos por subirnos al auto, pero la voz de alguien lo impide.
 

—Al parecer van de salida —mi padre lo saluda con un abrazo.

Me subo al auto en la parte de atrás.

—¿Quieres acompañarnos? —pregunto desde la ventanilla del auto.

Al parecer mi pregunta lo toma por sorpresa, fija su mirada en mí, mi papá le da una palmada en la espalda y se sube al auto en el asiento del copiloto.

Abro la puerta trasera y Mau se sube, mi madre va manejando, mientras Roberta no deja de mirarlo.

—¿Qué tanto le ves? —mi hermana sonríe y niega —Roberta, me molesta que no hables, pareces…

—Renata —interviene Mau —déjala ya,  ¿siempre que salen es así?

—Yo que tú ya me debería ir acostumbrando, al parecer ya te aceptó.

—¿Quién acepto a quien? 

—Nadie, hermanita, Cálmate.

En la comida me doy cuenta que esta es la primera vez desde hace mucho tiempo que salimos juntos y me alegra bastante.

Se siente bien salir como familia.

Al terminar la comida regresamos a la casa. Mi papá va al cuarto de Karoa para darle la comida que le trajimos, mientras yo me siento en la sala al igual que Mau.

Escucho pasos rápidos bajando las escaleras, en cuestión de segundos tengo a mi padre frente a mí.

Ya me imagino porque está así, tiene una mano en la frente y no deja de caminar de aquí para allá.

Nos dice que Karoa no está, lo que yo ya sospechaba, seamos honestos, ella no se iba a quedar aquí solo porque alguien se lo ordenó.

Mi padre es el único que está preocupado, mi mamá está tomando un vaso de agua de lo más tranquila, a Roberta esto no le interesa y a mí me da igual.

Prendo el televisor y pongo algo divertido.

—Apaga eso —dice mi padre sin siquiera mirarme.



#1721 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

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