Cap 31
Emperador
Me considero una persona bastante inteligente y me resulta difícil de creer como no pensé que Eira al publicar el video se podía meter en problemas legales, por suerte, Renata se lo recordó en aquella llamada que realizó ese mismo día.
Ahora se me ha quitado un peso de encima, pero tengo otro.
Durante todo el tiempo que estuve distanciado de Renata su prima ha estado en contacto conmigo.
Hemos salido un par de veces, me pide consejos acerca de su relación tóxica, le doy mi opinión, pero le he dicho que lo mejor es ir con un profesional, porque tal vez la forma en la que yo le digo las cosas no es la correcta.
No sé de que manera puedo ayudarla, por más que insisto en que tome terapia para que vea que lo que está viviendo no es normal, no me hace caso, entiendo que no es nada fácil, su novio ejerció manipulación y ahora cada que discuten y llegan a los golpes ella cree que es por su culpa, porque lo provocó.
—Renata —deja de ver como sorbe su malteada y me mira —¿Recuerdas el día que tu prima se escapó para irse con su novio? —trata de recordar —el día que no quiso ir a celebrar que aprobaste tu examen de cálculo, cuando tu papá la castigó.
—Ah sí, ¿ese día que? —recuerda sin mucha importancia.
—Ese día me quedé dormido y me fui en la madrugada, tu papá la seguía esperando —niega un poco molesta —yo ya estaba de camino a mi departamento cuando me di cuenta que olvidé mi celular en tu cuarto, manejé de regreso y cuando me iba a estacionar, no pude, enfrente de tu casa había otro auto, uno color café, vi discutir a una pareja.
—¿Y se supone que la chismosa soy yo?
—Mario —cuando digo el nombre su cara cambia totalmente —le pegó, su labio estaba sangrando y su mejilla hinchada.
—Maldito asqueroso —dice enojada —¿Y que hizo ella? —al ver la cara que hago, niega —no hizo nada —concluye—. Dime que le pegaste, por favor.
—Tuve que hacerlo —digo con pesar, pegarle a las personas no me gusta.
—Pero no lo digas así, mira —toma una paleta de la mesa —esto es por pegarle al maldito de Mario.
—¿En serio?
—¿Pues que más quieres?
—Un beso no estaría mal.
—¡Perfecto! —me arebata la paleta y la abre —aquí esta tu beso —me da un stiker de un beso —pontelo donde quieras.
—Yo esperaba un beso tuyo.
—Pues es mío, es de mi paleta.
—En ese caso gracias —le quito la paleta y la llevo a mi boca.
—Mau, gracias por ayudarla, de verdad —me regala una sonrisa.
—Sabes que lo hubiera hecho por cualquiera.
—Sí, lo sé, ¿después de que le pegaste que pasó?
—La ayudé a limpiar su herida e intercambiamos números y hemos salido un par de veces, me pide consejos.
—¿Que consejos se le pueden dar si ella no es capaz de escuchar?
—No es su culpa.
—No estoy diciendo que lo sea, pero te juro que me frustra tanto que no sé de cuenta.
—Es un tema delicado.
—Sí, lo sé.
—Ademas creo que ella no sabe que tú y yo nos conocemos, ¿quieres que se lo diga?
—No, Mau, solo si salgo de tema de conversación, si no ¿para que? No veo la necesidad de decírselo a menos que te lo pregunte o algo así.
—Bien.
—Mau, gracias por estar cerca de Karoa.
—Quería contártelo en el lago, pero no pude, luego nos distanciamos y...
—Lo importante es que me lo estás diciendo ahora.
Aquella actitud me sorprende, pensé que se molestaría por no habérselo dicho antes.
—Tendríamos un problema si te hubieras quedado callado.
💌
Es sábado por la mañana, hace unos instantes estaba durmiendo pero mi princesa me llamó y me tuve que despertar, está demasiado emocionada por el reencuentro de mañana y no es para menos, el hecho de volver a estar los tres juntos le pone bastante feliz.
A mi también me alegra volver a vernos, pero en este momento estoy cansado, ha sido una semana pesada, la preparatoria, la universidad, mis padres...
Todo está desordenado en mi vida y prefería no tener que viajar, pero hay dos razones, tengo que asistir por que voy en representación de los Atkinson, ya que mis padres no van a ir, no van a dejar su viaje en la Bahamas por este evento, y la segunda, que es la más importante porque voy a ver a mi princesa, de hecho es más por esta razón por la que voy que por la de mis padres.
Ella está muy ilusionada con esto y no voy a ser el causante de que esa felicidad se esfume.
Observo la hora que es, aún es muy temprano, así que decido volver a la cama.
Me levanto al escuchar mi celular sonar, no tengo idea de quien es, solo contesto.
—Bueno —digo aún dormido.
—¿Te volviste a dormir?
—Algo así.
—Solo espero que te de tiempo.
—Si, princesa solo me dormí poco tiempo.
—Si tú lo dices Maury, nos vemos mañana.
—Nos vemos.
Cuelgo la llamada y cuando veo la hora en mi celular, me doy cuenta de porque mi princesa me respondió así.
Me dormí toda la mañana y parte de la tarde, si me apuro puede que no pierda el vuelo.
Me meto a bañar y en diez minutos estoy listo, bajo al estacionamiento donde me está esperando Isaac para llevarme a casa de Renata, tardamos menos de lo que esperaba en llegar, bajo del auto y toco el timbre.
—Hola —me saluda Roberta
—Hola —se asoma hacia la calle y frunce el entre cejo —¿Qué pasa?
—Nada.
—A mí me parece que pasa algo —niega —Quizá si me dices, puedo ayudar.
—Alguien no está vigilando.
—¿Qué?
— La camioneta que se encuentra en la casa de portón negro se la pasa siguiendonos a todos lados.
—¿Segura?
—Sí.
Me giro hacia mi izquierda y fuerzo un poco la vista para poder ver las placas, niego un par de veces al darme cuenta que es seguridad privada, hace tiempo la contraté y ellos me dijeron que tenían en sus placas algo que el resto de los autos no.