Hermosa Irreverente

《Suena egoísta》

Cap 33

Amaury

Últimamente Karoa me ha invitado a salir, pero  siento que es diferente, antes me hablaba mucho de su novio, ahora pregunta por mí, por mis intereses, por mis gustos y no es que me moleste responderle, en realidad me preocupa que malinterprete mis intenciones, yo solo trato de ayudarla.

Si le acepto las salidas es para es escucharla, para que sepa que no está sola, pero solo eso, yo no busco nada más con ella, porque yo con Renata ya lo tengo todo.

No quiero hacerme ideas, pero uno como hombre se da cuenta cuando le interesas a una mujer, algunas veces solemos hacernos los que no vemos, pero claramente nos damos cuenta de las intenciones que tiene  con nosotros.

Tengo muchas cosas que solucionar, por ejemplo, mi restaurante en Madrid, del cual siempre que recibo una llamada es para darme una mala noticia.

En la escuela todos están preocupados por un proyecto que tienen  que entregar el viernes 1 de Abril, todavía les queda un poco de tiempo, pero dicen que no es suficiente, por suerte yo no tengo que hacerlo y eso hace que tenga un peso menos de encima.

A Renata no la noto preocupada, dice que si no se le ocurre nada, va a copiar y pegar información de Internet.

Llevo días pensando en hacer algo especial con Renata, algo que nunca ha hecho en su vida porque sus padres no la dejaban, siento que le va a gustar, aunque aún no sé cuándo lo voy a hacer.

—¡Cuñado! —me saluda al abrir la puerta.

—¡Roberta, te estoy escuchando! —grita Renata desde no sé que parte de la casa.

Se hace a un lado y me invita a pasar.

Al entrar me doy cuenta que hay un desastre.

Un par de cajas y unas maletas están obstruyendo el paso.

—Amaury —me saluda Rodrigo con un apretón de mano —bienvenido y disculpa el de...

—¿Cómo que disculpa? —cuestiona interrumpiendo a su padre.

Está bajando las escaleras, al verla sonrío. Trae puesto un pantalón beige un poco holgado, un top blanco y tiene un paliacate en su cabeza, con algunos cabellos sueltos enfrente, se ve hermosa.

—No debes disculparte, es nuestra casa y la podemos tener como queramos —niego y ella sonríe.

—Es por educación, mi amor —se acerca y besa su frente —Amaury, te quedas en tu casa —me da una palmada en el hombro y entra al despacho.

—¿Y que, nos vamos a mirar todo el tiempo? —pregunta mientras arquea una ceja.

—¿Qué están haciendo?

—¿Quieres saber que están haciendo mis papás y Roberta? —antes de que pueda responderle, ella lo hace —ve y pregúntales.

—¿Qué está haciendo la Ranita? 

—Estoy ordenando mi cuarto, lo que no sirve debo ponerlo en cajas para tirarlo o donarlo.

—¿Quieres que te ayude?

Me toma de la mano y empezamos a subir las escaleras, corremos por el pasillo hasta llegar a su habitación.

Suelto un suspiro al entrar, apenas si se puede pasar.

—No me voy a disculpar por mi desorden...

—Lo sé, es tu habitación y la puedes tener como quieras.

Comenzamos a ver algunas de sus cosas, revisa algunos cajones y saca bolsas de regalo, tazas, peluches, libretas, hojas, todo viejo.

Sin siquiera analizarlo, toma todo y lo mete en una caja.

—¿No piensas revisar lo que estás tirando?

—¿Para qué? Son recuerdos de personas que ya no están en mi vida.

—¿Son de Galilea? 

—Algunas cosas sí y sinceramente prefiero que todo eso se vaya a la basura.

No digo nada más y observo la facilidad que tiene para deshacerse de las cosas que un día para ella fueron de personas importantes, como su mejor amiga.

De su closet, saca unas cuantas prendas, bolsas, carteras y lo pone dentro de las cajas de cartón, toma un marcador negro y escribe vender.

—¿No se supone que lo ibas a donar?

—Se supone. ¿Pero para qué donar si puedo obtener dinero?

Luego de dos horas, sacamos las cajas y las ponemos en el pasillo, su habitación ya no es un desorden, pero no puedo decir lo mismo del pasillo, porque no solo se encuentra lo que Renata va a vender, sino también lo que su hermana va a donar.

Salimos de ahí y me lleva hasta el jardín, me sorprende lo cuidado y limpio que está.

Empezamos a caminar, pero me detiene.

—¿No crees que la vida necesita un poco de diversión? 

—No —observo en su mirada lo que está cruzando ahora por su cabeza —ni siquiera lo pienses.

Sonríe.

—¡Muy tarde! —grita al tiempo que me empuja a la piscina, caemos los dos al agua.

Es Renata, ¿cómo pensé que me haría caso? 

Al salir a la superficie me mira divertida.

Suelto un suspiro y paso una mano por mi cabello para hacerlo para atrás.

—Carreras, de aquí —señala el inicio —a la mitad corriendo y luego ya nadando.

—¿Corriendo? —asiente —vamos a parecer estúpidos.

—¿Más? —sonrío —¿Aceptas? —ni siquiera me da tiempo de contestar cuando empieza a contar —1...2...3...

Empezamos a correr o almenos tratar, nuestra ropa pesa mucho, al llegar a la mitad de sus labios sale un con cuidado, no entiendo hasta que me doy cuenta de la gran profundidad.

¿Qué clase de piscina es esta?

Lo normal es que a medida que camines el agua te llegue más arriba, pero aquí todo parece ir bien hasta que llegas a la mitad y te das cuenta que tiene una profundidad de dos o tres metros, pero solo en esa parte.

Mi fuerte nunca a sido  nadar, no me gusta y menos con esta profundidad.

Claramente Renata Gana, se ríe de mí y luego ambos regresamos a la orilla.

—Eres una tramposa, no me dijiste que después de la mitad la profundidad era mayor.

—Tú no preguntaste.

—¿Cómo se supone que iba a saber? —se encoje de hombros.

—¿El Emperador se enojó?

Me acerco a ella, mira mis labios y sonrío.

Ya sé de que forma la haré pagar.

Pongo mi mano en su cintura y atraigo su cuerpo al mio.

Empiezo a deslizar mi dedo indice por su espalda, lo que provoca que se pegue más a mí, su respiración se agita un poco cuando mi dedo empieza a tocar su abdomen, se acerca para besarme pero me alejo.



#1721 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.