Hermosa Irreverente

《Te quiero》

Cap 48

Amaury

Durante el fin de semana estuve fuera de la ciudad, ayudé a mi mamá con otra campaña, pero a diferencia de la anterior, esta se complicó, una de las modelos se negaba a que le tomara fotos si el sol le daba directamente, ya que decía que su color de piel se iba a oscurecer.

Le di la opción de que se pusiera la cantidad de bloqueador que quisiera, pero dijo que no era suficiente, así que con ella perdimos mucho tiempo y fácilmente pudimos cambiar de modelo, pero la marca la quería a ella, así que tuvimos que esperara que bajara el sol para hacerle la sesión de fotos.

Me hubiera gustado aprovechar la luz natural, pero no fue posible.

Tenía planeado regresar el domigo por la noche, pero hubo algunos contratiempos y justo hoy a las 08:00 a.m estoy llegando, decido ir directamente a la escuela, quiero contarle algo a Renata,  algo que  me estaba guardando hasta que fuera un hecho y ahora que por fin lo es, necesito decírselo.

Los segundos que tardo en estacionarme y luego en entrar a las instalaciones de la escuela se me hacen eternos, necesito compartir con ella mi felicidad.

Entro al salón de clases y lo primero que ven mis ojos es nuestra mesa vacía, sonrío, lo más probable es que se le haya hecho tarde.

Tomo asiento en mi respectivo lugar y espero un par de minutos, una hora, dos... pero no llega.

A la tercera hora la directora Diares entra y pide que le entreguen un trabajo, todos lo hacen, excepto yo, ya que me dijo que no era necesario que lo hiciera.

—Todos ya lo entregaron, ¿verdad? 

—Renata no, yo creo que no lo hizo y por eso no vino —volteo a ver a Galiea, puede tener razón, recuerdo lo agobiada y estresada que estaba con la idea de hacer ese trabajo.

—Renata sí lo hizo, me lo mandó por correo esta mañana —lo que dice la directora me hace fruncir el entre cejo y no solo a mí, si no que también a su ex amiga.

Si entregó el proyecto, ¿por qué no vino a clases? 

Me empeizan a surgir las dudas y pienso lo peor, quizá le pasó algo.

No soy capaz de quedarme un minuto más en escuela sin saber que es lo que realmente pasa, hablo con Diares y le digo que tengo un problema sumamente importante y me tengo que retirar, no ve ningún inconveniente y me acompaña hasta la salida.

Toco un par de veces el timbre hasta que Karoa me abre.

Me mira confundida. En definitiva era la última persona que espera ver.

—¿Qué haces aquí? —pregunta como si no tuviera ningún motivo para estar en esa casa.

—Bueno, vine a...

—No me digas que no sabes —una sonrisa empieza a recorrer su rostro —Ay, pobre de ti.

No respondo nada a lo que ha dicho.

—¿Puedo pasar?

—Entra para que tu mundo se venga abajo —aquel comentario no me hace ninguna gracia, pero a ella sí, se hace a un lado y entro.

Camino hasta llegar a la sala, donde veo a Regina, Rodrigo y Roberta sentados hablando.

—Buenas tardes —me miran confundidos, al igual que Karoa no esperaban verme, ¿por qué? 

—Hola —me saluda Roberta —hoy no inician las clases de francés, ¿o sí?

—No, no te preocupes, en realidad vengo a ver a Renata.

La cara de todos cambia de inmediato, ¿qué dije? 

Es como si hubiera pronunciado algo por lo que en la antigüedad me llevarían preso.

—¿No te dijo? —pregunta Rodrigo poniéndose de pie.

Karoa se empieza a reír y eso provoca en mí un escalofrío.

—¿Qué está pasando? 

—Amaury —pronuncia mi nombre con cautela —Renata se fue.

Aquellas tres palabras comienzan a hacer eco en mi cabeza durante unos segundos.

¿Cómo que se fue? 

—El sábado en la tarde tomó un vuelo hacia España, pensé que te lo había dicho.

—No, no me dijo nada, de hecho no estuve en mi departamento el fin de semana.

—Lo siento.

—Eso solo quiere decir una cosa, no le importas —comenta Karoa con satisfacción.

—¡Karoa! —la reprende su tío.

—Se fue sin despedirse —me digo a mí mismo tratando de procesar las palabras.

—No sé porque lo hizo así, pero yo pensé que se había despedido, porque me pidió que la llevara a tu departamento antes de irse.

Ella sabía que no iba a estar,  ¿por qué fue?

Siento mi garganta secarse.

—Amaury, a lo mejor te dejó algo —comenta Roberta animándome y al escucharla siento sus palabras como un pequeño rayo de luz.

—Sí, puede ser.

—O puede ser que no —añade su prima —mejor hay que admitir que Renata nunca te quiso.

—Karoa, cállate.

—¿Por qué? —Rodrigo niega—. Sé porque se fue, yo la escuché.

De inmediato volteo a verla.

—¿Qué escuchaste?

—Se fue porque no te quería lo suficientemente como para estar contigo —Siento como disfruta pronuciar cada palabra.

No, eso no puede ser.

Renata no haría eso.

—Se lo dijo a Roberta —comenta al ver que no le creo.

Mi mirada regresa a Roberta y ella traga saliva, aquel gesto no me dice nada bueno.

—¿Es cierto? —se queda callada y mira a su prima enojada —Roberta, ¿es cierto?

—Mi hermana no sabía lo que decía —añade excusándola.

Y es ahí cuando siento como si me hubieran atravesado algo en el corazón.

Soy un idiota.

—Pienso que deberías continuar con tu vida, ella lo va a hacer.

Sí, Karoa tiene razón, pero antes tengo que hacer algo.

—Permiso.

Salgo de ahí, entro a mi auto y llamo por Instagram a Renata.

¡Contesta!

¡Ten la maldita valentía de decírmelo a la cara! 

Espero unos segundos pero no responde.

¡Maldita sea!

Le pego al volante con desesperación.

Tomo una bocarada de aire, prendo el auto y manejo hasta mi departamento.

—Disculpe —volteo a ver al portero sin muchas ganas —su amigo vino en la mañana pero no lo encontró.

—¿Marcus? 

—No, era otro.

No tengo otro amigo que sepa donde vivo, pero eso ahora es lo último que me importa.



#1721 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romace, amor

Editado: 16.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.